BarcelonaComo la energía, que no desaparece, sino que se transforma: con la Plaça Espanya de Barcelona blindada por la policía para evitar que se repitieran los macrobotellones de las dos últimas noches, los jóvenes que querían aprovechar otra noche de fin de semana para hacer fiesta en la calle cambiaron su escenario. Durante el día de ayer ya corrieron por las redes convocatorias de diferentes botellones: la más concurrida, la de la playa del Bogatell y su entorno, espacio ya habitual de este tipo de concentraciones en la ciudad, que ayer se vio desbordado por la medida de la concentración y por los destrozos en locales.
El macrobotellón de la tercera noche fue menos masivo que el de la segunda, con unos 30.000 asistentes y ya no 40.000, según los cálculos que ha presentado el Ayuntamiento esta mañana, y ligeramente menos conflictivo, a pesar de que se repitieron las imágenes de robos, agresiones y saqueos. Volvieron las motos quemadas y las paradas de autobús vandalizadas. La noche se cerró, sin embargo, sin heridos graves. El Sistema de Emergencias Médicas tuvo que atender a 39 personas –solo cuatro menos que la noche anterior– ,16 de las cuales tuvieron que ser trasladadas a hospitales.
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Hubo, además, "incidentes preocupantes", como ha reconocido el teniente de alcaldía de Seguridad, Albert Batlle, en su balance. Entre ellos, los ataques a los restaurantes l'Escamarlà, el Xiroi Ca la Nuri y el McDonald's y, ya entrada la madrugada, los intentos de vandalización de tiendas en Vila Olímpica. "Nos lo han destrozado todo", explicaba esta mañana, todavía en shock, uno de los trabajadores de l'Escamarlà, ocupado en la limpieza de los destrozos. Los asaltantes, además de romperlos toldos, cristales y barra, se llevaron botellas de alcohol, ordenadores y la mesita.
"Si hoy fuera lunes, no abriríamos, pero siendo domingo haremos lo que sea para tener abierto", apuntaba Ricard Noguera, de Xiroi Ca la Nuri, que estima unos daños de 50.000 euros y asegura que se han llevado todo el material informático y toda la licorería. La falta de botellas –se llevaron unas treinta o cuarenta de todo tipo de bebidas alcohólicas– la pueden solucionar trayendo algunas de otros locales, pero la falta de ordenadores y de los dispositivos que usan los camareros es lo que más les complica la logística. "Se lo han llevado todo", lamenta Noguera. Esta mañana tapaban los agujeros de los cristales con plafones de plástico para poder abrir y empezaban a pensar en los dispositivos de la noche para proteger estas aperturas.
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"En Vila Olímpica siempre nos encontramos que la gente viene aquí cuando acaba el botellón. Recibimos al ir y al venir: esta vez también hemos sufrido con cristales rotos, señales y parquímetros arrancados y necesidades fisiológicas por todas partes. Es una cosa bárbara", detalla Jordi Giró, de la Asociación de Vecinos de Vila Olímpica. También enumera daños en coches y terrazas de bares. "Esta noche ha sido más fuerte, pero los botellones aquí son recurrentes", explica, y alerta que la agresividad de esta última noche "ha sido infinitamente más grande" pero que en cualquier caso hace falta una respuesta "contundente" contra todo este incivismo.
Grupos de ladrones
En la zona de playas la policía hizo 13 detenciones, algunas de las cuales relacionadas con el grupo de jóvenes vestidos de negro que protagonizó ataques y robos en la playa del Bogatell. "Son delincuentes", ha dicho el director del cuerpo de los Mossos, Pere Ferrer, en una entrevista en Catalunya Ràdio, donde ha detallado que este grupo de entre 20 o 30 personas tenía capacidad para arrastrar a otra gente a cometer delitos. La policía se ha ayudado de drones para hacer las identificaciones. En total, en los diferentes puntos de botellones, que esta noche no han sido tan concentrados como en las anteriores, ha habido 30 detenciones.
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La crónica gráfica del macrobotellón de Bogatell, de Enric Borràs.
En la zona de playas, a partir de las seis de la madrugada volvió a haber escenas de violencia como las que recorrieron la noche anterior calles de Hostafrancs como Creu Coberta, con grupos quemando contenedores y motos –como mínimo, 14– y lanzando objetos contra la policía dn la zona litoral. Lo más grave: el saqueo de los restaurantes.
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Cambio de dispositivo
Después de activar ayer las alertas al entender que la violencia que se había vivido en la avenida Maria Cristina ya no era un problema que quedara bajo las competencias de la Guardia Urbana, sino una cuestión grave de orden público a la que tenía que responder el cuerpo de los Mossos, el teniente de alcaldía de Seguridad de la ciudad ha celebrado hoy el dispositivo desplegado en la zona 0 de los botellones de la Mercè, que ayer, con las bocas del metro cerradas y controles por todas partes, quedó limpia de concentraciones. El grupo parlamentario del PSC y Units per Avançar –la formación de Batlle– ya ha pedido la comparecencia del conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, para dar explicaciones sobre los disturbios.
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Batlle ha detallado que ya tenían monitorizada la convocatoria en Bogatell y que había un dispositivo preventivo desplegado en la zona, a pesar de que poco visible para evitar tensiones. Muchas de las detenciones, de hecho, las hicieron agentes de paisano para evitar problemas mayores de orden público, segundo han detallado los Mossos. En total, las tres noches fuertes de la Mercè se habrán saldado con unos 85.000 asistentes a los macrobotellones, pero la policía no descarta que las concentraciones y los disturbios se puedan repetir también esta última noche.
Una Mercè con cita previa, sillas vacías y 200.000 participantes
La segunda edición pandémica de las Festes de la Mercè ha cerrado –macrobotellones al margen– con buena valoración por parte del Ayuntamiento, que confía, eso sí, en poder volver al modelo clásico de fiesta, ya sin necesidad de reservas previas y mascarillas, de cara al 2022. Cerca de 200.000 personas habrán participado en alguna de las propuestas del programa oficial cuando la programación ponga hoy su punto final con el Piromusical, que volverá a ser descentralizado –con cuatro puntos de lanzamiento– para evitar aglomeraciones y garantizar que se puede ver desde cualquier punto de la ciudad. En cifras globales, unas 120.000 personas han participado en las propuestas diurnas, en que destaca especialmente el escenario de la cultura popular en el Passeig de Gràcia, que congregó hasta 60.000 personas en diferentes momentos, y 75.000 han participado en los conciertos.
En cuanto al absentismo, que era uno de los puntos que más preocupaba a la organización después de que el año pasado tuviera de media un 33% de sillas vacías en todos espectáculos, no se ha resuelto, pero sí que se ha mitigado: el aforo medio se ha situado entre el 70% y el 80%, según ha detallado el teniente de alcaldía de Cultura, Jordi Martí. Para evitar el absentismo, este año se había planteado que la reserva de espectáculos se hiciera por franjas horarias y no por actividades concretas.