¿Qué podemos hacer ahora que abren por la noche?

Algunas ideas, de todos los precios, para salir por la noche sin toque de queda

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Un grupo de personas a una terraza de la calle Enric Granados de Barcelona.

BarcelonaA partir de este domingo se puede ir a cenar, y como no se podía, todos aquellos, como yo, que preferíamos los desayunos y las comidas, haremos como quienes salen de la Cuaresma, haremos como quien celebra el Ramadán, y saldremos. Saldremos con la idea de estar “creando un recuerdo”. Un día lo explicaremos: "le llamábamos pandemia, había toque de queda y no se podía salir por la noche. Y de golpe, un día, abrieron”. Pues ya es el día y me parece que, el año que viene, por estas fechas, lo conmemoraremos. Saldremos por la noche, será una nueva fiesta del calendario, como Sant Joan, que quizás es de mis fiestas preferidas, porque lo asocio a cuatro cosas que me gustan mucho: vestidos de colores, petardos, fuego, cava. ¿Qué podemos hacer, pues, ahora que abren?

Ir a cenar a un restaurante estrellado. La mayoría abrirán por la noche. Encontrar mesa quizás no será fácil, porque continúan, claro, al 30% de aforo, y todo el mundo ha tenido esta idea. Ir a Hisop, de Barcelona, por ejemplo, a comer un menú. Oír de nuevo: “¿Una copa de cava, para empezar? ¿Alguna alergia, intolerancia?” O ir al Disfrutar, o al Dos Pebrots, al Alkimia, al Lluerna. A Casals, que como están en Sagàs, a principios de la pandemia, con el confinamiento comarcal, dijeron: “Cerramos, porque como no vengan a comer los de la masía de al lado...” A Ca l’Enric y a Les Cols, que la Vall de Bianya de noche es preciosa. Al Òsmosi. A Ca l’Arpa, de Banyoles, y quedarse a dormir. Tenía pendiente desde antes de la pandemia ir al Deliranto. De este restaurante me había hablado alguien en quien confío mucho. El jefe del Samba Brasil, el bar de caipirinhas de la calle Lepant de Barcelona. Después iremos.

Cenar al lado del mar, en una terraza. Esto también sería maravilloso. En Vilanova, por ejemplo, está el Marejol. El jefe, Jose, es un apasionado del vino y siempre, si te dejas, te pone botellas tapadas. Tiene siempre un producto maravilloso. En Vilanova, de hecho, hay muchos restaurantes buenísimos. Como el Peixerot, por ejemplo. Quizás una idea es ir a cenar y, después, aquello que hacían nuestras yayas: “Ir a mojarse los pies”.

Las coctelerías y bares de copas abren. Por lo tanto, podremos ir a tomar un cóctel por la noche. Ahora muchas de estas coctelerías –como el Negroni– abrían sábado por la mañana. No está mal, para mí. Pero tengo ganas de ir, después de cenar o antes, al Boadas, al Ideal, al Dry Martini, al Pastrami... ¿Lo conocéis? Está en la calle Rere Palau de Barcelona. Es un bar de bocadillos pero que tiene un speakeasy. Entras por la nevera y te encuentras dentro del Paradiso. Sirven todo tipo de cócteles clásicos, pero “modernizados”.

Y si se trata de combinar, que me encanta, puedo hacer esto: ir, por ejemplo, al cine Phenomena (siempre hacen cosas interesantes) y, después, tomar una caipirinha en el Samba Brasil. De verdad que están buenísimas. El bar es la cosa más normal del mundo. Y el jefe es pura alegría. Desde ahí también podéis ir a cenar al Bardeni, que es un restaurante muy pequeñito, muy bueno, que no acepta reservas. Otra combinación, que espero que se pueda hacer: ir al Poliorama y al salir comer un bocadillo en el Viena.

Hablando de bocadillo. Nada es tan bonito como ir al cine o al teatro y a la salida comer un frankfurt. En el frankfurt El Pibe, por ejemplo, de Barcelona, con sus diligentes camareros gritando “¡Marcha, vale!” ¡Ah! Y comprarse un bocadillo en el Conesa, de Barcelona, y comérselo paseando. En el Conesa, por cierto, tienen carta para celiacos. 

Y si todo esto no os convence, o no os lo podéis permitir, podéis hacer como una amiga mía. Me ha dicho que hará esto: “Iré a la playa, sola como una rata, con una botella de vino, una copa de cristal y velitas eléctricas”. 

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