El duelo oficial por la muerte del Papa: ¿es compatible con un estado aconfesional?
Los expertos dicen que encaja en la Constitución, pese a admitir que es una "decisión política"
BarcelonaLas condolencias por la muerte del papa Francisco se han extendido en todo el mundo. decisión que el Gobierno replicó en Catalunya y que ha afectado a los actos oficiales por Sant Jordi. ¿es posible la declaración de luto nacional por la muerte de una figura religiosa en un estado que, como el español, es aconfesional?
española", manteniendo relaciones de cooperación con la Iglesia católica –la única que se menciona explícitamente– y el resto de confesiones. "La Constitución no asume ninguna religión como estatal, pero valora positivamente el hecho religioso. Así lo ha establecido el Tribunal Constitucional", explica el profesor de derecho constitucional Pablo Nuevo, de la Universidad Abat Oliba CEU. explícito a los poderes políticos de desterrar la religión de lo público.
Pero todavía hay un factor más que puede justificar la decisión, según Iván Aybar, profesor de derecho en la UAB: "No debemos olvidar que el Papa representa el estado del Vaticano, con el que el estado español mantiene relaciones bilaterales". pontífice ya han confirmado la asistencia los reyes de España, así como las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños (aunque no el presidente español, Pedro Sánchez). Siguiendo con esta argumentación, la declaración del duelo oficial podría incluso tener cabida dentro de un estado laico si se adopta "desde la perspectiva de las relaciones internacionales entre estados soberanos", remarca el jurista.
"A nivel jurídico, no hay absolutamente ningún problema de compatibilidad", corrobora el profesor de filosofía política de la UPF Camil Ungureanu. "Un problema más delicado es el político. Claramente, aquí la decisión del consejo de ministros es una decisión política", añade el experto, quien subraya, también, que en el caso español se ha tenido en cuenta "la ejemplaridad" de Francisco y su defensa de los valores morales. "La justificación es secular", afirma. Es precisamente lo que defendió el gobierno del PSC ante las críticas de la CUP y de ERC a la decisión: "Su influencia supera al mundo cristiano", respondió la consellera y portavoz del Govern, Silvia Paneque.
La misa de Sant Jordi en Palau
En Catalunya, la declaración de tres días de luto por la muerte del Papa ha coincidido con otra decisión que puede rozar los límites de la aconfesionalidad: la incorporación de la misa en la capilla de Sant Jordi del Palacio de la Generalitat en el programa de actos del Govern para el día. Hasta ahora, esta misa se hacía a puerta cerrada, con la asistencia de los políticos que querían ir –el mismo Isla acudió el año pasado, antes de ser presidente–. Este año el Gobierno había anunciado que toda la misa se retransmitiría con señal institucional, pero finalmente la ceremonia se celebró también en intimidad en señal de duelo por la muerte de Francisco. En todo caso, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, justificó la incorporación de la misa en la agenda oficial por la resonancia cristiana del día de Sant Jordi. "No es tanto una misa institucional. El gobierno es aconfesional y tiene todo el respeto por todas las confesiones. Ahora, tampoco debemos negar las raíces cristianas", afirmó Illa, en el diálogo con el escritor Javier Cercas.
¿Qué dicen los expertos? Para Aybar, decisiones como ésta demuestran que, en España y en Catalunya, todavía hay instituciones que actúan como si el modelo de relaciones con las religiones fuera más bien "el propio de un estado confesional sociológico". Nuevo no ve problema, siempre que la asistencia de las autoridades, líderes políticos y de las fuerzas armadas sea opcional. Éste es, sostiene, el único límite que impone la Constitución española. Ungureanu cree que la "justificación democrática" de esa decisión es un "debate abierto". Y también apunta a otro flanco, el de la lucha entre las izquierdas y las derechas por reivindicar los valores religiosos. Un ejemplo es la asistencia de Donald Trump al funeral de Francisco: el presidente americano saca pecho de ir a pesar de haber estado abiertamente beligerante con la agenda social del Papa. "Estamos en medio de una guerra cultural. Y ya veremos qué ocurre y cuál será el próximo Papa", apunta Ungureanu. La conclusión, resume, es que la izquierda no quiere dejar a la religión (ni los 1.400 millones de católicos del mundo) en manos de las fuerzas reaccionarias.