Diada

¿Cuándo empezó el divorcio entre ERC y la ANC?

La relación entre las dos organizaciones estalla después de acumular conflictos desde 2014

Aragonès y Vilagrà con Paluzie y Fernàndez al Palau de la Generalitat
09/09/2022
4 min

BarcelonaA pesar de que dos expresidentas de la ANC o bien han tenido el carné de ERC en el pasado –Elisenda Paluzie– o bien todavía lo tienen –Carme Forcadell–, las relaciones entre la entidad y el partido nunca han sido fáciles. El enfoque de la manifestación de la Diada de este año ha provocado una crisis entre las dos organizaciones, pero lejos de ser una fractura repentina ha sido un divorcio cocinado a fuego lento desde hace años con algunos episodios clave.

Nacida en 2012, los republicanos solo se han sentido cómodos en los primeros compases de la entidad. Esquerra todavía era partido de oposición y los grandes dardos de Forcadell tenían al entonces president Artur Mas en el punto de mira. El famoso "president, ponga las urnas" de la Diada del 2014 para exigirle que no se echara atrás con el 9-N –sobre el cual ya había dudas– entraba en plena consonancia con la presión que ejercía ERC en la misma dirección. "En aquellos momentos nos iba muy bien que la ANC pilotara la bandera de la movilización, nos descargaba de este trabajo y nos centrábamos en otros", explica una voz republicana autorizada de la época. Desde dentro de la entidad se hacía un diagnóstico similar: "Forcadell presionaba a Mas y Junqueras también. Es cínico decir que entonces éramos transversales y ahora no", argumenta un exmiembro del secretariado nacional.

Pero las cosas entre ERC y la ANC ya se empezaron a torcer a finales del 2014 cuando, todavía con Forcadell al frente, la presidenta puso buena cara a la lista única del soberanismo que quería presentar Mas a las siguientes elecciones y que, en cambio, Junqueras rechazó de pleno. "Aquí todo se empieza a complicar y se empieza a ver la ANC como un instrumento en contra", señala otra voz republicana.

Con la llegada de Jordi Sànchez a los mandos de la entidad en mayo del 2015 todo se volvió a tensar. Primero porque desde ERC se lo percibía como una persona "apadrinada" por David Madí y, por extensión, por el president Mas y Convergència. Después, porque cuando Esquerra pensaba que había conseguido enterrar el debate de la lista única, una pinza de última hora entre el president, ANC y Òmnium forzó a Junqueras a aceptar JxSí a regañadientes. "La Assemblea es clave para cerrar aquel acuerdo y a partir de aquí entre Jordi y Oriol no hay las mejores de las relaciones, pero se mantienen las formas", explica uno de los negociadores de la época. Se guardó la compostura, según apunta la misma persona, porque todavía había intereses comunes superiores: "A la Assemblea le interesa demostrar que puede arrastrar a los partidos a los actos, y a Esquerra le interesa la exaltación de la ANC para erosionar al ámbito convergente".

La nota de la discordia

Según la mayoría de voces consultadas para este artículo, el punto de no regreso de esta relación que ya empezaba a ser tempestuosa podría situarse a cinco días de las elecciones del 21 de diciembre del 2017. En plena trifulca electoral y con Agustí Alcoberro de líder transitorio –Sànchez, encarcelado, había dimitido para ser el número dos de Junts–, los asociados de ANC recibieron aquella tarde un comunicado donde se decía que después de los comicios la entidad reconocería "únicamente al president legítimo surgido de las urnas del 27 de septiembre del 2015". Es decir, solo a Carles Puigdemont. A pesar de que Alcoberro al día siguiente intentó matizar la posición –dijo que el texto era "desafortunado"–, aquellas 15 palabras cayeron como una bomba en ERC. "Estuvo todo orquestado. Una muestra de que la transversalidad había muerto", dice un ex dirigente republicano de la época. En la noche electoral, Junts finalmente acabó por delante de ERC.

A partir de entonces, ya nada volvió a su lugar y se acumularon nuevas desavenencias. En 2018 se postuló como candidato a presidir la entidad el presidente del Ciemen, David Minoves, ex líder de las juventudes de ERC y ex dirigente del partido –entonces militante raso–. Si algunos sectores habían interpretado en 2015 la candidatura de Sánchez como un intento de Convergència de controlar la entidad, entonces otros sectores interpretaron esta candidatura como el intento de hacer lo mismo por parte de Esquerra. Sea como fuere, quien arrasó a los comicios fue Elisenda Paluzie, que había sido de ERC, pero que había roto el carné seis años antes. Con su liderazgo, el choque estratégico entre las dos organizaciones ya fue pública y notoria: mientras que ERC viraba hacia el diálogo, la ANC llevaría su posición unilateralista. En la Diada de hace un año, la presidenta dijo a Aragonès: "President, haga la independencia". El president ya hacía rato que había marchado de la concentración.

El día que Paluzie hizo su último gran acto como presidenta, el pasado abril en Sant Cugat, el alegato contra los partidos fue nítido. "Nunca una mayoría tan amplia –la que forman ERC, Junts y la CUP en el Parlament– había sido tan inútil", dijo su vicepresidente, David Fernández Aguilera. En conversación con el ARA ya fuera de la entidad –por extinción de mandato–, Fernández avisa que el chasco de la ANC con los partidos no es únicamente con Esquerra. "Es la principal culpable de la situación, pero también Junts es responsable, por no haber articulado una propuesta clara que equilibrara las políticas de ERC. [...] Y en la CUP no saben a qué están jugando", asegura. La deriva se produce, según explica, cuando la entidad detecta que "podemos acabar siendo rehenes de los rehenes del estado español". Desde la dirección de ERC, el pasado lunes Marta Vilalta acusaba a la ANC de tener una actitud que "abona el populismo".

A pesar del divorcio total, las dos organizaciones han hecho hasta ahora el esfuerzo en público de no darlo todo por roto. Vilalta decía aquel mismo día que ERC no tiene "las relaciones rotas con ningún independentista", y Dolors Feliu, la presidenta de la ANC, negaba cualquier "rifirrafe" con ERC. A pesar de todo, las turbulencias no desaparecerán al día siguiente del Once de Septiembre. En la hoja de ruta actual de la Asamblea ya hay un elemento que puede complicar la vida a ERC –y al resto de partidos independentistas–. La posibilidad de impulsar una "lista cívica" en los próximos comicios. En definitiva, una competencia electoral directa.

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