Guerra y González llaman a rebelarse contra Sánchez: "Él es el disidente"
Ambos exdirigentes socialistas convierten la presentación de un libro en un aquelarre contra el presidente español
MadridHay que admitir que Alfonso Guerra, con 83 años cumplidos, es todavía un adversario temible, con una lengua afilada y una mala leche infinita, capaz de levantar al público de la silla con sus cuchillazos. Eso sí, los que ahora le aplauden no son los trabajadores de Dos Hermanas (Sevilla) sino los representantes de la derecha madrileña más rancia e incluso alguna aristócrata como Eugenia Martínez de Irujo. Este miércoles Guerra ha convertido la presentación de un libro y un documental sobre sí mismo, La rosa y las espinas. El hombre tras el político (La esfera de los libros), en un aquelarre contra Pedro Sánchez y su intención, todavía no explicitada pero sí avanzada de forma implícita, de aprobar una amnistía para las personas encausadas por el Procés. "La amnistía significa una humillación deliberada de la generación de la Transición", ha proclamado el exvicepresidente con voz atronadora.
A su lado asentía todas sus invectivas el expresidente Felipe González, en una imagen que pretendía simbolizar la unión del viejo PSOE contra Sánchez. En la platea del Ateneo de Madrid, lleno hasta los topes, no faltaba nadie: el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el expresidente de Aragón Javier Lambán, el recientemente expulsado del partido Nicolás Redondo Terreros, el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra... e incluso miembros del PP como Adolfo Suárez Yllana o de Cs como Francesc de Carreras. González ha sido más diplomático que Guerra, que llevaba su discurso escrito, y se ha limitado a lanzar dardos contra la vicepresidenta Yolanda Díaz ("Todo el día está dando lecciones de política cuando nunca ha ganado unas elecciones"), a dejar claro que la amnistía no es aceptable y en pedir grandes acuerdos entre PP y PSOE.
La artillería, como en su época de secretario general del partido, era cosa de Guerra. "Yo no he sido ni disidente ni desleal; disidente es el otro [Sánchez], que va cambiando de opinión", ha clamado tras recordar que el presidente español negó en su día los indultos como hace poco negaba el amnistía. Curiosamente, no hacía ni una hora que el propio Sánchez había abierto la puerta a la amnistía desde Nueva York y había desdeñado a la vieja guardia socialista recordando que "los que los llevan a los altares son los que les ponían en la diana antes". Y olvidando que ellos dos protagonizaron el cambio de opinión más bestia de la historia del PSOE respecto a la OTAN.
El pacto PP-PSOE
Pero Guerra estaba lanzado a su más puro estilo populista y españolista: "Todo empezó con el Pacte del Tinell y con el cordón sanitario al PP", recordó antes de insistir en la falacia de que "los niños en Catalunya no pueden ni hablar en castellano en el patio". Y tras denunciar, como hace la extrema derecha, que Sánchez había aprovechado la pandemia para fortalecer al ejecutivo y debilitar al poder legislativo, propuso una especie de compromesso storico entre PP y PSOE basado en una doble renuncia: la derecha acepta condenar al franquismo y la izquierda aparca para siempre "la fantasía de la República".
González ha remachado el clavo: "No puede haber amnistía porque no cabe en la Constitución y no es aceptable. No podemos dejarnos chantajear, y mucho menos por minorías en vías de extinción", en referencia a los nacionalismos. El expresidente español ha recordado en Guerra que la última campaña que hicieron juntos fue la última de Zapatero, para luego añadir: "No sé si hay que arrepentirse o no". Es evidente que a ninguno de los dos les gusta todo lo que vino después de ellos. Este miércoles, sin embargo, la derecha madrileña les ha acogido en su seno.