Los últimos nostálgicos de la sociovergencia
BarcelonaLas Jornadas del Círculo de Economía ya hace años que es el reducto de los nostálgicos de la sociovergencia, una alianza que podríamos definir como centro radical que nunca ha gobernado como tal en la Generalitat, pero que durante el pujolismo/maragallismo funcionó como un sistema completo con sus diferentes ámbitos de influencia (estatal, nacional y municipal). Seamos claros, a los empresarios catalanes aún les gusta Salvador Illa y prefieren a Pedro Sánchez en la Moncloa antes que a Alberto Núñez Feijóo, pero lo que no soportan son sus socios. Y muchos no esconden cierta frustración. Un representante del sector inmobiliario, por ejemplo, está especialmente quejoso con la retórica que los socialistas, en Madrid y en Barcelona, han adoptado con sus propietarios de pisos. "Les están criminalizando y eso es un error", afirma antes de admitir qué es lo que en realidad le gustaría: "Para nosotros lo mejor sería un entendimiento entre los socialistas y Junts, pero es muy difícil con Puigdemont, muy difícil", afirma lacónico.
Otro veterano de las jornadas está indignado con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a la que califica con un improperio por sus palabras sobre la opa. "Diciendo esto públicamente [que hay que vetar a la opa] siendo la vicepresidenta demuestra que no tiene ni idea –argumenta–, porque lo que debe hacer el gobierno español es vetarla con alguna fórmula, pero con la máxima discreción", concluye.
La figura de Alberto Núñez Feijóo también aparece en algunas conversaciones, pero básicamente es para lamentar su falta de liderazgo interno. "Mañana vendrá, hará un discurso autonomista para quedar bien y cuando llegue a Zaragoza habrá olvidado", comenta alguien recordando lo que ya pasó el primer año que participó en las jornadas. Oyendo a los empresarios catalanes se ve cómo quieren y duelen. Querrían una sociovergencia que no está ni se le espera. Y de lo contrario tampoco les iría mal un gobierno de un PP con sensibilidad autonómica como la de Feijóo, pero saben que Ayuso y Vox hacen imposible esa ecuación. Al menos respiran aliviados porque en Catalunya se ha instalado la pax isleña (de Salvador Illa) mientras que la tensión que antes estaba aquí con el Proceso ahora se ha trasladado a Madrid, donde la derecha ayusista y la extrema derecha viven instaladas en un clima guerracivilista. Alguien en contacto con sus homólogos españoles del sector confiesa que le sorprende el grado de odio que les despierta la figura de Sánchez. "Es algo muy visceral", admite.
Ribera y el aburrimiento
En cambio, Sánchez, cuando viene al Cercle, se siente como en casa. En realidad, es posible que Cataluña sea el territorio políticamente más amable para él ahora mismo. Desde el atril felicita a Salvador Illa por su cumpleaños y en un momento dado habla de Catalunya y España como "países extraordinarios". Poco después, pero en otro escenario, el Colegio de Periodistas, la vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, participa en un coloquio organizado por la Asociación de Periodistas Europeos. Allí desgrana una teoría que encaja a la perfección con su talante (y quizás también con el de Salvador Illa). "El mundo está descubriendo ahora gracias al trumpismo que ser aburrido, previsible y con normas claras, como Europa, tiene su atractivo", declara. El aburrimiento como valor económico. He aquí un posible lema para las Jornadas del Círculo del próximo año y que Isla aplaudiría.