Cuando el Madrid ilustrado soñaba con el gobierno PSOE-Cs

BarcelonaEl editor y periodista Ramón González Férriz (Granollers, 1977) ha escrito un libreto que explica, desde dentro, como en Madrid un grupo selecto e ilustrado de jóvenes liberales y progresistas que compartían la necesidad de cambiar las formas de hacer política durante los mandatos de Mariano Rajoy se acabó fracturando a raíz de la llegada al poder de Pedro Sánchez en el 2018. A La ruptura. El fracaso de una (re)generación (En Debate), González Férriz plantea el episodio como un fracaso generacional, un fracaso que, políticamente, se sustanció unos años antes, en el 2016, cuando descarriló el pacto entre Pedro Sánchez y Albert Rivera que estuvo a punto de cambiar la historia política de España.

"Este gobierno podía suponer una novedad en la historia de España, al crear un nuevo espacio liberal ligeramente escorado a la izquierda", escribe el autor, que añade: "Yo tenía razones personales para desear un gobierno así. O más bien , razones generacionales. Veía a mi alrededor un grupo de personas de más o menos mi generación, entre 25 y 40 años, que aunque entonces estaban muy lejos del poder y de los puestos de decisión en universidades, periódicos o empresas, creían que podían aportar una especie de base intelectual a esta forma de modernización".

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El libro describe la sintonía existente en ese momento entre gente del entorno de Ciutadans, que era, recordémoslo, el partido al alza que encabezaba las encuestas, y algunos más cercanos al PSOE pero que compartían lo que él llama " fe tecnocrática". "Nuestra obsesión eran las policías, es decir, las medidas de carácter técnico que había que priorizar ante los viejos vicios de la política tradicional de PP y PSOE". Éste era, en ese momento, el discurso que Cs consideraba imbatible (y que el autor del libro no esconde que comparte): ha llegado la hora de aplicar la ciencia a la política y superar el tribalismo identitario.

Fracaso de Cs

Evidentemente, Ramón González Férriz es de esos que nunca se reconocería como un nacionalista español, y cuando analiza el fracaso de esa oportunidad de alguna manera omite que Ciudadanos acabó siendo un partido básicamente nacionalista español, hasta el punto de que muchos de los sus votantes terminaron después en Vox. En cualquier caso, el libro ilumina un momento de la historia reciente, cuando en Madrid ciertos círculos intelectuales y algo elitistas soñaban con un pacto PSOE-Cs que estuvo muy cerca de hacerse realidad. Sólo la tozudez de Pablo Iglesias, primero, y la megalomanía de Rivera, después, lo impidieron.

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"Como tantas veces sucede, la coyuntura y las aversiones personales habían destruido, al menos por un tiempo, lo que pudo haber sido un proyecto ideológico a largo plazo", afirma Férriz. En cualquier caso, el autor, en un ejercicio nada corriente de sinceridad y honestidad intelectual, reconoce su derrota íntima: "No habíamos entendido que los elementos irracionales, polarizantes y afectivos tenían un peso muy superior al que pensábamos", concluye. . Cuando una parte del grupo de jóvenes que compartían encuentros y almuerzos fue cooptado por el nuevo gobierno socialista, el buen rollo se acabó. "El poder rompió algunas amistades, hizo que el clima intelectual en el que nos movíamos fuera más áspero y dificultó un diálogo que habría tenido que resultar más fructífero".

El fin de la historia es bastante conocido. La mayoría de aquellos jóvenes asesores que eran de Cs ahora han terminado en el PP y han contribuido a agravar la polarización entre izquierda y derecha que el autor tanto detesta. Pero en realidad aquí está la llave de vuelta: ¿esos presuntos liberales lo eran de verdad o en realidad siempre fueron "identitarios", es decir, nacionalistas camuflados bajo la faramalla tecnocrática? Que los lectores saquen sus conclusiones.