Universidades

¿Qué filtros deben pasar los alumnos europeos para acceder a las universidades de su país?

Cada estado elige su modelo de selectividad y Europa no tiene competencias para unificar sus criterios

BarcelonaEn las últimas semanas los alumnos de 2º de bachillerato de Cataluña (y también del resto del Estado) han salido a la calle para denunciar que aún no saben cómo serán los exámenes de la selectividad de este curso. Las protestas han sido un nuevo capítulo de la polémica en torno a cómo serán y cómo deberían ser las nuevas pruebas de acceso a la universidad (PAU).

En muchas ocasiones, en materia educativa, se buscan respuestas en el acuerdo entre los diferentes países vecinos, pero, en el caso de la selectividad, cada estado europeo tiene un sistema radicalmente distinto. De hecho, ni el parlamento ni la Comisión Europea tienen competencias en educación en los países miembros y, por tanto, no hacen recomendaciones al respecto, pero tampoco fiscalizan qué hace cada uno.

En Cataluña el camino para acceder a la universidad es relativamente sencillo: todos los aspirantes deben obtener el bachillerato y después aprobar la parte común de las PAU con los exámenes de las asignaturas troncales. La nota de bachillerato cuenta el 60% y la de las PAU un 40%. Además, voluntariamente, los aspirantes pueden realizar tres exámenes más de materias en función del grado al que quieren optar, ya que las asignaturas relacionadas con el grado que se quiere cursar dan una puntuación más alta. Con todo ello se obtiene una calificación que se hace sobre 14 puntos y los aspirantes van obteniendo plaza en los estudios que han solicitado por orden de nota hasta que se llenen las vacantes. Sin embargo, en el resto de Europa los procesos para acceder a la universidad son bastante más complejos.

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Portugal

Examen nacional y pruebas específicas para cada grado

En Portugal no existe una selectividad como tal para poder acceder a la universidad, sino que realizan un cálculo aritmético de diferentes notas en función del grado que se quiera estudiar, si bien los porcentajes para calcular la nota de corte no son iguales para cada estudio.

En primer lugar, el Bachillerato dura tres años, de los 15 a los 18 años o del 10 al 12º curso. Para poder decir que te has sacado los estudios secundarios es necesario, a toda costa, haber aprobado lo que llaman los exámenes nacionales. Se trata de cuatro pruebas por materias en las que se premian las competencias y no la memorística. Estos exámenes, que se celebran en medio de fuertes medidas de seguridad –incluso la policía puede entrar en las aulas–, serían el equivalente a nuestra selectividad si no fuera porque, en función del grado que se quiera estudiar, después cada universidad también realiza pruebas específicas.

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La nota de corte de cada grado es el compendio de los resultados de los estudios secundarios, los exámenes nacionales –donde se realizan sólo pruebas vinculadas a los estudios que querrán cursarse en un futuro– y de las pruebas específicas de cada universidad. Además, los porcentajes que vale cada apartado varían en función de cada centro. De esta forma, sería imposible establecer un ranking global como hacemos en Cataluña una vez terminados los exámenes nacionales. A lo sumo, se podría hacer por tipos de exámenes.

Francia

Selectividad, sí, pero cada centro fija sus criterios

Los estudiantes que quieren acceder a las universidades francesas deben realizar una serie de exámenes cuando acaban el bachillerato que se llaman pruebas del BAC (la abreviatura de selectividad) y son similares a las PAU catalanas. Consisten en una prueba de francés, una de filosofía, una prueba oral –donde la importancia es demostrar la capacidad de oratoria y de defender un tema– y dos exámenes de asignaturas específicas según la rama estudiada. El resultado de estos exámenes supone el 60% de la nota del BAC mientras que el 40% restante sale de la media de las notas de los dos últimos cursos del bachillerato.

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En Francia no hay notas de corte y no existe un automatismo para adjudicar las plazas a las universidades públicas, sino que cada centro fija los criterios que se tienen en cuenta a la hora de decidir quién obtiene una plaza. Estos criterios varían incluso en función de cada grado de una misma universidad. La nota del BAC cuenta habitualmente entre un 40% y un 80% y se tienen en cuenta otros parámetros como las competencias del alumno (idiomas, instrumentos musicales, otros estudios superiores realizados con anterioridad, etc.), la motivación o las actividades que se hayan realizado al margen de los estudios, como prácticas en empresas, voluntariados, o la práctica de deportes. De hecho, es obligatorio cuando se realiza la solicitud incluir una carta de motivación.

Por poner algunos ejemplos, para acceder a Derecho en la universidad de la Sorbona, en París, se valora en un 60% la nota del BAC, en un 20% las competencias del alumno y en un 10% la motivación . El resto de criterios cuentan con un 5%. En la universidad de Poitiers, para acceder a la licenciatura de Matemáticas, la nota del BAC sólo cuenta con un 42% y, en cambio, se valora más (46%) la motivación y los proyectos del alumno.

La plataforma nacional Parcoursup gestiona las preinscripciones universitarias y cada alumno debe hacer un dossier para pedir la plaza universitaria. Los alumnos pueden solicitar hasta 10 grados y el estado francés garantiza que ninguna persona se quede sin plaza, aunque esté lejos de casa.

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Alemania

Escoger entre bachillerato y FP antes del instituto

Antes de ir a la universidad, los jóvenes alemanes se enfrentan a un examen que cubre materias troncales, desde matemáticas hasta humanidades, y algunas variables según los intereses y planes de futuro de cada uno. Es uno de los requisitos para completar Abitur, el título que equivaldría al bachillerato catalán y que es necesario para entrar en la universidad. Dado que la educación es una competencia descentralizada, en cada estado federado la evaluación tiene características propias. Una combinación de las notas obtenidas en presentaciones orales, proyectos prácticos y pruebas escritas sirve para calcular la nota final. El criterio exacto varía en cada región. Incluso varía el número de cursos necesarios para poder realizar Abitur: en algunas regiones son doce y en otras trece. Hay quien critica que esta disparidad crea desigualdades y los ministros de Educación acordaron en 2023 trabajar para uniformizar el sistema de evaluación.

Muchas universidades no tienen nota de corte ni requisitos para entrar, porque hay más plazas que demanda. Ahora bien, las carreras más solicitadas en ciudades como Berlín o Hamburgo sí las tienen. En algunas carreras como medicina, además, es necesario pasar por un proceso de selección, y en otras, como las del ámbito artístico, un test de aptitud.

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Pero el rasgo más distintivo de la educación alemana está en una fase anterior, en la secundaria. Después de la escuela, los niños son separados en caminos educativos diferentes y algunos conducen a la formación profesional en lugar de a la universidad. A los diez años (doce en Berlín y Brandeburgo), los maestros recomiendan qué tipo de enseñanza secundaria es la más adecuada para cada alumno y los padres toman la decisión. Cada vez son más, alrededor del 51%, los alumnos que cuando terminan la educación secundaria tienen Abitur y, por tanto, pueden optar a entrar en la universidad. Pero no todo el mundo ve con buenos ojos esta tendencia por si la formación profesional pierde prestigio. Informa a Laura Ruiz Trullols.

Suecia

Selectividad voluntaria por destacar

En Suecia el equivalente a la selectividad catalana sería el Högskoleprovet, pero, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, este examen de acceso a la universidad no es obligatorio ni imprescindible para acceder. De hecho, para la mayoría de grados, no es necesario superar este examen para ser aceptado: basta con estar graduado del equivalente al bachillerato catalán.

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Ahora bien, para algunas carreras universitarias –en general por los estudios más exigentes y con mayor competencia– sí que es preferible haberse examinado del Högskoleprovet. Según explica el Consejo Universitario Superior sueco, por los grados con unos "requisitos de calificación altos" es recomendable superar esta prueba para poder tener opciones de optar a una plaza. De esta forma, la calificación obtenida en el Högskoleprovet puede servir para subir nota y para distinguirse ante los tribunales que deciden a quien se adjudica una plaza universitaria. En este sentido, desde el consejo detallan que el resultado de la prueba en muchas ocasiones se utiliza para elegir entre dos solicitantes de un estudio que poseen el mismo número de méritos acumulados durante su vida académica.

Por último, si a pesar de los méritos y la nota del Högskoleprovet dos aspirantes siguen empatando, la universidad hace un sorteo para decidir quién se queda con la silla en el aula de los estudios solicitados.

Reino Unido

La misma universidad hace la oferta a los futuros estudiantes

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El acceso a las universidades del Reino Unido –incluidas las más prestigiosas, Oxford y Cambridge– está condicionado en buena medida por el trabajo realizado en los dos años previos al ingreso. Propiamente, no existe un examen de selectividad. Los aspirantes se inscriben en la UCAS (Universities and Colleges Admissions Service) y deben presentar un escrito en el que explican los motivos por los que quieren hacer una carrera. En la solicitud piden, por orden de preferencia, las cinco universidades a las que aspiran entrar.

En función del manifiesto de motivos, los centros hacen, o no, una oferta al estudiante, siempre condicionada a la obtención de determinadas notas que los alumnos no conocerán hasta mediados de agosto, pocas semanas antes de empezar en la universidad. Sin embargo, la oferta condicionada de los centros depende de las llamadas predicted marks, es decir las notas que el colegio de enseñanza media cree que el candidato obtendrá como resultado final, en función de los tests y evaluaciones durante el primer y la mitad del segundo curso (A-levels) preuniversitario. Si el estudiante aspira a uno de los college de Oxford o Cambridge, también deberá someterse a una entrevista. Sólo después de que la haya superado puede llegar a recibir la oferta. Y siempre será condicionada a las notas finales.

El sistema no tiene pocos inconvenientes. Cada año, el 15 o 16 de agosto existe una especie de mercado persa de estudiantes y plazas que se encuentran sin cubrir. Los aspirantes comienzan una peregrinación virtual para ver qué universidades tienen disponibilidad y cuáles son las notas de corte que piden. La máxima calificación es un A+. Pero en tanto que las universidades del Reino Unido atraviesan por una crisis económica demoledora, el proceso de exigencia queda desvirtuado por la necesidad de las instituciones de conseguir el mayor número de alumnos. A mediados de agosto, pues, especialmente en los centros menos prestigiosos, llegan las rebajas.

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Italia

Selectividad obligatoria para aprobar el bachillerato

En Italia, los estudiantes que terminan el segundo grado de educación superior están obligados a realizar un examen final –que equivaldría a nuestra selectividad– aunque no tengan intención de iniciar estudios universitarios. Para acceder a la mayoría de las universidades, públicas y privadas, los candidatos también tendrán que someterse a tests específicos organizados por los propios centros universitarios. La maturitano, como se conoce en el país transalpino la selectividad, se realiza a lo largo de tres días en todo el territorio nacional y consta de dos exámenes escritos y uno oral.

En el primer examen el alumno podrá elegir entre analizar un texto literario, uno histórico o un tema de actualidad. Esta prueba es idéntica para todos los estudiantes y debe realizarse en un máximo de seis horas con la única ayuda de un diccionario italiano. El segundo examen depende de la especialidad cursada durante el bachillerato y consiste también en una prueba escrita en la que se evalúan las competencias adquiridas durante los estudios superiores cursados.

La prueba más temida es el examen oral, que consiste en una discusión multidisciplinar de un tema incluido en una lista previamente preparada por la comisión. Cada alumno dispone de 60 minutos para demostrar su preparación frente a una comisión compuesta, mayoritariamente, por profesores externos. A los estudiantes se les muestra un texto o imagen a partir de la cual tendrán que poner en práctica los conocimientos adquiridos en todas las materias cursadas durante el último año de estudios. Pero, además, durante la prueba, la comisión examinadora evalúa las habilidades específicas de los candidatos, como la capacidad de análisis o la elaboración de un discurso estructurado y coherente, más allá de los conocimientos prácticos.