El Govern y la CUP ensanchan su distancia en el Parlament
Aragonès descarta en el debate de política general la propuesta de referéndum de los cuperos
BarcelonaSi por algo será recordado este debate de política general es porque ha certificado lo que ya se intuía desde hacía semanas: la divergencia estratégica entre el Govern y su socio principal, la CUP. El Parlament ha sido el escenario propicio para ensancharla y solemnizarla. Este miércoles los cuperos han redoblado su apuesta para reactivar la vía unilateral en forma de consulta ciudadana impulsada de nuevo por la Generalitat: "Ponga una fecha al referéndum, president", ha reclamado el diputado Carles Riera. Pero no solo no han encontrado receptividad en Pere Aragonès, sino que han encontrado un portazo a la idea y una amonestación por las formas con las que lo han impulsado. No habrá un referéndum de independencia convocado unilateralmente por el Govern en esta legislatura. A pesar del choque evidente, el Govern todavía aspira a que los cuperos sean los socios con los que aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2022. No lo tendrá fácil.
El segundo asalto del debate ha tenido un tono áspero. El president Aragonès, por ejemplo, ha explicado que no le gustó enterarse por los medios de la propuesta de los cuperos. El principal motivo para rechazarla, sin embargo, es que la idea de convocar un referéndum –haya entendimiento con el Estado o no– no figura en el acuerdo de investidura que ERC y la CUP firmaron en el mes de marzo. "El acuerdo dice lo que dice. No hablaba de fechas concretas", ha recordado. Ese pacto daba un margen de dos años a la mesa de diálogo y asumía el compromiso de preparar una alternativa en forma de "embate democrático". No iba mucho más allá. Lo que Esquerra no esperaba es que la vigencia de ese entendimiento no llegara prácticamente ni a otoño. "Cumpliremos lo que dice el acuerdo [de investidura]. Si hay condiciones nuevas, se trabajarán en su momento", ha concluido el president, instalado en la vía de negociar un referéndum pactado con el Estado.
A pesar de todo, la CUP no ha dado señales de aflojar y ha exigido que el ejecutivo asuma que la negociación con el Estado no funcionará y que hay que preparar ya las condiciones para hacer una nueva consulta. Y como Aragonès, también ha elevado el tono de los reproches, con la diputada Eulàlia Reguant lamentando "la soberbia" con la que el president se ha quitado de encima su idea. Reguant incluso ha introducido un matiz en su propuesta y es recomendar al president que use el referéndum unilateral "como medida de presión" al PSOE en la mesa de diálogo. Es decir, que el Govern le traslade al Estado que si no le avala la autodeterminación pactada, la tendrá por la vía de los hechos. Tampoco así lo ha conseguido.
La divergencia estratégica entre el Govern y la CUP tendrá un tercer episodio en la última jornada del debate, este jueves, cuando sea la hora de votar las propuestas de resolución que ha presentado cada uno para intentar que el Parlament las apruebe. JxCat y ERC se decantan por abstenerse en la propuesta de la CUP sobre el referéndum y, si se confirma, no prosperará. A la vez, han presentado una alternativa para que la cámara certifique que "solo un referéndum de autodeterminación acordado con el estado español puede sustituir el mandato político" del 1-O. Pero lo que define mejor el momento independentista es la propuesta de resolución que nadie ha presentado: una conjunta con la firma de los tres partidos. La constatación que nogGo hay una hoja de ruta compartida.
Y, a pesar de que el frente principal es la divergencia entre la CUP y el Govern, siempre se tiene que poner un ojo en la relación entre los dos socios del ejecutivo. Aragonès este miércoles ha rehecho puentes con Junts alabando el papel del exilio y en concreto de Carles Puigdemont. Junts también ha mantenido un tono más conciliador con el president –le ha agradecido que viajara al Alguer para apoyar al ex president–, pero también le ha reclamado un cambio de actitud. "Este es un gobierno de coalición, no de subordinación", ha dicho el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet. Desde Junts consideran que el president hace demasiado énfasis en la mesa de diálogo en sus discursos –la estrategia de ERC, recuerdan– y que obvia la "confrontación" con el Estado que defienden ellos.
¿Y los presupuestos?
El choque sobre el horizonte nacional de Catalunya añade presión a la negociación de los presupuestos del 2022, que el Govern y la CUP tienen pendientes. A pesar de enmendar la idea del referéndum, Aragonès ha insistido en que su prioridad es pactarlos con los anticapitalistas y en ningún momento ha valorado la posibilidad de hacer un giro y sondear al PSC. "Queremos que los presupuestos sean aprobados con la mayoría de la investidura", ha dicho, en alusión a los 74 diputados que suman ERC, JxCat y la CUP. Ahora mismo, sin embargo, la CUP no parece el socio más próximo para sacar adelante una negociación tan complicada. De hecho, Riera ha lamentado que no estén encontrando en ERC "un socio fiable ni creíble". "No hay un giro a la izquierda ni independentista", ha reprochado al president.
Ante la desunión independentista, el PSC lo ha aprovechado para ofrecerse como socio alternativo para las cuentas. "Si no consiguen con su mayoría aprobar el presupuesto para que esté vigente el 1 de enero de 2022, sabe que lo podemos discutir", ha afirmado el jefe de la oposición, Salvador Illa. A pesar de la oferta, Aragonès no está dispuesto a aceptarla. No solo ha insistido en que quiere aprobar las cuentas con la CUP, sino que ha hecho un discurso crítico hacia los socialistas catalanes. "Su discurso me ha decepcionado mucho. Usted no tiene una propuesta alternativa", ha espetado al exministro de Sanidad. El debate de política general ha certificado que Catalunya no tendrá un referéndum unilateral a corto plazo y también ha dejado tocado que pueda tener, al menos, unos presupuestos.