Más ahogamientos que nunca antes de empezar la temporada de socorrismo
El calor y la afluencia en las playas alargan la época de baño más allá de los tres meses habituales
BarcelonaSolo en los dos últimos fines de semana cinco personas han muerto ahogadas en Catalunya. Desde que empezó la temporada de baño (que la Generalitat fija del 15 de junio al 15 de septiembre), han sido once. Pero la cifra de fallecidos en el mar este año es casi del doble, con 21 víctimas hasta el 30 de julio, la cifra más alta en la última década. Los datos a los que ha tenido acceso el ARA evidencian que cada vez hay más ahogamientos fuera del período que se considera temporada de playas, cuando se activan los servicios de vigilancia y socorrismo. Este año, antes de iniciar la temporada y las correspondientes campañas de prevención y llamadas a la prudencia, en Cataluña ya habían muerto ahogadas 10 personas. Es la cifra más alta de ahogamientos mortales antes del inicio de la temporada de playas desde que hay registros, que empezaron en el 2015. El dato más cercano es del 2018, cuando seis personas murieron ahogadas en el mar antes del 15 de junio.
“Si el verano llega antes y se va más tarde, el tiempo de exposición al agua aumenta”, y por tanto hay más probabilidad de ahogamientos, valora el enfermero y especialista en seguridad acuática Ramsés Martí. La jefa del servicio de gestión de emergencias de Protección Civil de la Generalitat, Montse Font, comparte que este aumento se debe a que cada vez hace más calor en temporadas en las que no estábamos habituados, y por tanto vamos más al mar fuera de la temporada de baño. Por ejemplo, este año la concurrencia en las playas durante la Semana Santa ha sido más alta de lo habitual.
Ampliar la temporada de socorrismo
“Llevo años diciendo que los servicios de playa comienzan tarde y terminan demasiado temprano”, crítica Martí sobre el tiempo en que está activado el servicio de socorrismo. A su juicio, también sería necesario que una normativa fijara algunos estándares en este servicio de vigilancia, avanzar las campañas de prevención y focalizarlas en grupos sociales o espacios concretos, como por ejemplo los centros de mayores, que son el perfil mayoritario entre las víctimas.
Por su parte, Font matiza que algunas playas “muy turísticas, donde saben que habrá gente”, sí alargan el servicio de socorrismo más allá de los tres meses de temporada habitual. Sin embargo, son la excepción, y lo habitual es que los municipios –que son los que adjudican este servicio a través de un concurso– sólo lo contraten durante el periodo de verano. En algunos casos, los ayuntamientos han avanzado o modificado sobre la marcha el servicio de socorrismo al ver que el riesgo iba más allá del horario de vigilancia. Por ejemplo, Font recuerda que Tarragona lo hizo el pasado año después de dos ahogamientos en dos días, uno de ellos mortal, en la playa del Miracle.
Con todo, la jefa de gestión de Emergencias reconoce que la burocracia asociada a la contratación de este servicio, que se hace municipio a municipio, limita mucho que cada playa pueda adaptar el servicio en función de los días o las horas más concurridas. Estos contratos suelen realizarse para un período de dos años y habitualmente se adjudican a principios de año o finales del anterior, lo que dificulta prever qué días de primavera u otoño serán más cálidos y las playas estarán más llenas.
De 100 a 200 rescates cada año
"Lo que es seguro es que con el cambio climático cada vez tendremos más calor y más uso de las playas, habrá que pensar alguna manera", concluye Font. Por eso, la Generalitat ya trabaja con los ayuntamientos y las empresas de socorrismo para encontrar la forma de estandarizar el servicio de vigilancia, si bien Font cree que no se resolverá pronto porque todavía hay discrepancias en aspectos como cada cuantos metros hay haber una torre de vigilancia.
Con todo, Font pone en valor el trabajo de los socorristas, que cada año realizan entre 100 y 200 rescates acuáticos en las playas de Catalunya. A todas estas personas las han sacado del agua antes de que se ahogaran porque no podían salir por sí mismas. Por eso, Font cree que "las cifras de ahogamientos podrían llegar a ser escandalosas si no hubiera este servicio de socorrismo".
Vigilar a los niños en la piscina
Aparte de las playas, cada año también mueren personas ahogadas en piscinas o bañándose en aguas interiores, como en ríos y lagos. Hasta ahora, este año cinco personas han muerto ahogadas en aguas interiores. En cambio, el año pasado no hubo víctima mortal alguna, en el 2022 hubo nueve y en el 2021 fueron ocho.
Desde el 15 de junio han muerto cuatro personas ahogadas en piscinas: tres mayores de 65 años y un niño de siete años. Ahora bien, una cifra que preocupa especialmente a Protección Civil son los 25 ahogamientos (23 de niños) que, pese a no ser mortales, han dejado al afectado en estado grave o crítico. "Son cifras muy escandalosas, más que el año pasado, y nos preocupan mucho", incide Font. Por ello, remarca la importancia de tener a los menores siempre muy cerca del agua, “a una distancia que les podamos abrazar en cualquier momento”, para que para un niño pequeño perder el equilibrio en el agua, aunque sea en una zona donde haga pie, puede suponer un ahogamiento en cuestión de segundos. Los niños, añade Font, tienen una mayor capacidad de recuperación que los adultos, y la mayoría de ahogamientos infantiles no son mortales, pero según cuánto rato pasen bajo el agua pueden sufrir lesiones graves.
“A los niños hay que enseñarles a nadar desde pequeños, y en la piscina no se les puede dejar solos ni el tiempo de mirar uno whatsapp”, insiste Font, que hace un llamamiento a la responsabilidad de los adultos. Además de tenerlos siempre cerca, también recomienda que las criaturas lleven algún chaleco de flotación para que siempre tengan la cabeza fuera del agua.
Ahogamientos en espacios vigilados
Para Martí, las condiciones laborales de los socorristas también influyen en la calidad del servicio que pueden dar: “Seguimos teniendo ahogamientos en espacios vigilados, algo está ocurriendo. Hay socorristas que vigilan a más de 80.000 metros cuadrados”. Considera que en algunos casos las condiciones de trabajo de los socorristas dificultan que puedan detectar si una persona se está ahogando. La mayoría de las veces, afirma, es otro que les avisa de que hay una persona flotando en el agua, cuando ya se ha ahogado. Además, advierte que "el ahogamiento es silencioso" y difícil de detectar para alguien que no esté entrenado.
En el caso de las personas mayores, normalmente sufren ahogamientos secundarios, es decir, que tienen algún problema de salud en el agua que les hace marearse o perder el conocimiento durante unos instantes, por ejemplo, y acaban hundiendo. Entre los adolescentes, son más frecuentes las conductas de riesgo, por ejemplo por bañarse en zonas peligrosas o donde no está permitido. Por lo que se refiere a los adultos, en cambio, las imprudencias suelen tener que ver con haber tomado alcohol antes de bañarse, y también hay ahogamientos a consecuencia de caídas.