Salud
¿Qué tengo que hacer si mi hija tiene un trastorno de la conducta alimentaria?
Los expertos dan una serie de consejos a los padres
Barcelona¿Cómo podemos saber si una hija sufre un trastorno de la conducta alimentaria o si su comportamiento solo es debido a la adolescencia? ¿Qué hay que hacer en caso de que tenga anorexia o bulimia? ¿Y dónde se puede buscar ayuda? Los profesionales dan los consejos siguientes a los padres:
- El riesgo de hacer dieta. “Si tu hijo consume drogas de vez en cuando, se puede llegar a enganchar. Pues si tu hija intenta bajar de peso sin un control profesional, también se puede llegar a enganchar”, afirma la presidenta de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB), la psicóloga Sara Bujalance, que destaca que es precisamente una de las puertas de entrada de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Muchas niñas y chicas empiezan así, simplemente haciendo dieta. Por lo tanto, según Bujalance, el primer consejo es recorrer siempre a un profesional para reducir peso.
- Vigilar las palabras. “¿De qué se habla constantemente en casa y con qué lenguaje? ¿Qué come la familia?”, se pregunta la psicóloga clínica Montse Sánchez, fundadora y directora de Eàtica, uno de los centros privados especializados en trastornos de la conducta alimentaria. Sánchez considera que, sin duda, los comentarios en el entorno familiar sobre el aspecto físico pueden influir en conductas que lleven a la anorexia y la bulimia. A menudo son comentarios aparentemente inofensivos o en teoría hechos con buena fe. Por lo tanto, es importante vigilar las palabras.
- Señales de alarma. Hay unos cuantos aspectos que pueden servir de alarma para detectar un posible trastorno de la conducta alimentaria. "Si empiezan a comer menos o a restringir ciertos alimentos, si cortan la comida a trozos muy pequeños, si siempre intentan consumir productos light, si dicen que no les gusta su cuerpo o si hacen ejercicio físico de manera desproporcionada", enumera Laura Casals, psicóloga de uno de los centros especializados de Ita. También que vayan al baño después de las comidas, porque pueden intentar vomitar. O que a menudo pongan excusas para no comer, como que les duele la barriga o que ya han comido con las amigas fuera de casa.
- Cambios físicos. Los cambios bruscos de peso, la caída del pelo, que les crezca pelo en todo el cuerpo, que siempre tengan frío o dejen de tener la menstruación son señales físicas de un posible trastorno de la conducta alimentaria. Las que lo sufren suelen cambiar la manera de vestir y usan ropa ancha, precisamente, para camuflar esta metamorfosis física.
- Irritabilidad y aislamiento social. Bajar de peso no es el único indicador de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria. De hecho, una chica puede tener un peso normal, pero hacer atracones y después vomitar o tomar laxantes. Y esto también es un TCA. Sí que tienen en común todas las personas con este trastorno es que se muestran irritables, poco motivadas y comunicativas, se aíslan socialmente o reducen el rendimiento escolar.
- Escucha activa. Las personas con un trastorno de la conducta alimentaria no suelen ser conscientes de la enfermedad y a menudo mienten o intentan manipular. “Recomiendo a los padres hablar con la hija de manera calmada, con una escucha activa y sin focalizar la conversación en la comida, sino en cómo la pueden ayudar”, afirma Montse Sánchez, de Eàtica.
- Tratamiento especializado. "El primer paso para pedir ayuda es ir a la red pública de salud", destaca Bárbara Alcaide, responsable de atención a las familias y las personas afectadas con TCA de la ACAB. Es decir, ir al pediatra o al médico de cabecera para que conste en el historial de la paciente. La ACAB también recomienda buscar ayuda profesional especializada en trastornos de la conducta alimentaria. Es decir, no ir a cualquier psicólogo o psiquiatra. Y, lógicamente, contactar con la asociación para obtener asesoramiento.
- Sin espejos ni básculas. Una vez diagnosticado un TCA, los protocolos que hay que seguir no están consensuados, y de esto se queja precisamente la ACAB. Por ejemplo, algunos expertos recomiendan a la familia que elimine las básculas y los espejos de casa. En cambio, otros no. La última palabra, en todo caso, la tienen los profesionales.