¿Cuál es el umbral de tolerancia de Junts i Esquerra con Pedro Sánchez?

BarcelonaJusto después de la sesión de control del miércoles en el Congreso de los Diputados, en la que el presidente español, Pedro Sánchez, se quedó solo ante los ataques de la derecha, el líder de Esquerra, Gabriel Rufián, hizo una entrevista que ayuda a entender en qué situación se encuentran no solo los aliados a la izquierda del PSOE sino también Junts y el PNV. De pie y respondiendo a El matí de Catalunya Ràdio, en menos de cinco minutos defendió continuar la legislatura para exprimir al máximo al PSOE –"Es el camino correcto y así debe seguir siendo", dijo– al tiempo que reconoció que el "cuerpo" le pedía plantar a Pedro Sánchez. O también dijo que la alternativa de PP y Vox a los socialistas era "muy chunga", pero que "nadie puede hacernos escoger entre unos corruptos cutres o premium". Unas respuestas que evidencian que los socios del gobierno español se encuentran literalmente atrapados en todo el asunto Cerdán.

Su dilema es aguantar un gobierno salpicado por presunta corrupción –la trama del trío Cerdán, Ábalos y Koldo afecta al ministerio de Transportes– o facilitar el terreno a un gobierno de la derecha y la ultraderecha que va en contra de sus intereses ideológicos y también nacionales de su electorado. También llega en el peor momento para los independentistas: el Tribunal Constitucional tiene que tomar posición sobre la amnistía, clave para que vuelva Carles Puigdemont y para que Oriol Junqueras y Jordi Turull puedan optar a ser candidatos.

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La falta de alternativa es el único punto a favor que Pedro Sánchez ha tenido desde el principio, también en esta crisis. Le salen los números en el Congreso –él mismo sacó pecho en su comparecencia del lunes– y lo reconocen tanto Junts como Esquerra en privado. "No seremos los primeros" a la hora de hacer caer a Sánchez, resumen fuentes republicanas. De hecho, desde 2018, cuando llegó al poder, esta siempre ha sido la gran coartada, porque ningún socio a su izquierda quiere tener el sanbenito de haber facilitado de forma activa que un gobierno ultraderechista llegue a la Moncloa.

Lo único que cambia entre los aliados parlamentarios es el grado de gesticulación a la hora de marcar distancia con Sánchez. Varía en función de dónde se sitúa el partido en el eje ideológico. Podemos es el que más presiona hablando ya directamente del PSOE como un partido "corrupto", mientras que el perfil más bajo, paradójicamente, lo ha adoptado Junts, que le da margen, a través de Jordi Turull y Míriam Nogueras, que esta semana sí se han querido hacerse la foto con Pedro Sánchez. Fuentes de Junts incluso consideran que, pese a lo que hicieran el trío Cerdán, Koldo y Ábalos, la Guardia Civil está utilizando políticamente este caso, como en su día hizo con el independentismo. De momento, Junts preserva su tótem: desde que estalló la crisis, el ex president Carles Puigdemont no ha dicho ni pío.

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El umbral

Si la mancha de presunta corrupción no se extiende más allá, parece que Sánchez puede aguantar agonizando. Sin presupuestos –de hecho, eso ya se daba por supuesto antes de la crisis– y sin desplegar una agenda legislativa por el veto mutuo entre Junts y Podemos, pero aguantando. Su ratificación es de facto y así se manifiesta mientras pueda seguir en la Moncloa.

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Ahora bien, el umbral de Junts y ERC para seguir apoyando al PSOE puede desbordarse si empiezan a aparecer más informaciones que afectan directamente a Sánchez o al partido. Tanto Junts como Esquerra reconocen en privado que no podrán sostener un gobierno cuya formación esté bajo la lupa de la financiación irregular. Hasta ahora el PSOE lo ha negado de forma tajante, pero también es cierto que la Moncloa desconoce la información que tiene la Guardia Civil. Es más, asume que pueden salir más dirigentes vinculados a la trama. Aquí es el PP quien juega con ventaja, y quiso exhibirlo Feijóo soltando una frase lapidaria: "Ábalos fue el primero, pero Cerdán no será el último".