El Gobierno español, en el peor momento de la legislatura

La derecha aprovecha la crisis económica y el caso Pegasus para asediar un ejecutivo que va de crisis en crisis

Madrid"Estamos en un momento delicado, pero saldremos de esta". Esta frase de un diputado socialista resume el estado de ánimo general en el Gobierno español y a los grupos parlamentarios socialista y de Unidas Podemos. Y es que todos son conscientes de que atraviesan el peor momento de la legislatura, con peligro real de caer en una dinámica de decadencia y agonía como la del final del felipismo. Todavía no se ha llegado a este punto, claro, y en Madrid nadie se atreve a dar por muerto a Pedro Sánchez por su demostrada capacidad de renacer de las cenizas y superar las adversidades con golpes de efecto. Pero hay una sensación de que se le está acabando la baraka, que se están agrietando los frágiles equilibrios que permitieron su investidura.

Todo cambió el 24 de febrero cuando los tanques rusos cruzaron la frontera de Ucrania. El plan de la Moncloa de encarar los dos últimos años de legislatura regando España con fondos europeos con Sánchez ejerciendo una especie de despotismo ilustrado se fue a pique. La inflación, que ya se estaba disparando, se desbocó y los bolsillos de los ciudadanos se empezaron a vaciar. Encima el PP acababa de decapitar a un líder ideológico y poco habilidoso, Pablo Casado, para colocar a un moderado con fama de gestor, Alberto Núñez Feijóo. Y así llegamos al 18 de abril, cuando estalla el Catalangate.

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Es muy difícil encontrar alguien, dentro y fuera del PSOE, que defienda la gestión de este escándalo por parte del Gobierno español. Como mucho se admite que no se podía hacer mucho más. "No es una buena idea enfrentarte a los espías, te pueden hacer mucho daño", afirman desde el PSOE. Según fuentes conocedoras, Margarita Robles se resistió hasta el final a aceptar que tenía que cortar la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban. Su alejamiento de la Moncloa y el resto de los compañeros de gabinete es tal que ningún ministro acudió a la toma de posesión de la nueva jefa de los espías, Esperanza Casteleiro. Solo fue la cúpula militar y del propio CNI.

Robles sale desgastada de la crisis, está cada vez más sola, pero nadie cree que la cesen. Como mucho se considera que, si hay un nuevo Gobierno Sánchez, ella no repetirá en el cargo. A pesar de la crisis, en el PSOE son optimistas y creen que será relativamente fácil rehacer los puentes con ERC. El martes la entrevista de Oriol Junqueras a El País fue recibida como la pista de aterrizaje ("con azafatas y todo", según un miembro del Gobierno), para reconducir la relación. ¿Exceso de optimismo?

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En este asunto se repite lo que es una constante de la relación Catalunya-España. Lo que aquí se considera un gesto de mínimos e insuficiente, como la destitución de Paz Esteban, allí se ve como lo máximo que pueden ofrecer. Hacer rodar la cabeza de una funcionaria sin ni siquiera decir cuál es el motivo real, sino orquestando una maniobra, el espionaje a los miembros del Gobierno, para tener una justificación oficial. ERC espera más gestos, pero también empieza a ser consciente de los límites del PSOE y del peligro real de que PP y Vox lleguen a la Moncloa. La derecha ha olido sangre y ha iniciado una operación de asedio a Sánchez, pero más sutil y sin perder el oremus.

Nervios en Unidas Podemos

Desde Unidas Podemos también están nerviosos porque temen que el PSOE no sea capaz de rehacer la confianza con ERC. “Nos dicen que lo arreglarán, que confiemos, pero creo que no saben cómo”, explica un miembro de Podemos. Esto es lo que explica la beligerancia de Jaume Asens esta semana con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Saben que, si el PSOE no se mueve, peligrará toda la arquitectura sobre la que se basa el gobierno de izquierdas. El president de la Generalitat, Pere Aragonès, insistió ayer en que la destitución de la directora del CNI no es suficiente. "Que no nos pongan a prueba. Cuando nos han puesto a prueba, han visto qué ha pasado". Pero el Gobierno español no piensa ir más allá de momento. Su máxima preocupación, ahora mismo, son las elecciones en Andalucía del 18 de junio. Las encuestas pronostican un batacazo del PSOE y de la izquierda en general, y hay preocupación por dónde meter en este escenario el encuentro con el president de la Generalitat para acabar de cerrar la crisis, que a buen seguro que será aprovechada por la derecha para denunciar una nueva humillación ante los independentistas.

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El as con el que cuenta ERC y también UP es que Sánchez necesita alargar al máximo la legislatura. ¿Por qué? Porque confía en que los pactos PP-Vox en comunidades y ciudades después de las municipales y autonómicas del año que viene acabarán desgastando a Núñez Feijóo. "Si para salvar su lugar tiene que prescindir de Robles, lo hará, igual que destituiría a su propia madre", afirma una persona que lo conoce. Y en esto todo el Gobierno está unido, pero no todo el PSOE. Algunos barones que temen por su cargo, como Emiliano García Page, sí que han osado levantar la voz contra las "cesiones" a ERC. Queda por ver, pues, si Sánchez conseguirá de nuevo encontrar la solución con ERC para lanzar el mensaje de que su gobierno va para largo. Él sabe mejor que nadie que en política quien resiste suele ganar.