San Jorge

El Sant Jordi a puerta cerrada de Salvador Illa y Javier Cercas

El presidente, Salvador Illa, durante el diálogo con Javier Cercas por el día de Sant Jordi
22/04/2025
3 min

BarcelonaEra muy difícil aguantar una hora entera sin hablar ni un minuto del catalán ni de Catalunya en una conversación que el Govern había decidido dedicar a Sant Jordi, pero ese silencio ha acabado siendo justamente el mensaje político del día. Desde que Salvador Illa anunció que grabaría un podcast con Javier Cercas para celebrar el Día del Libro que ha habido cierto alboroto. Era la primera vez en toda la historia que un presidente de la Generalitat rompía la neutralidad institucional congraciando a un escritor concreto, y había críticas para todos los gustos. Desde el punto de vista puramente mercantil, hace muy poco progresista promover a un autor de bestsellers por encima de otros nombres y sellos más independientes. Desde el punto de vista del relato político, elegir una de las voces más activamente beligerantes de los últimos años contra el Proceso chirriaba con las apelaciones a la grisura y la concordia que son marca de la casa. Desde el punto de vista de la conciencia lingüística, invertir el capital de la presidencia para promocionar un libro en castellano no parece demasiado coherente con combatir el retroceso alarmante del catalán. En un gobierno que hace virtud de la sordina, la elección de Cercas es una de las declaraciones más explícitas de programa político que se han realizado últimamente. Pero en vez de atacar esta retahíla de polémicas de kilómetro cero que flotaban, Isla y Cercas han repetido todos y cada uno de los tópicos de confort en torno al papa Francisco y Donald Trump; y aquí paz y después gloria.

Ya no era muy buena señal de que el acto se hiciera a puerta cerrada. La retransmisión ha empezado con el presidente Illa acompañado por Cercas y la moderadora, la escritora Emma Riverola, los tres caminando por los pasillos del Palau de la Generalitat como futbolistas por un tren de vestuarios. Pero en cuanto el balón empezó a correr se vio que sería uno de esos partidos en los que no hay nada en juego. No es que nadie esperara ninguna confrontación entre Cercas e Isla, ni que pudiéramos anticipar ninguna pregunta remotamente incómoda, pero el grado de indulgencia fue tan extraordinario que cuando Riverola le pidió a Cercas qué opinaba "un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso de él" como él a raíz de la muerte del Papa, a Cercas le ha faltado tiempo para aplaudir la celebración del legado cristiano. Tres declaraciones para dar una idea de la textura argumentativa de todo ello: "El legado de este papa es poner a los pobres en el centro de la Iglesia", "Una cosa es el Papa, y la otra es el personaje. El personaje es complejo", "Yo soy anticlerical, pero este papa era más anticlerical que yo". Al igual que el Vaticano cuando le dio acceso privilegiado para escribir El loco de Dios en el fin del mundo –el ensayo biográfico sobre Francesc que veíamos sobreimpreso en la pantalla–, Isla sabía que escogiendo a Cercas no tenía que sufrir para nada.

Aparte de condenar hasta seis veces a Donald Trump, con y sin la ayuda del Papa, los dos podcasters literarios también se han visto obligados a decir algo de Sant Jordi. Comparado con la severidad con la que han hablado de los problemas por los que ocurre el resto del mundo, en Catalunya resulta que todo son flores y violas. El gran argumento repetido ad nauseam ha sido que Sant Jordi es un día único en el mundo, que lo envidian a todas partes y que no se ha podido reproducir en ningún otro lugar a pesar de los intentos. Puede que un escritor y un político se hubieran aventurado a relacionar esta excepcionalidad cultural con algún hecho, digamos, de la cultura o de la política que ha parido esta fiesta. Pero no ha sido necesario pronunciar ni una sola vez las palabras lengua o cultura catalana porque Cercas tenía una metáfora teológica especialmente preparada para la ocasión: "Sant Jordi es un milagro". Y los milagros, como es sabido, son postnacionales.

El presidente Illa ha podido aprovechar la atmósfera de costillada para listar las maravillas de Sant Jordi sin enviar ningún mensaje controvertido ni entrar en su ámbito de actuación política. Continuando el tema del catolicismo, Illa ha reivindicado el día del libro y la rosa como un día para la fraternidad, suponemos que porque la libertad y la igualdad ya están plenamente implementadas; ha dicho que habla a menudo con Cercas de la importancia de utilizar un lenguaje respetuoso y no banalizar los insultos, y ha acabado haciendo saltar el neopujolómetro reivindicando los libros como una forma de mejora personal más que de disfrute. El acto ha acabado con la moderadora pidiéndoles que recomendaran un libro a Donald Trump, pero ninguno de los dos ha sabido aprovecharlo para decir nada fuera del guión.

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