Extrema Derecha

El presidente que rechaza el catalán, la amnistía y la bandera LGTBI

El líder de Vox del legislativo balear acumula polémicas en tan sólo un año

PalmaHace apenas un año se produjo un hecho inédito: por primera vez la mayoría del PP y Vox investigó a un presidente del Parlamento de extrema derecha en las Islas Baleares. El escogido, Gabriel Le Senne, era casi un desconocido, pero pronto se hicieron virales sus tuits y artículos incendiarios. Sin embargo, como líder de la cámara empezó con un perfil bajo. No ha sido hasta un año después de que ha hecho estallar la polémica durante el pleno, al arrancar y romper la fotografía de tres víctimas de la represión franquista –entre ellas, Aurora Picornell– en el hemiciclo, en el mismo momento en que se debatía la derogación de la Ley de Memoria Democrática. "No voy a dimitir porque tengo el apoyo de la cámara", descartó. Con este colofón, dio por cerrado un período de sesiones en el que también ha cargado contra el catalán, la amnistía y la bandera LGTBI.

Su actuación en el pleno del pasado martes fue criticada incluso desde el grupo parlamentario de Vox. El propio Le Senne pidió disculpas por haber "perdido los estribos", pero insistió en que la vicepresidenta segunda y la secretaria segunda de la mesa, Mercedes Garrido y Pilar Costa (PSIB), respectivamente, le "provocaron" al negarse a retirar las fotografías de los asientos de la mesa. El gobierno del PP, por su parte, le ha enviado a "reflexionar", pero no le apartará de la presidencia. "Cometió un error", consideró el vicepresidente y portavoz del ejecutivo, Antoni Costa, el pasado viernes. Fuentes del PP se muestran estupefactos por su actuación. Se preguntan si es algo puntual o un cambio de perfil motivado por una estrategia política, teniendo en cuenta la absoluta obediencia que Le Senne siempre ha mantenido hacia la cúpula estatal de Vox. ¿El auge del partido del agitador Alvise Pérez en las europeas ha provocado cambios en Vox? Fuentes del partido lo descartan, y enmarcan el episodio en mala reacción.

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El estallido de Le Senne, sin embargo, no ha sido un hecho aislado. Los populares también se sorprendieron cuando el pasado 13 de junio convocó una rueda de prensa urgente en la que acusó al PP de "traición" por permitir colgar la bandera LGTBI en la fachada del Parlament. Pero aún les sorprendió más que unos días después registrara un escrito en la cámara para pedir que se declarara nula la decisión. "Es su grupo parlamentario quien debería marcar posición", expresan fuentes del PP, que censuran que se permita expresar opiniones partidistas presentándose como presidente, e incluso enviando comunicados con la rúbrica de la presidencia de la cámara. Otro ejemplo es en la comunicación oficial que hizo el 6 de junio para cargar contra la ley de amnistía aprobada en el Congreso. "Se piensa que es el alcalde del Parlament, y no lo es. Debería ser como el rey y mantener una distancia", apunta una fuente del PP.

"Obediente con Madrid"

Sin embargo, fuentes del PSIB conceden que, hasta ahora, la relación en la mesa no había sido mala. Al inicio de su mandato, Le Senne aparcó su discurso ultraconservador y se encomendó a la neutralidad institucional. Atrás quedaron las afirmaciones que había hecho en sus escritos, en las que había negado la violencia machista y el cambio climático y cargado contra el colectivo LGTBI, los migrantes y el catalán. En un artículo publicado en Mallorca Diario en 2020, dijo que "entre el franquismo y la democracia, hemos gozado de unos 80 años de cierta paz y tranquilidad". "Los primeros cuarenta, mejorando, cada vez con mayor libertad y prosperidad –continuó–. Los segundos, cuesta abajo (y sin frenos)."

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No fue hasta que estuvo a punto de perder la presidencia de que esto empezó a cambiar. El 29 de enero un grupo de diputados díscolos de Vox expulsaron a Le Senne del grupo parlamentario y exigieron que se le relevara del cargo. La dirección de Vox recondujo a los rebeldes, pero su liderazgo quedó tocado. "Es presidente porque le tocó en una tapa de yogur", dice uno de los críticos de Vox, quien recuerda que Le Senne accedió a la presidencia de rebote. Fue un nombramiento dictado desde Madrid, y nunca contó con el apoyo del grueso del grupo parlamentario. El hecho de que la ejecutiva estatal de Vox tuviera que interceder para mantenerle en el cargo reforzó esa debilidad. Fue en el marco de esta crisis que impulsó una reforma para que las comunicaciones del Parlament empezaran a ser bilingües, y aparcar la lengua catalana como preferente. Ésta fue la primera ocasión en la que tensionó la cámara, el inicio de una escalada. "Cuando pones a un fascista en el Parlament acaba comportándose como un fascista", criticó el PSIB. El líder estatal de Vox, Santiago Abascal, ha instado a Le Senne a no dar "ni un paso atrás".