Universidad Catalana de Verano

Jordi Casassas: "La inmigración no es ni ha sido nunca un problema en Cataluña"

Presidente de la Universidad Catalana de Verano

Pradera de ConflentEl presidente de la Universidad Catalana de Verano, el historiador Jordi Casassas, recibe al ARA en una de las pocas mañanas en las que tiene un agujero durante la semana de frenética actividad de esta cita que, desde hace 57 años, reúne lo mejor del catalanismo en Prada de Conflent.

La edición de este año que acaba hoy lleva por título ¿Hacia la postdemocracia? La resistencia en los Países catalanes. ¿Cómo se hace frente al populismo desde el catalanismo?

— Alguien puede decir que es un tema más coyuntural, pero llevamos muchos años permitiendo que esta situación avance. La democracia es muy débil. A nosotros nos parece que es algo establecido, pero la democracia necesita que haya gente que lo crea, dispuesta a recibir derechos pero también a cumplir obligaciones. Esto se ha ido perdiendo. Lo que debemos hacer, ante todo, es ser conscientes de ello y pensar que el catalanismo se ha construido precisamente en el proceso de democratización. Incluso el catalanismo conservador, no sólo el más progresista, y eso es lo que debemos recuperar.

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¿Que exista una extrema derecha independentista es una anomalía histórica?

— Nunca se había producido. gente que piensa lo que piensan estos grupos, siempre ha habido. Lo que ocurre es que ahora esto se estructura en una estrategia electoral que tiene gente que la vota, dentro de una tendencia de simplificación populista de la vida. Lo ha provocado la degradación de la vida pública y colectiva.

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¿Debe la UCE dejar fuera a Aliança Catalana, aunque crezca?

— Estamos abiertos a propuestas y al diálogo, pero si no hay corrección, deben ponerse límites. El límite es la agresión y la agresión es la avanzada de la postdemocracia. En la construcción de una sociedad debe existir un elemento de cohesión. No puede ser el sálvese quien pueda permanente, porque entonces no hay pueblo.

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¿Cree que existe un deterioro de la conciencia nacional entre los jóvenes?

— No lo estamos haciendo bien. La gente que se siente catalanista siente pueblo, tiene un sentimiento de pueblo. Lo que ocurre es que cada vez más somos Astérix y Obélix, estamos un poco más aislados. Es una deriva de la sociedad occidental, de la sociedad de la Ilustración, de la razón y de la democracia. Se va a hacer puñetas.

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Es una reflexión muy pesimista.

— Sí, es pesimista. Por eso he puesto un interrogante al final –¿Hacia la postdemocracia?—, para dejar una puerta abierta. Y también se habla de resistencia de los Països Catalans.

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¿Cómo ve el gobierno de Salvador Illa? En la UCE, este año estuvo la consejera Esther Niubó.

— El PSC creo que ha hecho una opción más PSOE que PSC. Es un gobierno autonomista y quiere hacer carreteras y que funcione Cercanías. Y que las cosas funcionen significa eso de "dejémonos de historias". Por tanto, en este sentido, es antiindependentista, pero también es antirreivindicador de lo radical. Pero las reivindicaciones radicales no son sólo las nacionales, sino también las que dicen que España, montada de esta forma, no nos gusta, y que al menos debemos ser confederales.

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Es un Gobierno que, al principio, no quiso hablar de Catalunya Nord.

— Es evidente. Y pone en no sé qué fiesta uno tablao flamenco-catalán y cosas de estas. Esto indica una intención muy determinada. Que un gobierno de la Generalitat, con toda la inercia que tiene detrás, se ponga así a frenar la historia... Esto no va.

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¿Nota un interés creciente dentro del catalanismo sobre cómo abordar la inmigración?

— En Europa se está convirtiendo en tema importante. El presidente Puigdemont decía algo de sentido común: necesitamos que haya posibilidad de gestión, y también existe un problema de sensibilidad. Cataluña es una tierra de paso que desde el siglo XIX tiene una baja natalidad, siguiendo el modelo francés. Es un país industrial que se ha conformado en el mundo contemporáneo con la inmigración. Ahora es una inmigración, si se quiere, distinta. Y debemos ser conscientes de que en Cataluña el tema de la inmigración no es un problema. Nunca ha sido un problema.

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¿Qué piensa de este debate?

— Cataluña ha tenido una capacidad de integración de esta inmigración, en tiempos predemocráticos y democráticos. Sin embargo, la de ahora tiene unas proporciones que hace que esta integración sólo se pueda hacer si se tiene estado. Y en caso de no tenerlo, tener todas las competencias y herramientas para hacerlo. Y, a ver, hay algo: en Catalunya hay guetos. La única suerte, podríamos decir, es que [los recién llegados] llevan a sus hijos a la escuela, de ahí salen los niños cantando el Sol soley haciendo la Castañada. Es algo que el catalanismo ha hecho siempre. ¿A quién le puede extrañar que se reivindiquen herramientas para ello?