Quejas porque siguen las visitas restringidas a las residencias
Familias y direcciones de los centros piden en Salud que sea más clara a la hora de dictar las normas
Desde hace dos semanas, un protocolo del departamento de Salud aconseja a las residencias de gente mayor con una buena salud epidemiológica que dejen salir a los residentes pero con todas las precauciones. Las familias recibieron este relajamiento con "lágrimas de emoción”, decía Yolanda A., que tiene a su madre en un centro del Vallès, después de casi un año de restricciones severas y visitas contadas. Pero en estos 15 días, las familias han chocado con la “realidad” de que la última palabra la tienen los equipos directivos, en función de criterios no siempre muy explicados o suficientemente claros, y esto las ha devuelto a la casilla de la decepción y la rabia por no poder recuperar el contacto ahora que se ha constatado la efectividad protectora de la vacuna: las cifras de contagios, hospitalizaciones y mortalidad se han reducido en las residencias, mientras que en la calle se advierte de un frenazo en la mejora de los indicadores. Por su parte, en la ASCAD, la asociación de directores de geriátricos, el descontento surge porque, afirman, tienen que “solucionar problemas que tendrían que solucionar los que no lo hacen”, en referencia a la Generalitat.
Los dos hermanos Casas tienen a una tercera hermana en una residencia de la Anoia, y cuando se pusieron en contacto con la dirección se encontraron una oposición férrea.
“Es una negociación constante con la dirección”, se queja Jordi Planella, que tiene a su madre en un centro de Barcelona y que señala que los familiares son “la parte más débil” porque quedan en medio de lo que dictan desde la Generalitat y lo que resuelven desde los centros. Con todo, en las últimas horas empieza a ver "la luz” porque explica que, a base de ser “insistente” y de llamar a algunas puertas, ha conseguido que le permitan “dos salidas de una hora y una visita a la residencia a la semana”.
Incomprensión de las normas
El régimen de visitas y de salidas, es decir, el lugar y el tiempos permitidos, va a discreción hasta el punto de que la dirección del centro donde vive su madre a Yolanda A. le rechazaron la petición de que el notario entrara en el centro para el papeleo. Yolanda señala que no entiende la negativa porque la residencia “es el domicilio” de su madre, que se ha visto obligada a ir a la notaría. “Y después me pondrán impedimentos para sacarla a dar una vuelta”, lamenta, y señala que el problema es que el protocolo “no es ley”. Con todo, celebra que la residencia haya permitido finalmente cierta "proximidad" con los residentes, algunos con demencia o problemas de audición.
Lola Muñoz no ha notado, de momento, mucho cambios con el nuevo protocolo, y la residencia de Osona donde está su madre sigue siendo muy “hermética”, se queja. Fundadora de la asociación de familiares Els Estels Silenciats, explica que recibe multitud de quejas sobre la arbitrariedad de las decisiones de los centros, que “juegan con la esperanza” de los residentes y de sus parientes. Por eso, reclama que “Salud se responsabilice de que las residencias cumplan” para evitar que se sigan “vulnerando los derechos” de los usuarios.
Inseguridad jurídica
Por su parte, el presidente de la Asociación Profesional Catalana de Directores de Centros y Servicios de Atención a la Dependencia (ASCAD), Andrés Rueda, también señala al departamento de Salud como responsable de dejar a su suerte a los equipos directivos elaborando normas de difícil cumplimiento sobre el terreno, como por ejemplo “tantas burbujas de convivencia, sin tener en cuenta los espacios y las paredes”. Rueda afirma que la consigna de la entidad es “avanzar hacia la normalización segura y progresiva” facilitando las visitas exteriores y desaconsejando las salidas a domicilios.
Para el buen funcionamiento de las medidas, apunta que hace falta que las familias pidan cita previa y tengan en cuenta que no siempre hay suficiente personal para atender sus demandas y ajustarse a su disponibilidad horaria. En este sentido, Rueda añade que a menudo se hace difícil cumplir el protocolo porque no se puede destinar “tres trabajadores solo a preparar las salidas y las entradas después del paseo” y pide a las familias comprensión y colaboración. "Con las familias estamos en el mismo equipo", subraya el directivo, que pone el foco en el hecho de que se tiene que tener en cuenta "el equilibrio para atender a los que salen del centro y los que se quedan", a los que también se tiene que cuidar.
Los directores de los centros se quejan de la "inseguridad jurídica" a la que están abocados por las decisiones de Salud. Así, Rueda indica que por eso muchos equipos actúan bajo "el principio de la prudencia", puesto que son los que conocen la situación real de cada residencia.