El PP plantea a Cs presentarse juntos a las municipales del 2023

Los populares insisten en "la reunificación" del espacio de centroderecha alrededor de las siglas conservadoras

Alejandro Fernández y Pablo Casado en una imagen de archivo

La batalla de Pablo Casado por reunificar la derecha no da tregua a Ciudadanos. El lunes el líder del PP reveló públicamente en Antena 3 que se lo ofreció todo a Inés Arrimadas –"y cuando digo todo es todo"– para que aceptara integrar el partido naranja en la estructura de los conservadores. Incluso una "convergencia" que pasara por "una nueva estructura entre las dos direcciones", y llegó a insinuar que habría valorado convertir a la presidenta de la formación en portavoz en el Congreso. Este martes por la mañana, el secretario general del PP, Santi Rodríguez, ha insistido en esta estrategia, en este caso en Catalunya, y desde TV3 ha asegurado que su objetivo es "sumar esfuerzos" con Cs en las elecciones municipales del 2023.

Lo ha defendido como necesario para superar el 5% de los votos, obtener representación en los ayuntamientos y que se pueda incidir en la gobernabilidad de la administración local, "no en una coalición, sino una reunificación" del espacio alrededor del PP, que es quien tiene un "proyecto sólido". Los populares fueron elocuentes sobre esta cuestión cuando, después de descartar presentarse con Cs en las catalanas, optaron por fichar como número dos a Lorena Roldán, que era cabeza de lista naranja hasta que fue sustituida por Carlos Carrizosa. A este fichaje le han seguido otros sonados, como el del líder de Cs en el País Valenciano, Toni Cantó (aunque finalmente no se podrá presentar a las elecciones madrileñas del 4 de mayo), o el del secretario de organización en época de Albert Rivera, Fran Hervías.

Precisamente, esta es la estrategia que quieren mantener desde la cúpula de los conservadores en Catalunya: la llamada "reunificación" del centroderecha alrededor del PP a través de la absorción de cargos de Ciudadanos. Es uno de los objetivos de la reestructuración interna del partido de hace unas semanas porque, según ha dicho el líder Alejandro Fernández en varias ocasiones, hace tiempo que llaman a la puerta del PP varios miembros de Ciudadanos, entre los cuales concejales de la formación. La nueva dirección conservadora en Catalunya tiene entre sus manos diseñar un plan para absorber a todos los cuadros naranjas que quieran dar el paso y las municipales del 2023 son uno de los hitos para conseguirlo.

Fuentes de la cúpula popular explican que las personas de Ciudadanos que se quieran integrar en el PP tendrán que "entenderse" con los cuadros de la formación conservadora en el territorio, a pesar de que admiten que la fórmula para absorberlos dependerá de cada municipio y de la implantación que tenga cada una de las formaciones. La dirección se da estos dos años de margen hasta el 2023 para tejer toda esta estrategia y no prevén que todo ello pueda comportar cambios a corto plazo en los ayuntamientos hasta que no se convoquen las nuevas elecciones. "Ahora tenemos que hacer partido, partido y partido", afirman las mismas fuentes. Y es que la formación quedó desmantelada en el territorio después de las elecciones municipales del 2019, cuando perdió 147 concejales. La crisis se agravó a raíz de los malos resultados del 14-F -el PP se quedó con 3 diputados en el Parlament-, cuando muchas voces hicieron oír sus críticas a Alejandro Fernández por la gestión de la campaña y del partido en los últimos meses.

Preguntada por esta cuestión en rueda de prensa en el Congreso, la portavoz del PP, Cuca Gamarra, ha asegurado "desconocer" los planes del PP en Catalunya para presentarse junto a Ciudadanos en las próximas elecciones municipales. Con todo, el propio Casado admitía el lunes que lidera una opa hostil contra la formación naranja después de que Cs "rompiera" con ellos: "Querían pactar con Pedro Sánchez y han intentado romper un gobierno como el de Castilla y León, que iba muy bien". Cs siempre lo ha negado y, de hecho, no apoyó la moción de censura presentada por el PSOE. Este martes Arrimadas ha advertido a los conservadores desde RNE: "Ciudadanos no está en venta, ni yo me vendo por un cargo". Fuentes de la dirección de Cs niegan que Casado ofreciera un cargo a Arrimadas ni una integración de las dos ejecutivas. "Lo que ha pretendido el PP no es defender intereses comunes al PP y Cs, sino sencillamente buscar quedarse con los votantes de un espacio político que no pueden defender", señalan estas fuentes.

Pero en el pulso para ocupar el espacio de centroderecha parece que el PP gana fuerza, sobre todo debido al debilitamiento de Cs. Muy lejos queda el abril del 2019, cuando Albert Rivera buscaba hacer el sorpasso a los conservadores y, a pesar de no conseguir su objetivo, se quedó a poco más de 200.000 votos de ellos. Con la llegada de Inés Arrimadas a la presidencia del partido, los naranjas no han dejado de perder fuerza–el primer trompazo se lo dio el propio Rivera en noviembre del 2019–. A pesar del batacazo del 10-N, que dejó a la formación con solo diez diputados en el Congreso, el partido todavía contaba con presencia en cuatro gobiernos autonómicos y una ciudad autónoma, y lideraba la oposición en Catalunya –lugar conquistado por la propia Arrimadas–. El fracaso del 14-F, cuando perdieron treinta escaños en Catalunya, y el adelanto electoral en Madrid –a instancia de la presidenta Isabel Díaz Ayuso– los dejó con presencia en solo dos gobiernos autonómicos y una ciudad autónoma.

De estos, al menos uno no es afín a la cúpula naranja: el vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, se presentó contra Arrimadas en las primarias y ha liderado el sector crítico de la formación. Con la remodelación de la ejecutiva que hizo el 15 de marzo, la líder naranja optó por dejarlo fuera. Sí incluyó a Juan Marín, vicepresidente de Andalucía, una de las voces críticas que había reclamado más poder de decisión en cuanto a la estrategia del partido. También expresó incomodidad la vicealcaldessa de Madrid, Begoña Villacís, que gobierna en coalición con el PP y mantenía una buena relación con Ayuso. Ella también fue incluida en la dirección.

En paralelo, una de las últimas decisiones de Arrimadas ha consistido en expulsar de las filas de Cs al presidente de Melilla, Eduardo de Castro, por haber incumplido las directrices del partido ocultando su condición de imputado en un procedimiento penal. Con este gesto contundente, la líder de Cs reforzó el perfil de lucha contra la corrupción con la que justificó la presentación de una moción de censura en Murcia, que finalmente fracasó. Pero también le ha hecho perder el control de la ciudad autónoma. Mientras tanto, el temor de Cs es quedarse sin representación en la Asamblea de Madrid, cosa que los ha llevado a un cambio de candidato –la cabeza de lista es Edmundo Bal en lugar de Ignacio Aguado–. Varias voces críticas apuntan que un mal resultado puede significar la muerte del partido: una parte del sector socialdemócrata se plantea buscar los avales suficientes para forzar un congreso extraordinario que obligue a refundar Cs, aunque de momento los cuadros están a la expectativa hasta después del 4-M.

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