Feijóo y ERC luchan por no perder foco (sin demasiado éxito)

MadridEl resultado del 23-J iluminó especialmente dos nombres para la nueva etapa, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, y, por el contrario, desdibujó a Alberto Núñez Feijóo y a ERC, que intentan cómo sea mantenerse dentro del tablero.

La gran paradoja de Puigdemont es que fue el buen resultado de Pedro Sánchez el que le ha rehabilitado políticamente y le ha colocado en una posición determinante. Con una mayoría PP-Vox, ambos estarían hoy en una situación muy difícil. Pero precisamente la capacidad de resistencia es algo que comparten. Nunca los puedes dar por muertos.

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En cambio, Alberto Núñez Feijóo, tal y como previeron los estrategas socialistas, se está chamuscando él solito con la operación investidura. Su viaje a Canarias resultó fatal. No sólo porque resultaba ridículo hacer el viaje para reunirse con un partido que tiene un único diputado y que no le resuelve nada (sólo la capacidad de obligar a Junts a tener que votar a favor de Sánchez en vez de abstenerse, cosa que no es sustancial), sino porque cuando intentó marcar un perfil propio y admitió que era necesario ofrecer a Catalunya un “encaje”, las alarmas se dispararon al partido y se vio obligado a rectificar. Feijóo ya ha aprendido que encaje es otra de las palabras que no puede decir, como ya le ocurrió a Bendodo con plurinacional.

El bucle melancólico de ERC

En el caso de ERC el partido parece sumido en cierto bucle melancólico tras el giro de Junts. Se constata que teníamos razón, vienen a decir, pero ahora todo el foco es para Puigdemont. Sus intentos por intentar no perder protagonismo están condenados a un cierto fracaso, porque nunca podrán competir con el aura de Waterloo, con la fuerza simbólica que supone que el presidente que fue depuesto por el 155 sea ahora quien tenga la sartén por el mango.

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La política es un constante sube-baja, y me atrevería a decir que es en los momentos bajos cuando se demuestra la fortaleza de un proyecto político. El éxito actual de Salvador Illa no puede explicarse sin la etapa anterior de Miquel Iceta, al igual que el impacto de Oriol Junqueras no hubiera sido posible si Joan Puigcercós no hubiera aguantado la posición ante la amenaza de Solidaritat y Reagrupament el 2010. Ahora ERC, que aspiraba a ser el partido hegemónico de Catalunya fusionando las almas soberanista y de izquierdas, se ve arrinconada por sus dos competidores a ambos lados, el PSC y Junts. Se demuestra que ser la mejor síntesis del país no asegura la victoria porque el punto medio puede ser un conjunto vacío.

La realidad es que ahora es el momento Puigdemont, y ERC haría bien en asumirlo. Ellos han ocupado mucho tiempo el foco y esto no les ha ido especialmente bien. Ahora le toca a Junts ser el centro de atención, algo que también tiene sus hándicaps, porque les obliga a tomar decisiones y, por tanto, a asumir tensiones internas y un cierto desgaste. En cambio, en la sombra a veces se trabaja mejor y con mayor comodidad.

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1.
Los Aznar-Botella ganan seis veces más

Esta semana el protagonismo político ha sido para el expresidente español Felipe González, pero otro expresidente, José María Aznar, tiene motivos para estar satisfecho, porque su sociedad, Famaztella, ganó 185.000 euros en el ejercicio del 2022, casi seis veces más que el año anterior. Esta empresa no tiene trabajadores y lo único que hace es explotar los derechos de José María Aznar y Ana Botella.

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2.
Albiol medalla Mohammed Ali

El alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, anunció en Twitter esta semana que había recibido en el Ayuntamiento a un joven trabajador municipal que defendió a una mujer cuando estaba siendo atracada por dos individuos. El joven se llama Mohamed Ali, como el mítico campeón de los pesos pesados. Lo curioso es que Albiol se hizo un nombre en la ciudad con un discurso claramente antiinmigración y xenófobo.