Movimientos sociales

"Los 'iaioflautas' no nos disolveremos, nos extinguiremos"

El movimiento de gente mayor nacido del 15-M cumple diez años con la voluntad de reinventarse

BarcelonaEs un aniversario un poco agridulce, el de los Iaioflautas, un movimiento de gente mayor que, interpelados por las movilizaciones de jóvenes en las plazas aquel mayo de 2011, decidieron hacer piña. El espíritu era el de "ayudar en la lucha por los derechos y la dignidad de los hijos y nietos ", afirma Alfons Romero, autónomo jubilado de 70 años, que recuerda cada una de las acciones que protagonizaron en contra de los recortes sociosanitarios o de los desalojos. Han ocupado bancos, el Ayuntamiento de Barcelona y el Palau de la Música, y también han secuestrado el autobús 47 en contra del aumento de las tarifas del transporte público.

La fuerza con la que empezaron era tal que consiguieron atraer la atención de los medios de comunicación locales –incluso de Diez Minutos–, así como la del New York Times y una televisión japonesa, que retrataban la vitalidad de una gente a la que se suponía que le había llegado la hora de ocuparse y preocuparse de las lacras propias, y no de salir a las calles, en alguna ocasión, para enfrentarse con la policía.

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El aniversario, pues, está rodeado de un ambiente poco festivo, porque aquellas luchas y la potencia de unos 400 miembros ha quedado actualmente en una treintena de activos. “El Procés y la pandemia nos han hecho mucho daño”, admite Romero, que se encarga de dinamizar las redes sociales. A su lado, Rosario Conillera, “una ciudadana del mundo” de 76 años, añade también el impacto de “la ley mordaza”, puesto que a raíz de su entrada en vigor muchos de los iaioflautas cogieron “ miedo” a manifestarse. Asumen que después de los éxitos de las luchas de una década ahora les toca “reinventarse”. El jueves, por el 25-N, media docena de mujeres se unieron a la manifestación contra las violencias machistas.

La entidad nació en octubre de 2011 con una acción contra los bancos y después, en noviembre , irrumpieron en la sede de la agencia de calificación creditícia Fitch en contra del ahogo económico de la troika en Grecia. Nacían con un manifiesto fundacional y poca cosa más, porque se grabaron a fuego ser un movimiento transversal, apolítico y sobre todo “no tener cuotas, ningún registro de miembros ni legalizarse”, apunta Cunillera. La regla la han cumplido al pie de la letra hasta ahora, y explican que así se han ahorrado más de una multa que sí que han sufrido las organizaciones espejo en ciudades españolas que se formalizaron como asociación.

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Las acciones se coordinaban a través de un grupo de correo electrónico y con mucho secretismo. El nombre surgió de una ocurrencia. “Veíamos la tele y Esperanza Aguirre [presidenta de la Comunidad de Madrid] decía que las plazas estaban llenas de perroflautas, así que alguien de los que estábamos a la mesa dijo que nosotros entonces tendríamos que ser iaioflautas”, recuerda Romero, sin que ninguno de los dos recuerde la autoría de la marca. En aquel momento decidieron que el nombre sería una mezcla lingüística de catalán y castellano, como muestra de su diversidad.

Admiten que el iaioflautismo ha sido para muchos de sus miembros un “refugio”, una especie de terapia “mejor que las pastillas” que ha asustado soledades y miedos. En resumen, “la lucha rejuvenece”, proclaman como un lema, y Cunillera tiene clar que en ningún caso supone que se tengan que volver a casa y hacer las cosas que se supone que hace la gente mayor. “Nosotros no nos disolveremos, nos extinguiremos”, vaticina antes de estallar de risa en una sala del Ateneu Harmonia, en la antigua fábrica Fabra i Coats del barrio barcelonés de Sant Andreu, donde la asociación tiene una de las sedes sociales. La otra es la coral, que tiene una vida y una dinámica propias.

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¿Y a partir de ahora? Tienen claro que la gente mayor más que abanderar luchas y situarse al frente de reivindicaciones tiene que "dar apoyo a la gente joven" para que la juventud sea quién marque el futuro. Conscientes de que la musculatura de hace diez años no volverá, los dos activistas coinciden que ahora les ha salido competencia entre los nuevos movimientos sectoriales aparecidos a raíz de la crisis financiera y que muchos de los que podrían llenar las filas de los indignados se van a las entidades, como las pensiones o las mareas, o contra la pobreza energética. También cuenta, como factor desmobilizador, "el chasco" que ha dejado entre la población los que lideraron el 15-M y pasaron de las plazas a las instituciones. "Nos ha pasado como en 1979 o en 1982, cuando nos creíamos que cambiarían las cosas. Hoy hay mucha decepción", concluye Cunillera.