Crónica

Sánchez saca a pasear a los 'piolines' para evitar responder sobre Pegasus

El presidente español se muestra dispuesto a retomar el diálogo con Catalunya cuando lo quiera "la parte catalana"

MadridLos independentistas y la derecha coinciden en una cosa en Madrid: el gobierno español no ha ofrecido explicaciones suficientes sobre el caso Pegasus. Y tienen toda la razón. Ya hace dos sesiones de control que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, pasa de puntillas por el escándalo de Pegasus y rehúsa responder preguntas clave que todavía no tienen respuesta. Por ejemplo, qué sabía del espionaje cuando negociaba su investidura con ERC. En su respuesta al PP, Sánchez ha huido de estudio remarcando el contraste con el 2017: "Ustedes mandaban piolines a Catalunya y con nosotros la selección española puede ir a jugar sin ningún tipo de polémica", ha dicho.

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Llama la atención que Sánchez hable de piolines cuando esta es una fórmula, entre despectiva y humorística, con la que los independentistas se referían a los policías nacionales y guardias civiles que el gobierno de Rajoy envió a Catalunya para evitar el 1-O y que se alojaron en un barco que tenía dibujados los personajes de los Looney Tunes, entre ellos el pequeño canario. Y todavía es más sorprendente que, poco después, Sánchez hiciera una defensa enconada de las fuerzas de seguridad del Estado en una respuesta a Bildu. Sánchez ha subrayado la "total y rotunda confianza de este gobierno en los cuerpos de seguridad del Estado".

No es extraño, pues, que la derecha se haya escandalizado. La diputada popular Ana Vázquez se ha mostrado indignada: "¡No son piolines, son policías que sufren acoso en Catalunya!". "Límpiese la boca antes de hablar así de nuestra policía!", ha clamado Inés Arrimadas. Viendo que su jefe había patinado, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, lo ha intentado arreglar: "Lo que quería decir el presidente es que ustedes llevaron a nuestros policías y guardias civiles a Catalunya en condiciones indignas".

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Diálogo con Catalunya y Villarejo

Cuando le han preguntado cómo reconducirá la relación con sus socios de ERC, Sánchez ha hecho ver que él no tiene ningún problema con reunirse con Pere Aragonès o reunir la mesa de diálogo "cuando lo considere la parte catalana", obviando que los dos gobiernos no se han vuelto a reunir desde el mes de septiembre a pesar de las reiteradas peticiones de los republicanos. Sánchez no ha sido especialmente diplomático con ERC. Lo que ha hecho es agradecer a Bildu y al PNV que ellos sí que sean capaces de no mezclar el asunto Pegasus con el resto de iniciativas políticas. O sea, los vascos bien y los catalanes mal. Exactamente lo contrario de lo que pasaba hace 20 años con el plan Ibarretxe.

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En sus intercambios con el PP, Sánchez y el resto de ministros han tirado de las informaciones sobre los audios de Villarejo que está publicando estos días El País. "Es escalofriante pensar en manos de quién estábamos cuando gobernaban ustedes", ha dicho el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. Pero no está claro que esta estrategia acabe de funcionar, entre otras cosas porque cuando al PP se le ataca con Villarejo ellos responden con los ERTE y las "raya de cocaína" de sus condenados, como ha dicho la diputada popular Ana Beltrán.

Robles se defiende

La otra protagonista de la sesión ha sido la ministra de Defensa, Margarita Robles, que se ha convertido en objetivo predilecto de los ataques de la derecha, que la considera una "traidora", tal como le ha dicho hoy el diputado de Vox Ignacio Gil Lázaro. Robles ha asumido en primera persona la decisión de cesar la directora del CNI, pero ha insistido que se trata de una mera "sustitución", como ya dijo en la famosa rueda de prensa de La Moncloa. Hoy Robles inicia un viaje oficial a Estados Unidos. Al menos durante unos días podrá olvidarse de una "sustitución" que todavía no ha sido capaz de explicar de manera convincente.