Lydia Osifo Festus, agente de cambio en Acción Contra la Trata: "Me dije, de acuerdo, lo hago para salir adelante"

Santa Coloma de GramenetLydia Oso ifo Festus (Nigeria, 1985) hace más de media vida que vive en Europa. Llegó captada por una mafia para prostituirse en la fría Noruega, en 2002. Cuando pagó la deuda bajó hacia el sur, y explica que en Pamplona ha encontrado un “hogar seguro” para luchar contra la explotación sexual. Defensora del modelo abolicionista, ahora es una agente de cambio de Acción Contra la Trata en Pamplona. Dice que no ha conocido a ninguna mujer prostituida que de pequeña soñara serlo. Su sueño incumplido era ser abogada, pero admite que el activismo y el feminismo se le acercan.

¿Cómo llega a Oslo?

— Nací en Benin City [capital del estado de Edo, al sur de Nigeria] en una familia que no tenía dinero para enviarme a la universidad. Como yo era la hermana mayor siempre me sentí con la obligación de ayudar y llevar el dinero a casa. Un día, en un mercado, una mujer que decía que vivía en Oslo se me acercó y me dijo que yo era guapísima y que en Europa tendría un buen trabajo y una vida mejor. Me deslumbré pensando que esto sería bueno para mi familia.

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¿Con qué se encontró?

— En Oslo todo era diferente de lo que me habían dicho, pero ya no tuve ninguna otra opción que pasar a trabajar en un club. Estuve desde 2002 hasta 2006, cuando conseguí pagar la deuda de 60.000 euros y me fui de ahí para dejar todo aquello atrás.

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¿Y entonces?

— No quería quedarme en Oslo. Era muy doloroso todo lo que había vivido. Por eso vine a España, para poner kilómetros por el medio. En Madrid fue como si me hubieran soltado en medio de un desierto, sin hablar el idioma ni conocer a nadie. Me instalé en un hostal y recuerdo la sensación de ver a muchos negros por la calle y que aquello me tranquilizó. A pesar de todo, nunca he pensado en volver a Nigeria porque mi obsesión es mandar dinero a casa.

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¿Usted ejerció voluntariamente?

— Cuando te traen a Europa ya no tienes ninguna otra opción que estar sometida a hacer lo que quieren. Así que la única vía que tienes es decirte, de acuerdo, lo hago para poder salir adelante.

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Y cuando pagó y se fue, ¿encontró más alternativas a venderse?

— A mí me engañaron y estafaron muchas veces. Como no tienes permisos de residencia ni de trabajo, tienes que trabajar en lo que te sale y hay gente que se aprovecha de tu vulnerabilidad y te pagan tres euros la hora o no te pagan nada. Cuando no me salían limpiezas en casas, en alguna ocasión, por pura desesperación, tuve que recorrer otra vez a hacer la calle para comer. Decidir dejarlo todo es un camino al infierno.

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¿Cómo cambió su suerte?

— Cuando me hablaron de Pamplona y vine. A través de un programa social del gobierno de Navarra y de la entidad Acción Contra la Trata conseguí cobrar la renta garantizada, y ahora con estos ingresos asegurados siento que ya no tengo la necesidad de volver a la prostitución. ¿Pero sabes qué?, no todo se soluciona con ayudas económicas, sino que optar por un modelo abolicionista obliga a desplegar programas sociales, de acompañamiento a muchos niveles para poder tener alternativas.

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Ahora incluso canta.

— Soy miembro de Las Poderosas, un grupo de autodefensa feminista. Cuando en 2019 llegué fue como encontrar una nueva familia. Me apoyaron psicológicamente y el año pasado hicimos un libro donde explico mi historia, un ejercicio que tiene efectos reparadores.