Crónica

Junqueras, Carlos III, el bacalao y la derrota de 1714

El líder de ERC hace un tour por Barcelona explicando el asedio de la ciudad

BarcelonaProbablemente, esta no será una Diada fácil para ERC por el pulso que mantiene con la ANC y, quizás por eso, dos días antes el presidente del partido, Oriol Junqueras, ha decidido dedicar la tarde a aquello que más le gusta: hacer de profesor de historia. Ha citado a gente por las redes a compartir con él una ruta por los espacios de Barcelona del asedio de 1714. No hay prensa, no hay americanas ni corbatas, ni la amenaza de tener que sentarse en una entrevista o en una reunión inoportuna. Manos en los bolsillos y una sonrisa.

No debe de traerle malos recuerdos este tipo de tours, que hace años hacía más habitualmente. Hace más de una década conoció a la que acabaría siendo tiempo después su secretaria general, Marta Rovira. 11 años de tándem los contemplan. Hoy la ruta empieza en Arc de Triomf, donde se inicia el asalto de 1714 porque "la tierra era más blanda" y "más fácil cavar trincheras". Enseguida una lección sobre murallas –delgadas, gruesas, altas y pequeñas– cómo si se tratara de Victus, la novela de Albert Sánchez Piñol. Y también un principio de realidad con el cual ERC ya hace tiempo que se siente cómoda: ante las tropas borbónicas, la cosa estaba complicada desde el principio.

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A partir de aquí salta de Jaime I a Fernando el Católico, de la monarquía hispánica a la francesa, de Luis XIV a Felipe V, de Gibraltar al hoy ya rey Carlos III, de la importancia de la proteína del bacalao en el comercio de aguardiente. Lo que tenía que ser el prólogo dura treinta minutos y el tiempo se le echa encima. La comitiva avanza por la calle del Rec Comtal y dos militantes de base se reconocen. "Yo he salido de Twitter", le confiesa uno. "Quema mucho", le admite el otro. A pesar de los esfuerzos de Junqueras, es difícil imaginarse que estemos en la Barcelona del siglo XVIII. Un conductor de patinete pita a los oyentes y protesta porque invaden la calzada sin advertir –o no– que él circula en dirección contraria. La Barcelona del siglo XXI se impone.

El mundo nos mira

En la plaza de Sant Pere, ante el monasterio de las Puel·les, empieza el desenlace. Si los barceloneses eran 35.000, las tropas borbónicas 40.000 y las bombas que echaron, 30.000. El final no es una sorpresa. ¿Por qué seguir luchando sin apoyos? Por tres motivos fundamentales: por el convencimiento que todos los sacrificios hasta entonces no habían sido en vano; por el convencimiento de que la coyuntura internacional en algún momento podía cambiar, y por la voluntad de resistir. Él lo resume en tres expresiones: "Algun día lo volveremos a hacer", "El mundo nos mira" y "Resistir es vencer". A todo el mundo le suena. Solo han pasado 300 años.

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Ni un incidente, aparte de alguno que grita "¡Hala Madrid!" y que, seguramente, va más perdido que el conductor del patinete. Con la duda de si está la futura secretaria general del partido entre el público, la ruta acaba con una prometida: "Otro día nos volveremos a ver". Marcha de nuevo hacia Arc de Triomf. Hoy hay sesión doble.