Deshecha Cs

La desbandada de Cs: más de 80 bajas clave en tres años

Diputados, exdiputados y dirigentes naranjas han dado un portazo al partido

BarcelonaLa sensación de vacío que la derrota de Ciudadanos ha dejado en el panorama político trasciende los 135 escaños que el partido ha perdido en tres años en el batacazo de las generales y las seis elecciones autonómicas que las siguieron. La bajada en las urnas es excepcional, pero también lo es la cifra de bajas. Cerca de 84 dirigentes y ex dirigentes y destacados cargos institucionales han dado un portazo a las siglas, la mayoría ruidoso, en forma de tuits, comunicados y entrevistas criticando a la dirección. Se trata de algunos de los rostros más conocidos de la formación que, con su marcha, alimentan la desesperanza de un partido que, de momento, no remonta en las encuestas. Con la refundación a los hombros y planteándose incluso cambiar el nombre a la formación, Inés Arrimadas tendrá que ratificar su liderazgo en la asamblea de enero gracias al voto de las bases de un Cs raquítico, también internamente.

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El último en irse ha sido el ex vicepresidente de la Junta de Andalucía Juan Marín, que renunció a todos sus cargos después de quedarse sin representación en las andaluzas y ha sido recolocado al frente del Consejo Económico y Social de Andalucía de la mano del PP. Con su nombramiento, los populares andaluces han completado la absorción de la mayoría de sus ex altos cargos: los conservadores han mantenido a Rocío Blanco como consejera de Trabajo, y han resituado a la ex consejera naranja Rocío Marín en el Consejo Audiovisual de Andalucía. Los dos ex portavoces del grupo parlamentario naranja, Teresa Pardo y Sergio Romero, también ocupan cargos de la mano del PP. Cuatro diputados autonómicos más y el delegado de Justicia en Sevilla, Javier Millán, también han dejado durante este tiempo el partido.

La herida de Rivera

El de Andalucía ha sido el último golpe que ha herido el proyecto de Arrimadas en plena refundación, pero el origen de las fugas se encuentra en el verano anterior a las generales del 10 de noviembre de 2019, cuando Cs perdió 47 escaños. Los primeros en marcharse fueron el fundador Francesc de Carreras, el diputado en el Congreso Toni Roldán y el eurodiputado Javier Nart, críticos con la decisión de Albert Rivera de vetar pactos con el PSOE. Fueron las primeras voces de un debate interno que se mantiene todavía vivo: ¿el no a pactar con Pedro Sánchez fue la causa de la derrota? Aunque Arrimadas había defendido el veto en el pasado, la ejecutiva que ahora lidera ha acabado haciéndose suyo este diagnóstico. Pero el núcleo de Rivera defiende que es justamente haber rectificado y haberse ofrecido a los socialistas en tiempo de descuento lo que provocó el batacazo. Empezando por el ex secretario de organización y principal artífice de la transfusión de cargos naranjas al PP, Fran Hervías. A pesar de que Rivera siga militando en Cs, ya hace años que se ha distanciado del partido y no ha dado ninguna muestra de apoyo pública a su sucesora, y su entorno más cercano –Juan Carlos Girauta, Marcos de Quinto, Fernando de Páramo, José Manuel Villegas...– ya no forman parte de la formación.

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La derrota en Catalunya

La era Rivera acabó poco después del 10-N, pero las fugas se han mantenido, a menudo asociadas a una derrota en las urnas. La formación ya empezó con mal pie la campaña electoral de las catalanas de febrero de 2021 después de que la diputada naranja Lorena Roldán se marchara al PP. Perdieron 30 escaños. Desde entonces, doce de sus diputados más destacados en la anterior legislatura –entre ellos David Mejía, ahora en el PP, Sonia Sierra o la histórica Carmen de Rivera– han roto el carné, en algunos casos para pasarse a Valents o acercarse, también, a los populares. Y, a pesar de la campaña nostálgica de Cs, en la que la formación defendió un regreso a sus orígenes fundacionales, también se han dado de baja antiguos miembros de la ejecutiva como por ejemplo Miguel Ángel Ibáñez o Ángeles Ribes. Mientras, el concejal en Barcelona y miembro del consejo general del partido, Paco Sierra, fue expulsado esta semana entre acusaciones de haber intentado pasarse a otra formación. También en el País Vasco, donde la formación consiguió un escaño gracias a la coalición con el PP, lo perdieron: en octubre de 2021, su único representante, Luis Gordillo, fichó por los conservadores.

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El fracaso de Murcia

La operación frustrada para impulsar una moción de censura contra el PP en Murcia –el partido fue expulsado del gobierno– comportó el abandono o expulsión de varios diputados autonómicos, así como el adelanto electoral en Madrid. En este escenario y con la opa hostil del PP ya declarada, también se produjeron dos bajas en el Congreso y dos en el Senado –que se añadieron a la del senador catalán Xavier Alegre–. El terremoto fue acompañado de réplicas en el País Valenciano, cuando Toni Cantó y cuatro diputados autonómicos más, descontentos con el rumbo de la dirección, hicieron las maletas –Cantó se marchó al PP, pero recientemente también dejó el partido conservador para fichar por un medio afín a Vox–. Al goteo también se suman bajas en Castilla-La Mancha –donde el sector crítico con Arrimadas se hizo fuerte durante las primarias para escogerla como líder–, Aragón, Castilla y León, Asturias, las Islas Canarias, y las Islas Baleares –donde se expulsó a un diputado y también se marchó uno de los fundadores de Cs, Xavier Pericay–. Además, también han sufrido bajas en Ceuta y Melilla, donde el partido expulsó al alcalde-presidente Eduardo de Castro.

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La sangría constante de militantes, ex dirigentes, exdiputados e incluso miembros del sector crítico que hacen las maletas casi obliga a Arrimadas a la refundación tanto como las constantes derrotas en las urnas. El último adiós destacado fue el del eurodiputado Luis Garicano, gurú económico del partido que en julio dejó su acta en el Parlamento Europeo para hacer de profesor en la Universidad de Columbia. Malherido y cada vez más en los huesos por el constante escape de dirigentes, Ciudadanos busca ahora recuperar el rumbo con una refundación a principios de año que evite que la próxima parada sea la última: la desaparición.