Discriminación

Cuando el acento o el color de la piel cierran la puerta al alquiler

Una de cada tres denuncias que recibe SOS Racisme por discriminación en derechos sociales es por el acceso a la vivienda

Clara López Alcaide
y Clara López Alcaide

Barcelona"No me esperaba que fueras así". Esta fue la reacción de un agente inmobiliario cuando Uma Jawo, de 24 años y vecina de Vic, se disponía a visitar un piso para alquilar. "¿Así cómo?", respondió sorprendida la joven. El hombre intentó retirar sus palabras y le dijo que ya no podía enseñarle el piso porque lo acababan de alquilar a otra persona. Quince minutos antes del encuentro, sin embargo, Jawo había llamado por teléfono a la inmobiliaria que lo ofrecía y le habían asegurado que, si después de la visita el piso le gustaba, era suyo: "Siempre me dicen que tengo un catalán perfecto y creo que por eso no sospecharon que era extranjera y mucho menos negra –relata–. Fue una de las primeras experiencias que tuve buscando piso cuando llegué a Vic".

Jawo denuncia que, como ella, muchas personas migrantes y racializadas se enfrentan a situaciones de discriminación a la hora de intentar alquilar un piso o acceder a una hipoteca. El 30% de las denuncias que recibe SOS Racisme por discriminación en el acceso a derechos sociales —que incluyen ámbitos como la educación, la sanidad y servicios públicos como el padrón— son por acceso a la vivienda, pero la cifra podría ser mucho más mayor si se tienen en cuenta el número de casos que no se llegan a denunciar. "La gente no sabe que puede denunciar estas situaciones, que son delitos y vulneraciones de derechos básicos", asegura la abogada y portavoz de SOS Racisme Marilda Sueiras.

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La semana pasada el Ayuntamiento de Barcelona anunció que había sancionado con 45.000 euros a los propietarios de un piso y la inmobiliaria que lo comercializaba por haber negado el alquiler a una persona marroquí que cumplía todos los requisitos. La multa es una excepción: es la primera por discriminación directa por racismo y tenía que servir, en palabras del regidor de Derechos Sociales, de "mensaje de prevención" para el sector inmobiliario. Pero el racismo inmobiliario es mucho menos excepcional. Según datos del Ayuntamiento, en 2020 una de cada cuatro vulneraciones del derecho al acceso a la vivienda (el 25%) fueron por motivos racistas, la segunda causa después de la aporofobia (odio a los pobres), con un 35,7% de los casos.

Exceso de condiciones y visitas que no llegan nunca

Las formas de discriminar que utilizan propietarios y operadores son diversas: desde pisos que explícitamente se anuncian en portales inmobiliarios con la descripción "solo para españoles", hasta condiciones que incluyen un exceso de documentación y más garantías para poder alquilar. "Una cuestión es que no puedas acceder a una vivienda por unas condiciones económicas concretas y otra es que las condiciones que se te impongan sean más estrictas que la norma y esto esté condicionado por tu origen", denuncia Sueiras. El primer filtro se activa a través de la llamada. "Si una persona llama por teléfono y se le nota el acento o da un apellido extranjero, a menudo le dicen que no tienen oferta o que es muy cara", dice.

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Fatima Boutammant tuvo que ponerse en contacto con hasta doce inmobiliarias para encontrar un piso donde independizarse en Osona. Algunas le pedían unos requisitos más estrictos que los que constaban en la oferta inicial, otros directamente le negaban la visita cuando detectaban que era de origen extranjero. "Cada vez que iba a una agencia o llamaba por teléfono me decían que al final habían alquilado el piso a otra persona, o que ahora no lo querían alquilar", recuerda. Para Boutammant, la mayoría de estas negativas eran "excusas" para evitar que pudiera acceder al piso, porque cumplía los requisitos que pedía el propietario de la oferta.

"Estuve un año buscando desesperadamente por internet y llamando cada día", relata. La joven, de 30 años, recuerda que una vez una amiga suya, de origen catalán, encontró un piso en una inmobiliaria donde ella hacía meses que estaba en lista de espera. "Pedían nombre y apellido y al ver que era extranjera me decían que no tenían nada. A ella, en cambio, le encontraron un piso que estaba bien en una semana por un precio normal", lamenta. "Lo pasé muy mal –asegura–. ¿Por qué nosotros no podemos alquilar un piso? Entiendo que quizás lo hacen porque se han encontrado con casos... pero los marroquíes no somos todos iguales", añade.

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Las entidades atribuyen el racismo en el acceso a la vivienda a la estigmatización de ciertos colectivos. "El imaginario colectivo otorga ciertos comportamientos a determinados colectivos por el simple hecho de tener un mismo origen étnico. Es puro imaginario racista", explica Sueiras, y añade que a menudo propietarios y agencias inmobiliarias establecen criterios partiendo de "comportamientos no demostrados" que atribuyen a determinadas culturas. "Asocian el hecho que venga gente extranjera al hecho que sean pobres o atraigan delincuencia, y que puedan degradar el tejido del barrio. A veces también creen que puede cambiar el prestigio de la zona y hacer que el edificio no sea tan exclusivo", asegura Sueiras.

Una práctica ilegal

SOS Racisme avisa que discriminar a la hora de vender o alquilar un piso es una práctica ilegal recogida en la ley del derecho a la vivienda y que puede comportar sanciones muy graves, de 90.000 euros a 900.000. "Quien tiene la responsabilidad sancionadora son los entes locales, o si son muy pequeños y no han pedido nunca la competencia, es la Agència de l’Habitatge de Catalunya", dice Sueiras, que reivindica la vivienda como un derecho básico. Lamenta, sin embargo, que muchos casos que llegan a la entidad lo hacen sin pruebas, sobre todo porque la discriminación es verbal o física. Y muchos afectados normalizan estas situaciones, de forma que no las denuncian.

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Uma Jawo acudió a SOS Racisme pidiendo información después de vivir varias experiencias racistas mientras buscaba piso en Vic. Asegura, sin embargo, que muchos conocidos no saben a quien acudir cuando se encuentran en estas situaciones. "Tendríamos que tener la oportunidad de poder denunciarlo porque hay un tipo de impunidad para los propietarios que hace que te puedan decir a la cara que no quieren negras en su piso, porque saben que no pasará nada si lo dicen", reivindica. Tanto ella como Fatima Boutammant lamentan, sin embargo, que las dificultades para encontrar un techo representan una forma más de la discriminación diaria que viven las personas racializadas : "Siempre sufrimos por todo: para encontrar trabajo, por los estudios, para conseguir un piso... ¿Pero por qué tiene que ser así?"