Barcelona, entre la clase media y la desigualdad

Durante la crisis, el número de barrios de renta muy baja se duplicó mientras que el de los más ricos creció, y se ensancharon las diferencias dentro de la ciudad

Albert Llimós
y Albert Llimós

Barcelona"Barcelona es más desigual que antes. A pesar de los periodos de crecimiento que tuvimos, los índices de pobreza no han bajado”, sentencia el antropólogo José Mansilla. La mayor parte de las zonas más vulnerables de Catalunya se concentran en el área metropolitana, en los ejes de los ríos Llobregat y Besòs, mientras en el centro de la capital catalana, con la excepción del Raval y la Barceloneta, según Mansilla, ha habido un proceso de gentrificación que ha expulsado a muchos vecinos de rentas bajas hacia la periferia de la ciudad.

María José Calvo, responsable de estadística y difusión de datos del consistorio barcelonés, que creó una metodología para analizar las desigualdades en la ciudad, defiende que esta “sustitución” de población tiene matices: “Mucha gente está encantada de que venga gente joven con más ingresos al barrio porque se revaloriza la vivienda y se obtienen beneficios”.

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Calvo sostiene que “Barcelona es una ciudad de rentas medias”, a pesar de que la crisis de 2008 empobreció a la población, sobre todo a los más vulnerables. Así, en 2013, de los 73 barrios de la ciudad 38 tenían un nivel de renta bajo o muy bajo. En el último peldaño se llegaron a situar 19 barrios, cuando en 2007 eran solo 8. En cambio, las zonas más ricas, a pesar de la recesión, crecieron de 5 a 8. En términos de población, en los dos primeros años de crisis se dobló la gente que vivía en barrios de rentas bajas y muy bajas, que llegaron a representar a más del 40% de la población de toda la ciudad.

Uno de los ejemplos es Ciutat Meridiana, que en 5 de los 10 años analizados fue el barrio con la renta más baja. Así, si en 2008 una familia de Ciutat Meridiana tenía una renta un 41% por debajo de la media de la ciudad, una década más tarde la diferencia se ensanchaba 20 puntos. Es uno de los ejemplos de los barrios de la zona Besòs, donde la “naturaleza periférica de este espacio, lleno de grandes infraestructuras que dan discontinuidad al territorio, junto con los accidentes geográficos, favorecen la vulnerabilidad”, como señala el sociólogo Sergio Porcel. “Es la zona más frágil de Barcelona, donde se construyeron polígonos de viviendas para acoger a las personas que llegaron a Catalunya en los 60 y 70, gente que venía arrastrando dinámicas culturales que podían impedir que se aprovecharan del ascensor social. Es una zona que no es gentrificable, está al límite de la ciudad y no es atractiva para atraer a las clases medias. La zona Besòs cumple todos los requisitos para que cualquier crisis manifieste su fragilidad ahí, y ahora se están reproduciendo los mismos problemas que trajeron la gente que se instaló ahí hace décadas”, añade Mansilla. “Pasa lo mismo con Torre Baró: son barrios mal comunicados, difícilmente atractivos para un joven acabado de licenciar”, admite Calvo.

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El centro y la periferia

Barcelona es un ejemplo de ciudad que ha actuado sobre su centro histórico para “hacerlo atractivo a los turistas”, explica Mansilla, que cree que durante los últimos treinta años, después de un periodo en que Pasqual Maragall “hacía políticas socialdemócratas para repartir las equipaciones por todos los barrios”, se hicieron “políticas que han expulsado” a los vecinos del casco antiguo. En los años 90 “el Macba y el CCCB se trasladan para crear un efecto positivo en el barrio, pero no para la gente que vive ahí”, añade el antropólogo, que explica que se rompió de este modo con el intento por parte del consistorio, durante los años 80, de hacer “acciones, como realojar vecinos, para impedir” que la gente se fuera del centro. Así, en el Gòtic, por ejemplo, en 10 años subió la renta familiar más de 25 puntos, hasta situarse por encima de la media de la ciudad. “No tenemos datos que puedan sostener que en Barcelona se expulse población con rentas bajas hacia otros municipios. Se han movido por dentro de Barcelona”, apunta Porcel.

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En 2017 el Ayuntamiento impulsó el Pla de Barris, con una dotación de 150 millones para actuar en 16 barrios, lo que representaba intervenir en unos territorios donde viven más de 210.000 personas.