Barcelona

Empieza la tala de árboles en el Parque de Joan Miró: "Será un pequeño desierto"

Los vecinos llevan meses protestando contra el uso de este espacio verde para las obras de la L8

BarcelonaLas máquinas que deben talar los árboles ya se sienten en el Parc de Joan Miró. Pese a las protestas de los vecinos, este jueves se han empezado a retirar 75 de los 94 árboles que está previsto talar en el marco de las obras de ampliación de la L8 de los Ferrocarriles de la Generalidad de Cataluña (FGC), que debe unir las estaciones de Plaça Espanya y Gràcia en menos de 10 minutos. Una parte del parque se transformará en la zona logística de explotación de la tuneladora, un espacio clave para las obras, pero que ha generado un gran malestar entre los vecinos. "Será un pequeño desierto dentro del parque", lamenta en conversación con el ARA el vicepresidente y vocal de urbanismo de la Asociación de Vecinos y Vecinas de la Izquierda del Eixample, Xavier Riu.

Nada más saberse que este parque –uno de los escasos pulmones verdes de esta zona del Eixample– sería el espacio escogido para recibir los efectos colaterales de las obras, el vecindario inició una serie de protestas que llevan más de un año y medio alargando. Desde la plataforma Salvem el Parc Joan Miró, que ya dispone de 52 entidades que se han adherido, se hizo un llamamiento a la movilización organizando acciones como concentraciones, diversos cortes en la Gran Via, o una campaña de apadrinamiento de los árboles afectados. Incluso se redactó un manifiesto de protesta que recogió más de 2.400 firmas. De hecho, hace más de 35 días que los vecinos hacen guardia cada mañana en la zona donde están los árboles que ya se han empezado a talar. "Eso sólo es el principio, a partir de ahora serán 150 camiones al día llevándose tierra", apunta Riu, que subraya que las obras se alargarán al menos tres años –según lo previsto– y que la situación causará "muchas molestias" a los vecinos.

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Pese a no evitar finalmente que se talen cerca de un centenar de árboles, la reivindicación de la plataforma sí ha logrado minimizar el impacto de las obras sobre el parque. De los 8.800 metros cuadrados y 178 árboles que debían afectarse inicialmente, se pasó a 5.300 metros cuadrados y 118 árboles. Una cifra que finalmente todavía ha podido reducirse hasta los 94 árboles. Además, también pudieron alejar un poco la afectación tanto de la Biblioteca Joan Miró como del Institut Ernest Lluch con la reubicación del almacén principal de las dovelas para el túnel en un nuevo tramo de la Gran Via en el cruce con Vilamarí .

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Esta plataforma –que subraya que no está en contra del alargamiento de la L8 entre Plaça Espanya y Gràcia– defiende que la ubicación escogida por el Ayuntamiento y la Generalitat es especialmente dañina más allá de la tala de árboles porque el distrito no dispone de muchas zonas verdes y es uno de los que poseen los índices más altos de contaminación de la ciudad. "Vivimos en una zona rodeada de autopistas urbanas. El parque es el único espacio que tenemos para alejarnos de ese ambiente", explica Riu. En este sentido, asegura que los vecinos utilizan el espacio para llevar a cabo diferentes actividades deportivas y de ocio y que "no hay sitio similar" en el barrio.

Sin embargo, desde el departamento de Territori y desde el consistorio barcelonés consideraron esta propuesta como la "más razonable" después de haber analizado, y descartado, el resto de alternativas que presentaron los vecinos. El traslado de la zona logística a la Gran Vía o al Paral·lel se rechazó por el impacto que habría sobre la movilidad de la ciudad y la ocupación de un espacio de la Fira no se tomó en consideración por el sobrecoste que supondría, de unos 16 millones de euros. "El tráfico y la Fira son sagrados, mientras que la salud física y psíquica de los vecinos no es primordial. Es un escándalo", protesta Riu.