La vida de Sánchez-Camacho y Cospedal en el post-Proceso

MadridQuizás muchos catalanes no recordaban el carácter histriónico de Alícia Sánchez-Camacho, ahora que hace ya ocho años que dejó de ser la líder del PP de Catalunya y que ha continuado su carrera política en segundo plano en Madrid. Las malas lenguas dicen que los servicios prestados en la operación Cataluña tienen recompensa. Su comparecencia este lunes en la comisión de investigación del Congreso permitió refrescar la memoria y revivir debates encendidos, con el volumen muy alto. "No me llame", le decía Camacho a la diputada de Podemos Martina Velarde. "¡Quien llama es usted!", le replicaba ella. Los portavoces de Junts y ERC –dos partidos muy enfrentados hoy en Madrid–, Josep Pagès y Pilar Vallugera, trataban de darse consejos mutuamente para descolocar a Sánchez-Camacho, que los acabó desesperando. "No ha venido a regañarme ni insultarme. Da pasar vergüenza cómo ha tratado a mis compañeros", le advirtió Vallugera.

Sánchez-Camacho demostró que no ha abandonado la bronca política. Fue diputada en el Congreso en la legislatura de la moción de censura de Pedro Sánchez en Mariano Rajoy, fue miembro de la mesa, y después fue senadora por designación autonómica de la Asamblea de Madrid. Es su tercera legislatura y fuentes de Más Madrid la describen como la diputada senior catalana de Isabel Díaz Ayuso, aunque desde el PP aseguran que es una diputada zanja y con "perfil bajo". Básicamente, se dedica a los temas laborales –su especialidad como letrada de la Seguridad Social– y no hace de portavoz de las cuestiones más políticas y las vinculadas a Catalunya, reservadas a perfiles del núcleo duro de Ayuso, que ha querido rejuvenecer la primera fila de la bancada conservadora en la Asamblea de Madrid con personas de su confianza.

Esto no quiere decir que Sánchez-Camacho no aproveche los pocos turnos de intervención que tiene en los plenos. "Yo me fui de Catalunya para no pagar la fiesta independentista y ahora me obligarán a pagarla aquí", se quejaba hace menos de una semana en la última sesión de la cámara madrileña, en referencia a la condonación por parte del gobierno español de la deuda en las comunidades autónomas. "Están sometiendo al país al peor arancel: el del chantaje independentista", se exclamaba. En 2013, mientras colaboraba con el excomisario José Manuel Villarejo para la operación Catalunya, Sánchez-Camacho como líder del PP catalán trasladaba a Génova que era necesaria una reforma de la financiación autonómica que garantizara el principio de ordinalidad, es decir, lo mismo que ahora han pactado ERC y el PSC.

"Mi hermana"

En ese momento quien cortaba el bacalao en la sede del PP era María Dolores de Cospedal, a quien Sánchez-Camacho en un audio vinculado a la guerra sucia contra el soberanismo se refería como a su hermana. No es extraño, pues, que el lunes en sus comparecencias utilizaran la misma excusa para fugarse de su participación en la operación Catalunya: que las conversaciones publicadas que las dejan en evidencia pueden estar "editadas" y "manipuladas" y, por tanto, no pueden darle veracidad. Cada una con su estilo, y aunque Cospedal ya se ha retirado de la política, ambas fueron fieles a sus siglas. Sánchez-Camacho estaba tentada a hablar catalán y se disculpaba cuando se le escapaba alguna palabra, y la exministra de Defensa, con la excusa de que no acababa de oír bien la traducción simultánea, pidió al diputado de Junts si podía hablar en castellano. He visto que lo habla muy bien cuando ha leído mi entrevista", le afirmaba.

Cospedal, que perdió las primarias del PP en el 2018 ante Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría, dirige desde 2023 el Instituto de Liderazgo Político, que busca "contribuir a la moderación en la política de presentación con la política de presentación con la política de presentación semanas tuvo como invitado estrella el expresidente español Felipe González.