Ayuso, la comadrona de Vox
La presidenta madrileña pone la alfombra roja a la ultraderecha
Madrid¿Cuál es el negocio, por así decir, de Isabel Díaz Ayuso con la anticipación de las elecciones al día de hoy 4 de mayo? Empecemos por la convocatoria. Por si cabía alguna duda, el acto “institucional” del domingo 2 de mayo -aprovechamiento obsceno y valleinclanesco del PP- ha sido la prueba de que todo estaba orquestado para adelantar elecciones. El día 2 de mayo lo pasaron al 3, la gente gozaba de tres días de vacaciones, días libres antes de votar, más el festivo el lunes, y luego el martes, cuatro horas para votar. Todo previsto para que coincidiera. Díaz Ayuso también sabía que el mes de abril sería el de vacunación: se anunció que llegarían las dosis. Aunque cuando no se reciben, la culpa es del gobierno, cuando están aquí el mérito, ya se sabe, es el de la Comunidad de Madrid. Este plan ya estaba diseñado. Incluso la corrida de toros a la que fue: la plaza llevaba cerrada desde octubre de 2020.
Pero el fracaso de la moción de censura urdida entre PSOE y Ciudadanos en Murcia permitió hacer “cabalgar” o “montar” la anticipación electoral y acometer el otro objetivo: cargarse a Ciudadanos. Esta era una pieza fundamental en el puzle. Sin cargarse al partido de Inés Arrimadas toda la operación carecía de sentido. Porque Díaz Ayuso ya tenía garantizado gobernar cuatro años hasta mayo de 2023. Y estas elecciones de hoy son hasta 2023 cuando habrá nuevas elecciones. Por tanto, Díaz Ayuso, o mejor, el PP, se lanzó a la idea reunificar a la derecha a través de la destrucción/absorción de Ciudadanos por la vía de los hechos, asumiendo que Vox sería una pieza, la “muleta”, con la cual coexistir. Mejor, convivir. Una coexistencia/convivencia cuyas consecuencias -el envalentonamiento provocador de la ultraderecha- se han visto claramente en la campaña electoral.
El mantra de la importancia de Madrid en la España política ha sido vendido con éxito por Díaz Ayuso y su mentor mediático, su director de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez. Que ganes en Madrid por 4 o 5 puntos. Bien. Pero es que el PP gobierna desde hace 26 años. Que Madrid siempre anticipa el resultado en las elecciones generales. Con José Luis Rodríguez Zapatero no fue así. Y Pedro Sánchez ha ganado dos elecciones generales con Madrid en manos de la derecha. La ventaja de Madrid es que su sistema electoral de provincia única, no afecta a la división de la derecha como en otras comunidades.
Las llamadas elites de Madrid, villa y corte –profesionales de clase media alta, funcionarios cualificados de altas instituciones del Estado, magistrados, fiscales, militares, guardias civiles, familiares de estos, y gente muy rica con propiedades inmobiliarias, fincas y haciendas fuera de Madrid– tienen mucha importancia en el “clima” o “ambiente” creado, donde los medios de comunicación, orientados hacia la derecha, hacen de caja de resonancia. En estas elecciones han consagrado con sus sondeos y campañas de prensa durante meses la idea de que Díaz Ayuso –quien, según ha captado un micrófono en el acto del 2 de mayo, no puede tener “más ganas de que esto pase porque es un plomo increíble”– ya ha ganado de calle y rozando la mayoría absoluta.
La dependencia de Vox
Hay dos grandes problemas para el “negocio” montado por la candidata del PP. El primero es la mayoría absoluta. Los sondeos, incluso los más “dirigidos” que avanzan una victoria arrolladora, no le conceden esa mayoría absoluta. Y hay otro límite o barrera relevante. ¿Sacará más escaños que toda la izquierda de PSOE, Mas Madrid y Unidas Podemos? Este dato es muy fundamental. Si lo consiguiese, eso le permitiría romper su dependencia absoluta de Vox y bastarse por sí misma; la ultraderecha, a su vez, podría abstenerse en determinadas votaciones. En cambio, si el PP no suma más escaños en la Asamblea de Madrid que las tres fuerzas de la oposición, su dependencia de Vox para derrotar a la izquierda, será enfermiza. Y los sondeos más favorables al PP tampoco le dan, por sí solo, más escaños que a los tres partidos citados. Ella podrá vender su triunfo en “toda España” pero esa venta tiene un coste. El de haber eliminado por destrucción/absorción a un socio en apariencia “presentable” -Cuidadanos- y reaparecer de la mano de un socio “impresentable” sin atenuantes. De cara al futuro eso la coloca a ella y al PP en mala posición.
¿Cuál es la lección? ¿Que Ayuso y Casado quieren un gobierno con Vox en La Moncloa? Por tanto, ambos tienen que descontar del aspecto positivo de una victoria del PP en el día de hoy la dependencia de Vox. La izquierda tendrá más fuerza con la desaparición de Ciudadanos. La cuestión, una vez más, es que Ayuso sola no saque más escaños que toda la izquierda. ¿Y Vox? ¿Entrará en el Gobierno de Ayuso? Hasta ahora, tanto en Andalucía como en Murcia, la ultraderecha optó por permanecer fuera y apoyar a ambos gobiernos. Pero Madrid es otra cosa. Así, el cumplimiento del gran lema de la campaña de Ayuso -libertad- queda adreferendum de Vox.
Y, ¿finalmente, cuánto durará la euforia de una victoria de Ayuso? Exacerbar el madrileñismo contra Pedro Sánchez durante semanas no será difícil. Pero a la larga no será rentable. Las diferencias de puntos a su favor que puede lograr hoy el PP en Madrid no es nada comparado con el hecho de que ya no es nadie en Cataluña o el País Vasco.