Estos son los siete nuevos 'consellers' del Govern de Aragonès

Alcalde, conseller, presidenciable. Hay pocos papeles que Quim Nadal (Girona, 1948) no haya tocado en los últimos 43 años, y ahora, cuando ya parecía retirado, ha aceptado afrontar una nueva etapa como titular de la conselleria de Universidades. Cuando Nadal entró en política apenas se acababa de instaurar la democracia –Pere Aragonès todavía no había nacido– y, durante 23 años, fue alcalde de Girona, reconocido por la reforma del Barri Vell. Con las mayorías absolutas conseguidas, se fue haciendo un hombre fuerte en el PSC y en 1995 incluso fue candidato a president de la Generalitat. En 2002 dejó la alcaldía de Girona y, un año más tarde, el president Pasqual Maragall lo fichó como responsable de Política Territorial y portavoz del Govern del tripartito. José Montilla lo mantuvo en su ejecutivo, con la misma cartera, hasta 2010.

Conocido por su astucia política y porque no le tiembla el pulso cuando toma una decisión, en 2015 rompió el carné del PSC con una carta que envió al entonces primer secretario del PSC, Miquel Iceta, la vigilia de las elecciones del 27-S. Nadal hacía tiempo que intentaba coser puentes en la relación entre Catalunya y España dentro del partido, e incluso había aceptado la petición de Carles Puigdemont de presidir el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir en Girona. Pero no lo consiguió.

Después de su dimisión se alejó de la vida política y ha presidido, desde 2014, el Instituto Catalán de Investigación en Patrimonio Cultural (ICRPC), con sede en Girona. El mandato en la institución era de máximo ocho años, y justo se acabó este septiembre. Todo el mundo en Girona se preguntaba qué haría Nadal pero muy pocos se imaginaban que, con 74 años, volvería a la primera línea política.

Hace exactamente un mes, el 9 de septiembre, Natàlia Mas conseguía uno de los principales éxitos económicos del Govern de Pere Aragonès: firmar el Pacto Nacional por la Industria con patronales y sindicatos. Ahora será la nueva consellera de Economía y Hacienda del Govern. Nacida en Sant Martí de Tous en 1979, la nueva consellera acumula un importante bagaje en la administración y una firme formación técnica. Ahora ocupaba el cargo de directora general de Industria, en el departamento de Empresa y Trabajo, y también era consellera delegada de ACCIÓ, la agencia de la Generalitat para captar inversiones. Desde este lugar ha jugado un papel importante en la reindustrialización de Nissan y en el aterrizaje de la empresa surcoreana ILJIN Materiales en Mont-roig del Camp.

Licenciada en administración y dirección de empresas y en comercio internacional por la Universitat Pompeu Fabra, siguió la formación por medio mundo, con un máster de economía europea por el Colegio de Europa (Bélgica) y un máster en política económica por la Universidad de Columbia (Estados Unidos), con una beca de la Fundació La Caixa. Pero, sobre todo, de la nueva consellera destaca su larga experiencia laboral dentro y fuera de la administración. Trabajó en China –donde también cursó un posgrado en lengua y civilización chinas–, pero también en la principal institución financiera europea: el Banco Central Europeo (BCE), entre 2004 y 2015, primero como economista y después como experta en estabilidad financiera y política macroprudencial. También trabajó como consultora del Banco Mundial. Antes, en el sector privado, fue directora de entorno financiero en la dirección de macroeconomía y entorno financiero del Banco Sabadell.

En la administración, Natàlia Mas fue directora de Análisis Económico de la Generalitat, cuando Oriol Junqueras era el conseller de Economía y vicepresidente. En junio de 2018 fue nombrada secretaria de Acción Exterior y de la Unión Europea. Después de las últimas elecciones, Roger Torrent la llevó a su conselleria para liderar la política industrial y la captación de inversiones.

"Será la mejor delegada del Govern ante la UE de la historia", decía el entonces conseller de Exteriores, Ernest Maragall, el 20 de junio de 2018, cuando anunciaba el nombramiento de Meritxell Serret (Vallfogona de Balaguer, 1975). Intentaba desvanecer las dudas de confiarle el cargo a alguien sin experiencia en la materia. Mantuvo el cargo hasta el 8 de marzo de 2021 y Esquerra quedó satisfecha porque ahora le confía una labor todavía más importante: será la nueva conseller de Acción Exterior.

Exiliada en Bélgica durante más de tres años, Serret representa el enlace del actual Govern con el del 1-O. Es, de hecho, la única consellera restituida –aunque cinco años después y no en la conselleria original, la de Agricultura–. Volvió del exilio solo tres días después de dejar la delegación en Bruselas para hacer de diputada en el Parlament, donde hasta ahora era la portavoz adjunta de Esquerra, y está pendiente de juicio por su implicación en el referéndum. Una vez acabada la instrucción, la Fiscalía le pide un año de inhabilitación y, por lo tanto, su mandato podría acabar siendo muy corto.

Quien la conoce dice que Serret tiene un muy buen inglés –indispensable en Exteriores o para relacionarse los domingos en el mercado belga de Flagey, donde intentaba evadirse a menudo sin éxito de los asuntos europeos–, es licenciada en ciencias políticas por la UAB y tiene un posgrado en dirección de empresas por la UOC. Además de diputada y concejala de su pueblo, ha trabajado para la Unió de Pagesos y ha estado vinculada a la Fundació del Món Rural y también a la promoción de carne de ternera.

Es farmacéutico, reivindica haber hecho de farmacéutico y a todo el mundo que lo escucha le dice que volverá a hacer de farmacéutico. Pero, de momento, Juli Fernández (Sabadell, 1977) hace de político: alcalde de Sabadell de 2015 a 2017, delegado del Govern en Barcelona entre 2018 y 2021, diputado en el Parlament desde el año pasado y ahora conseller de Territorio (en el segundo tripartito también había ocupado un cargo en Juventud). Lo primero que quedará claro con él al frente de la conselleria es que la Generalitat se posicionará frontalmente en contra del Cuarto Cinturón, la nueva autopista del Vallès proyectada hace mucho tiempo y a la que quería dar salida el gobierno español.

No será probablemente el único choque que tenga con cargos socialistas: en Sabadell cultivó una animadversión crónica al PSC post-Bustos. Si Aragonès y Junqueras quieren ignorar a Salvador Illa, probablemente tendrán un aliado en Fernàndez, que, eso sí, consiguió sacar adelante una frágil coalición de izquierdas con la CUP y los comuns. Su consejo lo tendrán desde el Govern pero también desde la dirección de ERC, donde se ha incorporado recientemente.

Le gustará estrenarse con buen pie en la conselleria y, si sigue el patrón de Sabadell, esto quizás le comportará alguna noche sin dormir. Como la de la primera fiesta mayor de alcalde, cuando acompañó a la policía durante toda la noche por el Parc Catalunya hasta que pudo respirar tranquilo con la salida del sol.

Gemma Ubasart (Castellar del Vallès, 1978), es doctora en ciencias políticas por la UAB y máster en sistema penal y problemas sociales en la UB. También ha hecho estancias de investigación en diferentes universidades extranjeras como la London School of Economics and Political Science, la Science Po en París o el Instituto de Altos Estudios Nacionales en Ecuador. Ahora bien, esta académica, que ha sido la escogida por Pere Aragonès para pilotar el departamento de Justicia y que tendrá bajo su órbita las competencias del sistema penitenciario y la administración de justicia, también tiene experiencia política previa: es ex dirigente de Podemos.

La elección de Ubasart es un guiño al mundo de los comuns, con los que suman 41 diputados en el Parlament y se perfilan como los socios con los que más puede contar el president para gobernar en solitario. Ubasart fue concejala por una marca local vinculada a las izquierdas en Castellar del Vallès en 2007 y posteriormente dio el salto a la política española y catalana con el fenómeno de Podemos. Primero fue Pablo Iglesias quien la fichó en la dirección estatal en 2015, en la secretaría de política de plurinacionalidad, y más tarde dio el salto a Catalunya para dirigir el partido. Ganó las primarias a la secretaría general, pero al cabo de poco dimitió por discrepancias sobre el rumbo de la coalición de Catalunya Sí que es Pot en el Parlament –la candidatura que se presentó con ICV-EUiA a las elecciones del 27-S– y por la dinámica que se impuso a la hora de hacer la candidatura de En Comú Podem a las elecciones españolas de finales del 2015. Se la considera soberanista, siempre ha defendido un referéndum pactado o una reforma del Estado para encajar las aspiraciones catalanas, pero no se ha declarado nunca independentista.

Después de esta experiencia se dedicó a la vida académica y a colaborar en diferentes medios de comunicación como el ARA. No ha ido nunca a ninguna lista electoral y tampoco ha ocupado un cargo público de primera línea.

Manel Balcells (Ripoll, 1958) vuelve a una conselleria que conoce bien. Llegó a ella en 2004, a las órdenes de la entonces socialista Marina Geli como responsable de Estrategia, desde donde se planificaban las políticas sanitarias del primer tripartito, y donde ejercía de hombre fuerte de Esquerra Republicana. Dicen en el departamento que la convivencia entre ellos dos fue bastante buena, a diferencia de las tensiones que había entre los socios.

Médico traumatólogo, especializado en ortopedia y considerado uno de los pioneros de la medicina deportiva en Catalunya, Balcells ha ocupado varios cargos en la administración pública y se ha centrado en impulsar programas y organismos para fomentar la investigación, la innovación sanitaria y las sinergias de los sectores de investigación y salud. En 2006 pasó a ser el presidente de la comisión del Biocat, el organismo público-privado impulsado para fortalecer e internacionalizar los equipos de investigación implementados en Catalunya. También tiene experiencia en la gestión directa de su paso por la gerencia del Hospital de Granollers.

En este sector ha continuado su carrera y actualmente es el director del Centro para la Integración de la Medicina y las Tecnologías Innovadoras en Catalunya (CIMTI), comisionado de salud de Leitat, presidente de la Fundació de Gestió de Sant Pau y miembro del consejo de gobierno del Consorcio Sanitario de Terrassa y del Hospital del Mar.

En su currículum también tiene el efímero título de conseller de Universidades, Investigación y Sociedad de la Información, sustituyendo a Carles Solà en la primera remodelación del primero tripartito, pero solo estuvo en el cargo 21 días. Hasta que el president Pasqual Maragall expulsó a ERC del Govern por su no al Estatut. Ahora sustituirá a Josep Maria Argimon, el conseller marcado por la pandemia, pudiendo lucir la medalla Josep Trueta al mérito sanitario que la Generalitat le concedió por su afán de innovar en el campo de la salud.

Carles Campuzano (Barcelona, 1964), licenciado en derecho, será quien cogerá el mando de la conselleria de Derechos Sociales, en sustitución de Violant Cervera (JxCat). Su fichaje es un guiño de Pere Aragonès al tradicional mundo convergent, con la idea de ampliar la representatividad de un gobierno de solo 33 diputados. Campuzano es un buen conocedor del tercer sector social y hacía tres años que se dedicaba a él desde el mundo privado como director de la Federación Catalana de Discapacidad Intelectual (Dincat). Previamente se había acercado a estos temas desde el ámbito público, puesto que eran su especialidad cuando ocupaba el escaño en el Congreso de Diputados por Convergència y después por el Partit Demòcrata. Previamente también había sido diputado en el Parlament y concejal en Vilanova i la Geltrú.

La trayectoria política de Campuzano se ha concentrado en Madrid. El nuevo conseller del gobierno de Esquerra fue diputado en el Congreso por Convergència de 1996 a 2019 y lo dejó de ser cuando quedó fuera de las listas en las últimas elecciones españolas por el desacuerdo con la estrategia de Junts y el ex president Carles Puigdemont. Pragmático, a lo largo de su trayectoria dentro de CDC se situó en la corriente socialdemócrata y también soberanista del partido, alrededor de otros dirigentes como Josep Rull, Damià Calvet o Mercè Conesa. Ahora bien, a raíz del Procés y sobre todo el referéndum del 1 de Octubre, esta familia política se rompió y él derivó hacia postulados más moderados. De talante pactista, tuvo un papel clave junto con Marta Pascal en la moción de censura contra Mariano Rajoy para situar a Pedro Sánchez en la Moncloa.

Después de dejar el Congreso, sin embargo, no abandonó del todo la política y más adelante se implicó en las jornadas El país de mañana, que aglutinaba a ex dirigentes del PSC, CDC y miembros de la sociedad civil, para refundar un espacio que volviera al catalanismo. Unas jornadas que acabaron desembocando en el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), de Pascal, que no entró en el Parlament en las últimas elecciones.