ENTREVISTA

Maixabel Lasa: "Las víctimas de ETA somos mayores de edad y no hace falta que nadie nos defienda”

BarcelonaMaixabel Lasa (Legorreta, 1951) perdió a su marido, Juan María Jáuregui, a manos de ETA hace 21 años. Poco después accedió a reunirse con miembros del comando etarra que le había asesinado. Ahora, la película Maixabel explica esta historia en las pantallas y su protagonista en la vida real atiende al ARA antes de ir al Festival Clàssics.

No son las circunstancias más felices, ¿pero qué le dice que su vida haya llegado a la pantalla?

— Algo de bueno debe de haber con lo que hicimos con los encuentros reparadores. Me siento halagada porque participé y lo hice con plena convicción. Siempre he creído que la política penitenciaria tiene que estar encaminada a la reinserción por mucho daño que se haya cometido y creía que estas personas habían hecho autocrítica reconociendo el daño causado. Si volvieran a nacer seguramente no lo volverían a hacer.

¿Se lo dijeron en estos términos?

— Estos o parecidos. La primera vez que hablé con Luis Carrasco -uno de los etarras- yo le pregunté si sabía quién era Juan Mari, si sabía que tenía mujer e hijos y el sufrimiento que había provocado.

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¿Tampoco sabía que su marido había estado en ETA cuando era joven o que había declarado para que acusaran a Galindo por los GAL?

— No tenía ni idea, solo sabía que había sido gobernador civil de Guipúzcoa. Ellos tenían órdenes de arriba y el objetivo era matarle. Le pregunté: si yo hubiera estado ahí, ¿lo habríais matado? Y respondió que sí.

¿Fue reparador?

— Sí, y yo no creía que me produciría sensación de paz interior. Es imposible recuperar a Juan Mari, pero darme cuenta de que aquella persona cuando salga de prisión no pensará que es un héroe sino todo lo contrario, me reconforta. Ha sido una persona valiente enfrentándose a la organización, ha sido capaz de decir hasta aquí hemos llegado, con lo que esto supone, pasar de ser un héroe a un traidor. No me gustaría estar en la piel de Luis ni de su madre. Se los dije a los dos, me salió del alma. Yo soy madre y pensar que un hijo mío ha podido matar a alguien por y para nada tiene que ser terrible para una madre. Es imperdonable, como dicen ellos.

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¿Le dicen que es imperdonable?

— Sí.

¿No le pidieron perdón?

— Sí, uno de ellos. Le dije que no le respondería. Solo que le daría una segunda oportunidad.

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¿Y qué es una segunda oportunidad?

— Que cuando salga pueda rehacer su vida.

Ha procurado no vivir enfadada.

— He procurado transmitir a los que están alrededor mío, mi hija y mis nietos, que con el odio no consigues nada.

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Su marido de muy joven estuvo en ETA, ¿eran pareja entonces?

— Sí, empezamos a salir con 16 años. Él era militante en ETA, pero la ETA político-cultural. De alguna manera, Juan Mari tuvo, no sé si decir suerte o no, y fue detenido. En prisión se encontró con militantes de CCOO, UGT, el Partido Comunista. Todo aquello nos encaminó.

¿Usted también simpatizaba?

— Ahí estuve.

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Acepta el cargo de gobernador.

— Para él era un reto, sobre todo por todo lo que se sentía sobre Intxaurrondo, ahí tenía su espina, y fue valiente. Se sintió solo, incluso desde el partido (el PSOE).

¿Hablaban de esto?

— Recuerdo que cuando vino de atestiguar en la Audiencia Nacional estaba satisfecho de haber participado en el esclarecimiento del asesinato de Lasa y Zabala. Cuando vino a casa me dijo: no sé quién me matará, si Galindo o ETA.

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Ha explicado que el día que matan a su marido le ve en la cara que esta guerra la ganarían.

— Yo en toda mi trayectoria siempre he tenido presente a Juan Mari y aquella imagen de decirme: Maixabel, a mí me han matado, pero esto lo ganaremos. Y tuve la gran oportunidad que me concedió Ibarretxe de poder ser la directora de atención a las víctimas del terrorismo del gobierno vasco. Pusimos en marcha proyectos muy interesantes: cinco víctimas de ETA y cinco víctimas de otros grupos terroristas. Quisimos que cada una fuera conociendo el sufrimiento de la otra y crear empatía.

¿Cuántos encuentros se hicieron?

— Se acabó en 2012 y no dio tiempo ni de empezar. Se acabaron porque el PP no quiso saber nada del tema. Y hubieron otros después, fuera de prisión.

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Jesús Eguiguren decía: “ETA les iba muy bien a algunos porque tapaba todos los otros problemas”.

— Algunos partidos echan de menos la presencia de ETA. Utilizar a las víctimas como arma es solo para buscar votos. Las víctimas somos mayores de edad y no hace falta que nadie nos defienda. Yo apelo a que nos dejen en paz, somos bastante mayores para saber a quién tenemos que votar.

¿Cree que a Otegi le faltó pedir perdón?

— Recuerdo qué dijo él cuando mataron a Juan Mari. Dijo aquello que Juan Mari había tomado partido. Otegi mientras ETA mataba estaba aplaudiendo. Yo creo que tiene muchísima responsabilidad en todo lo que ha pasado. Que él hiciera una autocrítica no iría mal. En los homenajes que dedicamos a Juan Mari cada año, desde hace cinco años empieza a aparecer gente de la izquierda abertzale, bienvenidos sean.

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La generación que viene puede ser que al no vivirlo no le dé importancia.

— Las futuras generaciones tendrían que saber lo que pasó para que no vuelva a pasar.

¿Se ha reunido con público infantil?

— Yo no, pero hay un proyecto que pusimos en marcha que eran víctimas que iban a los centros escolares con chavales de 14 y 15 años para explicar lo que pasó. Y es impresionante el silencio de estas aulas.

¿Le dicen que tiene que ser más dura?

— Las personas que conocieron a Juan Mari saben que era un constructor de puentes, un verso libre, que militaba en un partido pero de aquella manera. Y yo en este aspecto he sido algo parecido, me he tenido que adaptar a veces, pero ahora soy libre y nadie controla lo que tengo que decir.