"La alerta era por lluvia y viento, pero no por riadas": todo lo que hicieron los alcaldes antes de las inundaciones

Critican que nadie les avisó debidamente del alcance que podrían tener los fuertes chaparrones de la DANA

Barcelona"Cuando me levanté el martes por la mañana [29 de octubre], ya llovía mucho". Podría ser el testigo de muchos vecinos del centro de la Comunidad Valenciana afectados por DANA, pero es el testigo del alcalde de Utiel, Ricardo Gabaldón. Eran las siete de la mañana. "Tenía que tomar una decisión antes de que empezaran las clases", recuerda. Los autobuses ya tenían problemas por circular. En ese momento, dice que la alerta de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) era naranja. La decisión fue suspender a las clases ya toda la actividad pública. En un tuit a las 9.22 horas de la mañana también recomiendan evitar los desplazamientos. Utiel es una ciudad pequeña, de algo más de 11.000 habitantes, y algunos ciudadanos que conocen al alcalde también recibieron un mensaje suyo recomendando que se quedaran en casa. "A lo largo de la mañana la alerta pasó a ser roja, pero ya habíamos tomado las decisiones", dice el alcalde. Al mediodía el río se desbordó e inundó las calles.

Cada ayuntamiento vivió las horas previas de la gran ola de la DANA de forma particular. Algunos actuaron con anterioridad, otros se vieron superados en el mismo momento. No todo el mundo tuvo la misma información, pero todos recalcan que ninguna información avisaba del verdadero alcance de las riadas. "Nadie nos había dicho que habría riadas", afirma Joan Ramon Adsuara, el alcalde de Alfafar, en las cercanías de Valencia. Allí se desbordó toda el agua que había caído horas antes en Utiel. Adsuara sabía que habría una DANA "muy fuerte". Esa mañana continuó con su agenda, recuerda que las alertas de Aemet eran naranjas, y acudió a un acto en Valencia. Eran las 9 horas de la mañana. Durante ese acto recibió las primeras advertencias del meteorólogo municipal y de una empresa privada que les informa de la situación meteorológica. Adsuara recalca que las alertas eran por "viento" y por "lluvia", pero no por riadas. Sea como fuere, a media mañana regresó al ayuntamiento y empezaron a valorar con la Policía Local la suspensión de las actividades.

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Sobre las 13 horas, recibieron una comunicación del 112 alertando de que el aviso pasaba a ser de color rojo. Pero una comunicación que otros alcaldes de alrededor aseguran que no recibieron. Sin embargo, todavía por la mañana envió un mensaje a la población anunciando la suspensión de las clases y las actividades públicas. "Antes de las 14 horas, nuestro aviso ya estaba de todo el mundo en casa", afirma. Todo el mundo en casa, sin embargo, por una tormenta que nunca llegó. En Alfafar y en los pueblos de l'Horta Sud no cayó ni una gota. "Nos imaginábamos lluvias, no una lengua de barro y agua", dice el alcalde. Hubo personas, pues, que viendo que no llovía salieron a la calle. Además, también muchos intentaron sacar los coches cuando las calles empezaron a llenarse de agua.

"No nos imaginábamos lo que vendría", admite Francisco Comes, alcalde de Massanassa, fronterizo con Alfafar. Ellos también recibieron al mediodía el aviso de que la alerta pasaba a ser roja, pero, de nuevo, era por el "fuerte viento". Ninguna de las informaciones que tenían, asegura, apuntaban a que se desbordaría el barranco de esa manera. La reacción fue suspender las clases y la actividad pública, y lo dijeron tanto por las redes sociales como por los diversos altavoces municipales (más utilizados que nunca últimamente) que existen en varios puntos del pueblo. También recomendaron a la gente que se quedara en casa. Estas decisiones se tomaron al mediodía y la riada que nadie esperaba llegó hasta el anochecer. "Pudo haber sido mucho peor", admite el alcalde, y puntualiza que en su municipio han perdido la vida seis vecinos.

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Sacando árboles a la calle

José Cabanes, alcalde de Sedaví, también en l'Horta Sud, explica que en su pueblo hubo actividad normal todo el día. Asegura que la única alerta que vio fue la naranja, que avisaba de fuerte viento y lluvia, pero no de riadas. "No cayó ni una gota", recalca, y recuerda que sí cerraron los parques municipales. De hecho, desde la empresa privada de meteorología que tienen contratada les dijeron que por las lluvias ellos no corrían peligro. Tanto es así, que el propio alcalde, justo antes de que el pueblo se empezara a inundar, no estaba confinado, sino que estaba con dos operarios municipales sacando unos árboles que habían caído en la vía pública por el viento. "Tuve que marcharme corriendo", admite. Lo hizo cuando las calles empezaron a llenarse de agua y tuvo que refugiarse a un punto seguro. Cuenta que si hubiera sabido lo que venía no habría estado en la calle.

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También en Llocnou de la Corona, un pueblecito de un centenar de habitantes junto a Sedaví, reaccionaron cuando el agua estaba a punto de llegar. Fuentes municipales afirman que se quedaron con la alerta naranja por lluvias y "no llovía". Cuando empezaron a saber que se había desbordado el río no lejos de allí, empezaron a pedir por el pueblo el confinamiento de los vecinos. Después todo quedó oscuro y llegaron los momentos de caos. Nadie podía comunicarse con nadie.