Jordi Muñoz: "Explicaremos con todo detalle la cocina de las encuestas del CEO"
BarcelonaJordi Muñoz (Valencia, 1979) es desde hace una semana el nuevo director del Centro de Estudios de Opinión (CEO). Atiende el ARA en la que es su primera entrevista en el cargo.
¿Quién le ha hecho el encargo?
— El president de la Generalitat, porque el CEO está adscrito a Presidencia y, por lo tanto, el director se nombra a propuesta del president.
¿Quién es su jefe a partir de ahora?
— El CEO es un organismo autónomo. Mi jefe es un consejo rector ante el cual tengo que rendir cuentas y el que me tiene que aprobar los presupuestos, los planes de trabajo, los planes de encuestas, etcétera. Y este consejo rector está compuesto por una persona nombrada por cada grupo parlamentario, tres personas nombradas por el Govern y tres académicos del ámbito de la ciencia política y la sociología nombrados también a propuesta del Govern.
¿Cuánta gente trabaja en el CEO?
— Trece personas.
¿Qué presupuesto tiene?
— Alrededor de un millón y medio.
¿Podemos compararlo con el CIS?
— El CIS tiene diez veces más presupuesto.
¿Nosotros sabemos todas las preguntas que hacen o hay preguntas y respuestas que se guardan y solo se enseñan al president?
— Se sabe absolutamente todo. Todos los cuestionarios, todas las respuestas, todos los datos, anonimizados para cumplir con la legislación vigente, están colgados en la web del CEO y forman parte, además, del registro de estudios de opinión y, por lo tanto, cualquier ciudadano puede acceder a ellos. Nuestro modelo es de transparencia total.
¿Tiene ganas de probar cosas nuevas?
— Sí, hay algunas cosas que tengo en la cabeza y la primera es muy obvia: las encuestas no las podemos hacer como las hacíamos hace veinte años. Todos llevamos en el bolsillo un teléfono inteligente, tenemos que ser capaces de usar esta herramienta para mejorar la calidad de las encuestas. Cada vez tenemos más problemas con las encuestas que hacemos por teléfono porque la gente no responde, no tiene teléfono fijo, no están en casa o no nos atienden la llamada. Y los móviles tienen su complejidad porque estamos muy sometidos al bombardeo de telemarketing. Tenemos la responsabilidad de ofrecer solo encuestas de alta calidad. No podemos conformarnos con hacer lo mismo que hacen el sector privado o los diarios.
¿Y la segunda?
— Debemos abrir la concepción de lo que es opinión política. La opinión política no es solo lo que piensa la gente sobre los partidos, sobre el presidente, sobre a quién votarán o qué piensan del jefe de la oposición, sino también qué piensa la gente sobre el cambio climático, las cuestiones de género, la educación... La ciudadanía tiene opiniones que tienen valor sobre todos estos ámbitos y más, y que nosotros tenemos que poder recogerlas porque también es una manera de que los políticos escuchen más los ciudadanos.
¿Y en cuanto a la cocina?
— Innovaremos en la transparencia de las estimaciones de voto. La famosa cocina de las encuestas es todo el proceso que hacemos desde los datos que recibimos en bruto hasta generar la predicción, y esto son básicamente tres cosas: ajustar la muestra, interpretar los indecisos –por ejemplo si alguien no nos dice a quién votará, pero nos dice que le gusta mucho Salvador Illa, tú puedes razonablemente hacer una hipótesis sobre qué es más probable que vote esta persona– y convertir esto en escaños. Nosotros lo que haremos será explicar con todo detalle cada una de las decisiones que hemos tomado sobre cómo hacer la cocina en cada uno de estos pasos para que la gente sepa de dónde salen los números.
¿Qué va por delante en creación de opinión, la sociedad o los partidos?
— Hay una gran capacidad de condicionar la opinión pública por parte de líderes de opinión, pero tampoco tengamos una visión tan pesimista sobre la capacidad de la ciudadanía de procesar críticamente las cosas, porque la evidencia acumulada a lo largo de mucho tiempo y de muchos países nos dice que la gente quizás no presta demasiada atención a la política, pero con la poca información que recibe es capaz de hacerse su idea.
¿Cuáles son las preocupaciones reales de la gente?
— Es un concepto un poco artificial. Depende del contexto. Sí que es cierto que las cuestiones relacionadas con el bienestar económico, con el trabajo... este tipo de cuestiones siempre están en lo alto de las preocupaciones de la gente. Pero la memoria histórica o la independencia también son preocupaciones reales y la prueba es que estas son cuestiones de las cuales la gente habla en las cenas de Navidad. Son cuestiones que sacan a miles y miles de personas a la calle, que hacen que la gente vaya a votar masivamente en las elecciones, etcétera. La gente es capaz de tener varias preocupaciones simultáneamente.
¿El CEO continuará preguntando sobre cosas que el Parlament no puede aprobar ni sobre las cuales puede discutir como por ejemplo la autodeterminación o la monarquía?
— Sí. Tenemos la obligación de preguntar sobre los temas importantes de debate en la sociedad catalana. La pregunta sobre la independencia tiene interés periodístico, político y social, y seguiremos haciéndolo tal como hemos hecho hasta ahora.