El confinamiento deterioró la salud mental de las embarazadas

La mitad de las gestantes atendidas en el Vall d'Hebron tenían síntomas de ansiedad y depresión por causas diversas

BarcelonaEl covid deterioró la salud mental de muchas embarazadas durante los primeros meses de la pandemia. El acceso limitado a controles como las ecografies o las visitas rutinarias, el miedo de parir o de recibir malas noticias completamente solas, los contagios y las incógnitas alrededor de la transmisión del virus de madre a feto o las circunstancias económicas familiares derivadas de los despidos y ERTEs han hecho que algunas mujeres hayan experimentado síntomas relacionados con la depresión y la ansiedad.

Así lo constata un estudio del Hospital de la Vall d'Hebron, que asegura que más de la mitad de las gestantes atendidas entre el 27 de marzo y el 4 de mayo del año pasado -es decir, durante el confinamiento total- vivieron en algún momento un episodio de angustia, tristeza o insomnio, así como una sensación de incertidumbre y miedo del futuro, problemas para gestionar el día a día e, incluso, desprecio hacia ellas mismas. La mayoría describieron a sus médicos este cóctel de emociones y sensaciones sin saber que eran síntomas causados por el contexto pandémico y, mucho menos, que podían tener implicaciones no solo en su salud mental sino también en la evolución del embarazo.

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Los servicios de obstetricia y de psiquiatría del Vall d'Hebron entrevistaron a un total de 204 embarazadas, con una edad media de 32 años, y concluyeron que un 59% sufrían ansiedad y un 38% tenían síntomas depresivos. Los efectos psicológicos de la pandemia y sobre todo del confinamiento domiciliario entre estas embarazadas fueron muy preocupantes, puesto que duplicaban las cifras de afectación entre la población general, que serían del 18% en cuanto a los episodios depresivos y del 21% en cuanto a la ansiedad.

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“Llegó un momento en el que todas las embarazadas acababan siendo pacientes nuestras”, explica el psiquiatra Miguel Sandonis, adjunto del programa de salud mental perinatal del centro. De hecho, este servicio nacido ahora hace tres años atiende aproximadamente a unas 300 mujeres cada año, pero debido al covid la cifra se ha disparado y está recibiendo un tercio más. El programa se ha intensificado con visitas más frecuentes e incluso telemáticas para las mujeres para las cuales el desplazamiento hasta el hospital supone un aumento de los síntomas de ansiedad, por ejemplo, por miedo a infectarse.

Sandonis subraya que hacer seguimiento de la salud mental de una gestante es esencial, puesto que hay una asociación muy clara entre sufrir ansiedad y depresión y un aumento del riesgo obstétrico, como por ejemplo partos prematuros o desprendimientos de placenta. "Antes del covid ya identificábamos los casos con más predisposición o atendíamos a mujeres derivadas con síntomas, pero esos meses era una afectación prácticamente generalizada", remarca el psiquiatra.

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Peor en el primer y segundo trimestres

El estudio, en el que han participado los grupos de investigación en medicina materna y fetal y en psiquiatría, salud mental y adicciones del Vall d'Hebron Institut de Recerca (VHIR) y la Unitat d'Atenció al Ciutadà i Treball Social concluye que estos síntomas eran más frecuentes durante el primer y el segundo trimestres del embarazo. "Probablemente porque en las etapas tempranas de la gestación hay más riesgo de perder el feto”, razona la obstetra Maia Brik, investigadora del grupo de investigación en medicina materna y fetal del VHIR.

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"En los primeros meses hay mucha necesidad de tenerlo todo controlado y de resolver dudas, pero entonces no era posible hacer un seguimiento normal", coincide Sandonis. Entre marzo y mayo los hospitales limitaron mucho el acceso a las instalaciones, puesto que se estaban destinando casi en su totalidad a la atención covid, y muchas consultas obstétricas se tuvieron que hacer de manera telemática o aplazarse.

Por norma general el seguimiento del embarazo no es una actividad urgente, entendida como un riesgo para la vida de la gestante o del feto, pero esta consideración dejó a muchas mujeres en una situación de incertidumbre que se agudizaba cuanto más temprana era la gestación.

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Para las mujeres que ingresaban contagiadas de coronavirus la experiencia era todavía más traumática. Según Sandonis, los obstetras no podían responder a muchas de las preguntas que les hacían, como por ejemplo si tendrían que parir solas, si podían infectar al niño o si podrían darle el pecho. "Todavía ahora vemos clínica compatible con el estrés postraumático, como por ejemplo que algunas mujeres tienen miedo de quedarse solas o de la oscuridad después de haber sido hospitalizadas", explica el psiquiatra. El Vall d'Hebron es el centro de referencia de Catalunya para la mujer embarazada con covid y muchas de las gestantes a las que se atendía eran "arrancadas de su entorno".

La crisis económica

Los condicionantes socioeconómicos también han agravado la salud mental de las embarazadas. Sandonis explica que muchas de las gestantes han vivido en entornos poco seguros, como por ejemplo compartiendo vivienda con otras personas, sin poder garantizar la distancia de seguridad, y han tenido que convivir con el miedo de contagiarse e infectar al feto. "El Vall d'Hebron recibe mucha población de áreas más deprimidas socioeconómicamente, y el covid ha hecho que muchas mujeres se tengan que plantear el proceso de la maternidad en unas condiciones todavía más adversas, como por ejemplo que no entren ingresos en casa o que dependan de ayudas económicas muy escasas", relata.

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Con relación a la presencia de problemas previos de salud mental, la investigación demostró que el impacto del confinamiento fue más bajo, de media, en las mujeres que ya tenían síntomas o algún tipo de problema de salud mental previos a la pandemia. Los investigadores explican que la causa podría encontrarse en el hecho de que un tercio ya recibían tratamiento farmacológico y, además, porque las personas con este tipo de trastornos ya pueden haber desarrollado una cierta resiliencia que serviría como factor protector frente a una situación estresante como es el confinamiento.