«'¡Viva don Ramón!'»
Los diputados de Vox victorean a Tamames al final de la moción
MadridCuando ha acabado la moción de censura, los diputados de Vox se han querido hacer una fotografía con Ramón Tamames en el centro del hemiciclo. Cuando por fin han conseguido situar al nonagenario entre unos sonrientes Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros, uno de ellos ha gritado muy fuerte: "¡Viva don Ramón!", que ha sido contestado por el resto de diputados con un ruidoso y marcial "¡Viva!" Ciertamente, no podía haber mejor final, teniendo en cuenta que el mejor creador del género del esperpento también se llamaba Ramón, en este caso Ramón María de Valle-Inclán.
La jornada había empezado con un discurso lleno de equilibrios de Cuca Gamarra (PP), donde intentaba ser cariñosa con Don Ramón ("Nos abstenemos por respeto a usted", le dijo, a pesar de que la decisión se había tomado mucho antes de que se supiera quién sería el candidato) y a la vez criticaba a Vox por hacer un "regalo" al gobierno. En el hemiciclo, Cayetana Álvarez de Toledo miraba el móvil abstraída y era la única que no obedecía la orden de aplaudir (solo lo hizo al final con unas evidentes pocas ganas) mientras Inés Arrimadas evitaba cualquier contacto visual con Edmundo Bal, situado a su izquierda, e incluso prefería departir con Carolina Telechea (ERC), situada al otro lado del pasillo. Tamames, mientras tanto, iba tomando apuntes y preguntando cosas a Abascal, que le hacía de asistente.
El fantasma de la Guerra Civil
Cuando ha tomado la palabra Patxi López enseguida se ha notado que la derecha tenía ganas de guerra. "¡Pero si te hicimos lehendakari!", ha contestado alguien cuando el portavoz socialista se quejaba de que el PP no quería pactar nada. "¡Paracuellos, Paracuellos!", se ha oído cuando López defendía que había que desenterrar a las víctimas del franquismo. Con este ajetreo no es nada extraño que a Tamames le pareciera que volvían las "dos Españas" y que estábamos en 1936 y no en 2023. Él sí parecía estar no en 1936 sino en 1939, cuando ha empezado a alabar la figura de Isabel la Católica y ha pronunciado frases tan castizas y propias de la raza como "A moro muerto, gran lanzada", que quiere decir que cuando alguien ya ha sido vencido (en este caso hablaba de Franco), todo el mundo se atribuye el mérito.
A pesar de esto, era imposible no verlo como un viejito entrañable cuando no conseguía decir el nombre de Coalición Canaria (ha dicho Compromiso por Canarias) o el del PDECat o reconocía que le había parecido interesante la intervención de la CUP. A su lado, Abascal miraba al cielo buscando la protección divina y rezando por que Tamames no derrapara. Y ha estado a punto en algún momento, pero no lo ha hecho; de forma que en Vox han acabado la jornada más que contentos. "Estamos mejor que hace tres días", reconocía uno de sus altos dirigentes. Su diagnóstico es que a la gente de bien española no le había gustado el ninguneo general a Tamames y, por lo tanto, tienen esperanzas de pescar votos en este caladero, el de la tercera edad. Incluso dejaban caer que habían tenido un aumento de afiliaciones en las últimas horas.
Los próximos días quizás hay alguna pista para saber cuál es el alcance real del efecto Tamames, pero de momento los peces gordos de Vox lo único que tenían claro es que un día de estos irían todos a comer con él. Y ya podemos vaticinar que después de los postres y con el café, copa y puro pertinente, alguno de ellos proferirá el nuevo grito de guerra del partido: "¡Viva don Ramón!"