En busca de una vía que evite las crisis en un gobierno de coalición

Los expertos aconsejan compartir la comunicación y las políticas públicas

N.O.G.
y N.O.G.

BarcelonaEl 5 de octubre de 2018, solo cuatro meses después de la constitución del gobierno de JxCat y Esquerra, el president, Quim Torra, y el vicepresident, Pere Aragonès, comparecieron conjuntamente en la galeria gótica del Palau de la Generalitat para exhibir unidad ante la primera crisis del ejecutivo. Para cualquier iniciado en la política, gastaron el último cartucho de un gobierno de coalición: la intervención de los máximos líderes para resolver una divergencia. Lo que no sabían en aquel momento era que el ejecutivo de Junts y Esquerra estaría en conflicto permanente y que la carta de conjurarse por la unidad dejaría de hacer efecto pronto, por reiterativa. Después de las elecciones, y ante la voluntad de reeditar el pacto, Aragonès ya ha dicho que quiere otras maneras de funcionar y no otro Govern con departamentos “estancos”. Ahora bien, ¿cuáles son las vías para evitar las crisis? ¿Cómo se mejora la coordinación? Según los expertos del Observatorio de los Gobiernos de Coalición de la Universitat de Barcelona, la clave pasa por establecer unos protocolos claros en el pacto de gobernabilidad que impidan el conflicto y que, en caso de que llegue, marquen la vía para resolverlo.

El politólogo Josep Maria Reniu, especializado en este ámbito, fija una jerarquía de organismos ad hoc al margen de la administración que tendrían que servir para mejorar la coordinación y evitar la “negociación permanente” en todos los ámbitos. Según su parecer, tiene que haber una comisión de carácter técnico, que se reúna periódicamente y que haga un seguimiento en el día de las políticas públicas y del cumplimiento de los acuerdos. Tendría que estar formada por miembros del Govern, de los partidos y de los grupos parlamentarios. “Sería el triángulo de coordinación habitual”, explica al ARA .

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Según Reniu, este ente es el primero que tendría que detectar problemas y antes de que llegue la sangre al río -en sentido metafórico- traspasar el eventual conflicto a un órgano de carácter político, con dirigentes con más galones, para encontrar el solucionador. Y si esta instancia fallara, todavía aconseja tener preparado el teléfono rojo al más alto nivel para arreglar las cosas. Una vía que solo se tendría que activar en caso de urgencia, porque este cartucho no se puede gastar de manera habitual para que funcione. Cuando Torra y Aragonès recorrieron a él en 2018, probablemente no se imaginaban una legislatura con tantas trabas.

Por su parte, Jordi Matas, catedrático de ciencia política y también miembro del Observatorio, pone énfasis no solo en los órganos de seguimiento de los acuerdos, sino también en el hecho de compartir ente sobre temas estratégicos. Cree que una de las claves es compartir la comunicación del programa de gobierno y que todas las formaciones se sientan copartícipes de las áreas aunque no las piloten. A la vez, considera que es muy importante que todos los departamentos tengan acceso, de manera fácil, a las políticas públicas que impulsen el resto de conselleries. Y no solo esto: aconseja que cuando haya cuestiones conflictivas o sobrevenidas - como la crisis del coronavirus - se creen órganos en los que estén presentes todos los socios de gobierno. “Esto genera corresponsabilidad a la hora de tomar decisiones, porque se hace con conocimiento de causa”, dice.

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En cambio, Matas descarta que sea una buena idea entrelazar sistemáticamente cargos de un partido y del otro en un mismo departamento. Es decir, cruzar altos dirigentes de diferentes formaciones como una cremallera. Argumenta que cuando un conseller aterriza en un departamento quiere hacerse con su equipo de confianza y si hay gente de diferentes colores siempre se acaban generando grupos. Lo demuestra, dice, el estudio que hizo él mismo de los gobiernos de CiU, en los que a veces había presencia de Unió en departamentos pilotados por CDC y al revés. “Los de Unió quedaban arrinconados en las conselleries mayoritariamente de Convergència, mientras que los democristianos veían como un vigilante a la persona que se incorporaba de CDC”.

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Finalmente, Reniu apunta a una buena práctica que forma parte del Acord del Botànic -el pacto de gobierno del PSPV, Compromís y Podemos en el País Valencià- que cree que se podría reproducir en Catalunya: reunir a todos los consellers periódicamente -al estilo de unas estancias de fin de semana- y evaluar el cumplimiento de los acuerdos. Rendir cuentas de cara hacia dentro y también de cara hacia fuera, porque el resultado, explica, acaba siendo público.