Elecciones gallegas

El PP aguanta la respiración en Galicia

La pujanza del BNG amenaza la hegemonía popular y el liderazgo de Núñez Feijóo

BarcelonaLos dirigentes populares han vivido todo un carrusel de emociones desde el pasado 28 de mayo. Aquella noche, en la que buena parte de España se tiñó de azul popular, se vivió una fiesta gorda en Génova y casi nadie dudaba de que Alberto Núñez Feijóo llegaría pronto a la Moncloa. Tanto, que algunos empezaron a repartirse los ministerios antes de tiempo. Y cuando el 10 de julio Feijóo dejó descolocado a Pedro Sánchez en el cara a cara electoral, en Génova pensaron que tenían la mayoría absoluta a tocar y soñaban con 160 o incluso 170 escaños. Sin embargo, de verse ganadores pasaron a la depresión más absoluta la noche del 23-J y posteriores, pese a los intentos por maquillarlo.

Pero mira por dónde que las negociaciones de Sánchez con los independentistas y, sobre todo, el voto negativo de Junts a la amnistía, volvieron a insuflar moral en la tropa popular. "Eso es ingobernable, no puede durar", se sentía en los corrillos de Génova. Por si fuera poco, la campaña gallega se inicia con una gran victoria política de los populares en Bruselas: el Parlamento Europeo pide investigar los vínculos de Rusia con el independentismo catalán. Mejor imposible. Las elecciones gallegas ya no son importantes sólo per se, sino que se conciben como el mejor trampolín para preparar una gran victoria en las europeas de junio. El plan era que Sánchez llegaría muy tocado en verano, quizá de muerte. Pero todo ese plan se derrumbó la medianoche del sábado 10, cuando se hizo público que el líder popular estaba abierto a indultar a Puigdemont. Ahora resulta que lo que está en peligro de muerte (política) no es Sánchez, sino el propio Feijóo. Y todo el PP aguanta la respiración.

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El malestar entre los dirigentes populares y todo lo sistema Madrid (la derecha política, mediática, judicial y económica) es tal con Feijóo que, pase lo que pase esta noche, su liderazgo habrá quedado tocado. Lo que todavía no sabemos es si la agonía será larga o corta, y cuando la puede acelerar una eventual pérdida de la Xunta. Lo único claro es que el pánico se ha extendido entre las filas populares, que en una última semana horribilis ha jugado su carta más desesperada: ETA. El PP hizo un vídeo en el que intentaba relacionar a la candidata del BNG, Ana Pontón, con Arnaldo Otegi. El fin de la campaña del PP ha dibujado a un Alfonso Rueda a la defensiva, que reza para mantener los 38 escaños que dan la mayoría absoluta pelada (que serían 4 menos que ahora) e intenta no perder votos ni hacia la derecha (Vox) ni entre los sectores más galleguistas (BNG).

Efecto Pontón

En efecto, si hoy es posible el vuelco en Galicia es gracias a la capacidad de la candidata del BNG para penetrar en electorados moderados que con otro cabeza de cartel nunca se hubieran planteado votar a este partido. Pontón ha construido un discurso galleguista y socialdemócrata, aderezado con feminismo y ecologismo, que en cuanto penetra entre el electorado urbano y más joven como en entornos rurales. Tiene un discurso social que recuerda a ERC o EH Bildu, pero con unas formas templadas que recuerdan al PNV oa la antigua CiU. De repente, el partido revolucionario de Xosé Manuel Beiras se ha convertido en un catch all party capaz de erosionar la poderosa maquinaria del PP. Pontón cae bien e inspira confianza, y además los adversarios se han encargado de ponerla en el centro de la campaña y hacerla crecer.

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Los socialistas, con un candidato sólido (José Ramón Gómez Besteiro) pero con un partido sin la estructura ni la capilaridad de PP y BNG, aceptan ser el tercero en discordia con la esperanza de que una vez pase el efecto Pontón podrán crecer, ya sea en el gobierno o en la oposición. Para Sánchez habría sido un problema en un escenario de victoria clara del PP pero ahora la presión es para Feijóo. Yolanda Díaz también sufrirá un fuerte revés esta noche si no logra entrar en el Parlament o si, lo que es peor, los votos en Sumar impiden la mayoría de izquierdas. En cualquier caso, el resultado será un cuidado de humildad para los dos socios del gobierno.

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El escenario de una pérdida de la Xunta por parte del PP no sólo provocaría un terremoto en esta formación que amenazaría el liderazgo de Feijóo, sino que dibujaría un mapa inédito en la historia de la democracia española: las tres nacionalidades históricas (Catalunya, Euskadi y Galicia) tendrían presidentes soberanistas. Una fotografía de Pontón con Urkullu y Aragonés es la peor pesadilla para la derecha española, que perdería un feudo clave, pero también añadiría presión a Sánchez para que acelere las reformas territoriales. Pero lo que sería un simple quebradero de cabeza para Sánchez, para el PP sería una auténtica tragedia. Una sola cosa está clara: de confirmarse el vuelco, el factor Pontón tendrá repercusiones mucho más allá de Galicia.