La extrema derecha contra los 'piolines'

BarcelonaLas imágenes de la Policía Nacional cargando contra los manifestantes (de extrema derecha los más activos, pero no todos) a las puertas de la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid deben de haber provocado más de un cortocircuito mental ("porputodefenderaespaña" que decía uno) y alguna media sonrisa entre independentistas u otros colectivos más acostumbrados a los choques con las fuerzas del orden. El caso es que la extrema derecha no está programada (ni seguramente preparada) para enfrentarse a aquellos que considera sus aliados y al uso de tácticas de guerrilla urbana más propias de los grupos antisistema, al contrario, su objetivo es defender el orden establecido y dar cobertura al Estado desde los márgenes de la ley, confiando en que siempre obtendrán una respuesta benévola (mirad el asesinato de Guillem Agulló, por ejemplo), de ahí la estupefacción de algunos ayer, y cómo incluso hubo quienes se volvieron contra la policía utilizando el apelativo que más les duele: "Piolines, que sois unos piolines, tendrían que haberos lanzado al mar a todos en Barcelona", gritó otro para alegría de los apaleados durante el 1-O.

El marco mental de los que se manifestaban en Madrid era el siguiente: España está en peligro (y así lo repiten una y otra vez los altavoces de la derecha mediática) y, por lo tanto, hay que salir a la calle a defenderla. Lo vivido ayer en Madrid es lo más parecido al asalto al Capitolio o a Brasilia que ha pasado en España, y ahora la incógnita es saber si irá a más o es una espiral que quedará truncada. De entrada, llama la atención que el PP no haya condenado las manifestaciones ni se haya desmarcado claramente. Es un poco lo que le ocurría al independentismo durante las protestas violentas postsentencia: allí en la calle había también gente suya. Personas mayores lectoras del Abc, familias con niños, cayetanos, etc. Hay una norma en política que dicta que nunca puedes ir en contra de los tuyos, aunque hagan cosas que no te gustan.

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Ahora bien, queda claro que para la derecha se manifestaba ayer gente de bien que no merece ser tratada como los "CDR". En cambio, ¿las familias y los abuelos del 1-O sí merecían recibir palos y pelotas de goma? De las peores cosas que han pasado estos años ha sido el intento de deshumanizar al adversario. Los independentistas no eran personas normales ni ciudadanos con derechos, sino una especie de zombies adoctrinados a los que solo se podía despertar de su pesadilla a porrazos. Ahora bien, cuando las porras caen sobre las cabezas de los míos, la cosa cambia. Entonces la mala es la policía. Hay que verlo para creerlo. Sin embargo, el relato no será este, sino que la responsabilidad será para el ministro Marlaska, el delegado del gobierno en Madrid y los "disturbios profesionales". Vox ya ha hecho este mediodía un llamamiento a los suyos a "no caer en la provocación" porque el objetivo de Sánchez es enfrentar "a la policía con su pueblo".

Y, como siempre ocurre en política, cabe preguntarse: Cui prodest? ¿A quién beneficia todo esto? La tensión en la calle deja a Feijóo emparedado entre Sánchez y Vox, en tierra de nadie. En cambio, al presidente español el espectáculo le sirve para reagrupar a las filas socialistas aún más y para lanzar su mensaje favorito: "Si no soy yo, son estos los que vendrán. ¡Vosotros mismos!"