La puesta al día de la plaza Reial de Barcelona se hace esperar
El Ayuntamiento todavía no ha podido cerrar un acuerdo con los vecinos y comerciantes para rehabilitar fachadas y soportales

BarcelonaHan pasado más de cuarenta años desde la última gran rehabilitación de la plaza Reial de Barcelona. A simple vista, uno puede observar síntomas que corroboran este paso del tiempo. Lo evidencian las redes para evitar desprendimientos que adornan varios balcones y adornos de algunos de los edificios que dan a la plaza. También el estado de los porches y algunas fachadas, que reclaman a gritos una revisión.
De momento, sin embargo, la puesta al día de este rincón emblemático de Barcelona deberá seguir esperando. El pasado abril el Ayuntamiento de la capital catalana anunció su propósito de impulsar un lavado de cara de este espacio del brazo de la reforma de la Rambla. El objetivo era poder empezar las obras este 2025, pero ahora mismo este escenario está lejos.
El plan del consistorio, explicado entonces por la arquitecta jefe, Maria Buhigas, era dejar todo el proyecto encarrilado en el 2024 para poder empezar las obras este año. Sin embargo, para conseguirlo era necesario antes cerrar un acuerdo con los 117 propietarios de pisos y locales de la plaza. Un año más tarde y pese a las tres sesiones informativas celebradas con los vecinos y los negocios de la plaza, ese pacto aún no se ha logrado.
En estas tres sesiones –dos con los restauradores de la plaza y una con los propietarios de los pisos– afloraron las dos dificultades principales del proceso de rehabilitación: quién y cómo paga el coste y cómo se puede llevar a cabo sin afectar gravemente a la oferta de ocio y restauración que hay en la plaza. Unas dudas ante las que el Ayuntamiento decidió abrir un paréntesis que dura ya más de medio año.
Fuentes municipales explican que, mientras se analiza la mejor manera para que se pueda combinar la actividad de los restauradores con la rehabilitación de la plaza, también se ha reclamado la redacción de un proyecto que permita fijar "de forma precisa" el coste de las diferentes actuaciones que deben llevarse a cabo con la reforma. Una vez se tenga este detalle –por el que no hay calendario– se reanudarán las conversaciones con vecinos y comerciantes. Sin embargo, todo ello pone en cuestión el horizonte de poder tener la plaza renovada en este mandato.
La remodelación planteada por el Ayuntamiento afecta a 23 fincas y supondrá la restauración de todas las fachadas y la zona de debajo de los porches de la plaza –unas fachadas catalogadas con el grado de protección B en interés local– y de sus dos accesos principales: la calle Colón y el pasaje Madoz. El objetivo es recuperar el aspecto original de la plaza, construida en 1848 –un año después de la inauguración del Liceu– en el solar que había dejado el antiguo convento de los Caputxins.
La propuesta inicial del consistorio para intentar convencer a los propietarios pasaba por que fuera el Ayuntamiento quien, a través de la firma de un convenio, asuma toda la carga burocrática de las obras y se facilite, así, que se pueda hacer toda la obra homogéneamente. En cuanto a financiación, el consistorio preveía subvencionar hasta el 45% del coste de la reforma con un tope de 50.000 euros por fachada, mientras que el resto debería ser asumido por cada propiedad a través de cuotas. En total, el Ayuntamiento calculaba tener que invertir unos 3,2 millones de euros.
Una plaza diversa
Una de las dificultades que tiene el proceso por el Ayuntamiento es tener que poner de acuerdo a una plaza que tiene una composición muy diversa. Locales comerciales aparte, según explicó en su momento el consistorio, en la plaza Reial conviven desde propiedades verticales –un único propietario de todo un edificio– hasta comunidades de propietarios, pasando por hoteles, pisos turísticos y oficinas.
En cuanto a los locales comerciales de la plaza, la inmensa mayoría relacionados con el ocio y la restauración, ya habían mostrado sus recelos con el proyecto de rehabilitación del Ayuntamiento. En este caso, porque temían que a algunos de los locales les tocara sufrir los andamios –que se irían montando y desmontando por fases para no afectar a toda la plaza de golpe– en las épocas más turísticas.