Una semana después, ¿dónde están los desalojados del asentamiento de Vallcarca?
El Ayuntamiento de Barcelona asegura que ha ofrecido alternativas residenciales a los afectados, pero ellos lo niegan
BarcelonaEn el solar del barrio de Vallcarca donde, hasta la semana pasada, se levantaban decenas de chabolas, ahora hay unos 300 bloques de hormigón amarillos, del tipo New Jersey, que impiden que allí se pueda instalar nada más. De las barracas (y la gente que malvivía) no ha quedado ningún rastro desde que, el pasado jueves, el Ayuntamiento de Barcelona decidió acelerar el desalojo y limpiar todo el campamento. El miércoles por la noche un cortocircuito en un calefactor provocó un incendio en una de las barracas –que dejó a un joven herido– y eso aceleró todo el proceso. Así, después de muchas semanas de polémica y tira y aflojas, el gobierno de Jaume Collboni echó a la veintena de personas que aún pernoctaban, alegando problemas de seguridad.
Ahora las barracas se han limpiado, pero ¿qué se ha hecho de las personas que malvivían? El ARA ha podido comprobar que, lejos de desaparecer, muchas siguen en el barrio, ahora ocupando otros espacios. "No nos dieron ninguna alternativa viable, así que ha habido vecinos que nos han ayudado a encontrar un techo, aunque sea temporal", explica uno de los jóvenes marroquíes desalojados y amigo del chico herido en el incendio, que sigue hospitalizado. Él, de 28 años, y otro chico, de 24, se encuentran en un local vecinal y visitan siempre que pueden su compañero herido. Cuentan que el chico estudiaba farmacia en Ucrania, pero que con la guerra decidió marcharse. Aquí en Barcelona, detallan sus amigos, las cosas "no le fueron bien" y no se atrevió a contarlo en su casa "por miedo a decepcionar". Ahora han localizado a su hermano y le han informado de su situación. Él también es sanitario, y ya ha viajado a Barcelona para visitarle. "Está mejor físicamente, ya no tiene tantos dolores, pero está pasando muy mal de aquí", dicen los amigos mientras se señalan la cabeza, en referencia a su salud mental.
Aunque algunos de los desalojados han decidido regresar a Rumanía –el país de origen de la mayoría de los habitantes del asentamiento–, un paseo por el barrio permite ubicar rápidamente dónde están el resto. Por ejemplo, Nicolai sigue recogiendo chatarra en el barrio. "Yo estoy en el Carmel, pero la mayoría siguen en Vallcarca", corrobora. Dos de las familias conviven ahora con otras dos familias en un local vecinal a solo unos metros del asentamiento. "Cuando hablamos de familia nos referimos a padre, madre, hijos, nietos y también jóvenes y yernos", matiza José, miembro de la asociación Som Barri, que ha apoyado a los vecinos del solar. Otro grupo se encuentra en un piso que el sindicato de la vivienda utiliza como piso de acogida temporal. Un cuarto núcleo familiar intenta reponerse en un bloque ocupado y, sólo unos metros más allá, otra familia inmigrada ha acogido a un último grupo de rumanos que se quedó sin techo con el desalojo.
Las soluciones no convencen
La mayoría de los afectados se dedicaban a la chatarra y, por tanto, el jueves también perdieron el almacén y el material que les ayudaba a subsistir. "También hay personas que han perdido documentación, papeles o pasaporte con todo el desalojo", explican los chicos marroquíes. Todos coinciden en que "solo" han recibido ayuda de los vecinos: "¿El Ayuntamiento? Nada, alguna noche en una pensión o un albergue, y ya está", coinciden los desalojados con los que ha hablado este diario.
Por su parte, fuentes municipales apuntan a que de las dieciocho personas presentes el día del desalojo sólo tenían vinculación con once. Les ofrecieron alojamientos de urgencia, pensiones, albergues o recursos para personas sin hogar, aparte de realizarles un seguimiento a través de Servicios Sociales para buscar una salida personalizada. "Tanto antes como después del desalojo [los recursos] no han sido aceptados por estas personas", señalan fuentes municipales. "En tres casos, que es una unidad familiar, tampoco han aceptado el ofrecimiento de alojamiento temporal de urgencia [noches en pensiones], y desde Servicios Sociales se les está acompañando para poder realizar inscripción en el registro de solicitantes de vivienda de protección oficial [VPO]", añaden.
Tanto los afectados como los vecinos de Vallcarca que les acompañan y asesoran explican que han rechazado los recursos porque no solucionan los problemas de estas familias (algunas con hijos o nietos menores), sino que más bien los desestabilizan aún más.
En este sentido, el relato de los desalojados y el del Ayuntamiento es diametralmente opuesto. Unas diferencias que se hacen más evidentes aún en relación a la víctima del incendio. Los portavoces de Som Barri y los amigos del chico aseguran que nadie del gobierno municipal ha ido a verle. El Ayuntamiento, en cambio, mantiene que sí y que "se le ha ofrecido una solución de alojamiento una vez se le dé el alta" dentro de los recursos destinados para el sinhogarismo. Los vecinos que ayudan a este colectivo en el barrio explican que son ellos los que han trabajado para conseguir que el chico sea trasladado a un centro sociosanitario "al menos mientras necesite hacerse cuidados por las quemaduras".
Durante más de cinco años, el solar desalojado –que ahora parece un almacén del urbanismo táctico de la ciudad, lleno de bloques de hormigón– se había convertido en uno de los puntos socialmente más sensibles de la ciudad. Buena parte de los vecinos pedían una salida residencial digna para las decenas de familias que ocupaban el espacio y sobrevivían en situaciones muy precarias, mientras que otra parte del barrio quería a los inmigrantes fuera y les acusaban de realizar actividades ilícitas y de acumular suciedad, lo que degradaba el barrio. Según el último censo municipal, actualmente había dieciocho personas pernoctando en el solar, pero se habían llegado a contabilizar más de cincuenta.
Lejos de solucionar la problemática, sin embargo, el desalojo ha centrifugado a estas personas, que se han visto abocadas, dicen, a ocupar otros lugares del barrio. "Están, pero ahora tienen una situación aún mucho más complicada", concluye José de Som Barri.
Las asociaciones vecinales que luchan por una vivienda digna en Vallcarca admiten que han realojado a muchas de las personas que vivían en el solar y denuncian lo que consideran que es "una ofensiva" del Ayuntamiento para seguir "vaciando" Vallcarca. El consistorio lleva meses anunciando que iniciaba los procedimientos para recuperar dos edificios de titularidad municipal ocupados en la avenida Vallcarca: los números 83 y 87 bis. El gobierno municipal quiere echar a las familias que viven sin contrato y derribar los bloques porque en ese espacio el plan urbanístico trazado hace años tiene previsto un equipamiento municipal. Los vecinos, de hecho, han empezado ya a recibir las notificaciones de desahucio.
Sin embargo, las asociaciones vecinales piden más tiempo. "Ni siquiera han empezado a expropiar el resto de edificios afectados y ya nos quieren echar a nosotros. ¿Por qué? Si derriban estos pisos nosotros nos quedaremos sin casa y eso será un solar vacío durante años, hasta que se pueda sacar adelante el proyecto. pisos afectados con sus hijos. Entre las familias afectadas hay más de una decena de menores escolarizados en el barrio.
El Ayuntamiento responde que el procedimiento es el que establece el plan urbanístico previsto y recuerda que en estos espacios se harán equipamientos municipales y también vivienda protegida, aparte de una ampliación de las aceras. Fuentes municipales también recuerdan que los procesos "admiten recursos" y, por tanto, "pueden alargarse varios meses".