Motivos para reivindicar la Constitución

MadridEste 6 de diciembre, Día de la Constitución, ha permitido comprobar que Pedro Sánchez y su gobierno aguantan y que probablemente continuarán resistiendo a menos que algún proceso penal de quienes rodean a la Moncloa lo impida. Los ministros afirman ver muy probable la aprobación de los presupuestos del Estado, aunque la relación con los socios –ausentes de la celebración– sigue siendo muy laboriosa. Uno de los dirigentes socialistas más veteranos decía que "mientras haya sopa en la olla y se pueda repartir, nadie querrá levantarse de la mesa". En este contexto, el PSOE acaba de celebrar un congreso que ha consistido en algo más que un mitin, aprobando declaraciones de circunstancias. La visión de conjunto fue la de un partido a la defensiva, aplicando la formación de tortuga, con filas cerradas y los escudos en el aire y en los lados, la antigua respuesta de las legiones romanas cuando les caía una lluvia de proyectiles , fueran piedras, lanzas o flechas. Ahora, según dijo Sánchez en el Congreso, el sitio proviene de medios "políticos, mediáticos y judiciales", pero "volverá a los acosadores".

Seguramente pensaba sobre todo en el caso que afecta al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, imputado por el Supremo después de haber precisado los términos de los acuerdos negociados con el empresario Alberto González Amador, la pareja de la presidenta madrileña , Isabel Díaz Ayuso, para que pudiera librarse de la cárcel aceptando haber cometido los delitos fiscales de los que está acusado. Es posible que esta tortilla se gire, que nunca se pueda demostrar que el fiscal general filtró correos electrónicos del abogado de González Amador y que sea este último quien salga maltrecho. Será interesante, en este sentido, ver cómo va la declaración de Miguel Ángel Rodríguez, el jefe de gabinete de Ayuso, al que se le atribuyen las maniobras e intoxicaciones contra la Fiscalía. Ahora bien, la cosa pinta muy diferente en lo que se refiere al exministro Ábalos y su ayudante Koldo. Aquí ya se verá quién puede dañar en el terreno judicial, pero en el ámbito político el daño ya se ha producido y es importante.

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Mientras se juegan estas partidas en el Supremo, el objetivo que se han fijado los socialistas es recuperar poder territorial y mantener los precarios equilibrios parlamentarios. Pero lo hicieron en un congreso muy plano, sin las emociones de los de hace algunos años, que podían resolverse por una diferencia de nueve votos, como ocurrió en lo que enfrentó Zapatero con Bono. Éste último nunca habría impulsado una reforma del Estatut como la que permitió el primero. El PSOE atravesaba entonces una crisis de identidad que quería resolver diferenciándose radicalmente de la segunda legislatura de Aznar y su apoyo a la guerra de Irak. Fueron los tiempos de la campaña de la ceja, un guiño algo infantil que consistía en ponerse el dedo índice alrededor del ojo, acompañado de una sonrisa de ingenua y beatífica complicidad. Se trataba de ilusionar un poco a la gente, intentar revivir las etapas iniciales de la recuperación democrática. Pero Alfonso Guerra se burlaba de estos propósitos, calificando de bambi Zapatero y su estrategia.

Todo esto me devolvió a la memoria mientras asistía al Congreso al 46 aniversario de la Constitución. El período de cambio de siglo, las dos legislaturas de Aznar y las circunstancias que acompañaron la llegada de Zapatero al poder implicaron modificaciones sustanciales en la democracia española. Supusieron el inicio de una larga etapa de degradación de la convivencia política, no tanto en la calle como en las instituciones. Y Catalunya no salió bien parada. Esta vez ha sido una novedad que el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, estuviera presente en la conmemoración de la Constitución. No ocurría desde hacía catorce años. Justamente, el 2010 fue el de la sentencia del Estatut. Y ahora la situación vuelve a percibirse complicada.

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Un error que puede repetirse

Lo que no se supo hacer en esa etapa precedente –garantizar los acuerdos y evitar el recorte del texto estatutario, por ejemplo– puede repetirse ahora. Entonces fue la reforma estatutaria y terminó mal. Ahora pienso en la financiación autonómica. El congreso socialista salvó la prueba con resoluciones genéricas y de compromiso. El otro día, terminado el acto de homenaje a la Constitución, veía al presidente Isla y al ministro Bolaños buscar un refugio para hablar con tranquilidad, escabullándose entre los asistentes. En una hipotética película sobre el momento político que vivimos, esta escena habría sido de las mejores, sobre todo rodada con un travelling sostenido, con la cámara avanzando a marchas forzadas, siguiendo los zapatos del ministro, que iba detrás, sorteando invitados que lo querían parar, mientras Isla se volvía para no perderlo de vista. El titular del ministerio de la Presidencia y Justicia se reivindica como "el más catalán" de todos los ministros, para destacar su atención a las cuestiones que afectan a las sensibilidades territoriales. Pero seguimos en un contexto de atrofia en materia de pactos, porque no se desarrollan, dado que nunca es el momento oportuno para ello. La famosa financiación singular para Catalunya sigue esperando concreciones.

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La legislatura, en definitiva, va a cámara lenta. Feijóo, presente en el Congreso y rodeado de algunos de sus presidentes autonómicos, decía que ya ha terminado la legislatura. Esto se confundió sus deseos con la realidad. Y la imagen acompañado de Ayuso y sus varones buscaba demostrar poder, cuando todavía no ha podido tocar el poder que más le interesa. Un acto, por tanto, que ratificó los errores y las impotencias de esta etapa. Sánchez, sintiéndose asediado y parapetado detrás de un muro, lo que ha querido construir para alejarse y defenderse de la oposición. Y el PP dedicando el Día de la Constitución no a reclamar diálogo y acuerdos, sino a denunciar los pactos del gobierno con partidos que –dice Feijóo– la niegan todos los días. La presidenta de la Cámara Baja, Francina Armengol, fue la única que subrayó que en política el éxito es el consenso. Y recordó también la advertencia hecha el día anterior por la diputada de las Cortes constituyentes Maria Dolors Calvet (PSUC), en el sentido de que "los derechos son revocables y deben defenderse todos los días". Dos buenos motivos para reivindicar la Constitución.