Sucesos

La Jonquera, el mercado de la droga barata para los franceses

Fuentes policiales lamentan la falta de recursos para luchar contra la proliferación de narcopises y la venta de estupefacientes en la frontera

La JunqueraDesde la terraza del Snack Bar 2001 se controla un largo tramo de la calle Major de la Jonquera, en el Alt Empordà. A pocos metros, tres o cuatro ciudadanos de origen magrebí esperan pacientemente apoyados en la pared. Van y vienen, charlan entre ellos, se sientan a fumar, intercambian cuatro palabras con el vendedor de la ONCE. En la esquina más cercana, la escena se repite. Hasta que un coche de los Mossos d'Esquadra aparca delante y el grupo se disuelve. Estos individuos que pasan el día parapetados en varios puntos estratégicos de la calle Mayor son los que reparten la droga a los clientes franceses que atraviesan la frontera para obtener cocaína o hachís más barato.

La semana pasada unos agentes de paisano de la policía local desmantelaron un almacén de droga mientras perseguían a un sospechoso. El hombre pudo huir pero dejó la puerta abierta del local. Encontraron 605 gramos de cocaína, medio kilogramo de heroína y 800 gramos de hachís. El jueves fue un ciudadano estadounidense quien fue pillado con más de un kilogramo de hachís y otro marihuana, por un valor de 6.000 euros. "No se encuentran cada día estas cantidades", admite el subinspector Alonso Caballero.

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Él dirige los dieciocho miembros de la policía local de La Jonquera. Son un caso único: casi una veintena de agentes para un pueblo de 3.400 habitantes en el que cada día pasan más de 20.000 vehículos y que en agosto puede llegar a recibir un millón de visitantes. Este pueblo cambió radicalmente en los años noventa cuando España entró en el espacio Schengen. Antes, más de 1.500 personas vivían del sector aduanero y tenían sueldos muy competitivos. Con la desaparición de las aduanas, muchos de ellos acabaron en paro y La Jonquera se convirtió en un pueblo que daba servicios a turistas y camioneros. También aparecieron los grandes prostíbulos que gobiernan el extrarradio del municipio.

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Los Tridentes

Las penas por tráfico y consumo de estupefacientes son menos severas en España que en Francia. También los precios de la droga son radicalmente distintos. Por ejemplo, la marihuana en el país galo vale el doble. "Aquí vale 2.000 euros el kilo, en Francia, 4.000", explica un guardia civil. Por eso, la mayoría de los clientes son franceses que atraviesan a La Jonquera para comprar droga en pequeñas cantidades, para una o dos semanas, y regresan a su país. A veces, colocados, puesto que muchos de ellos consumen directamente en territorio catalán para rebajar las cantidades que transportan. Esto crea inseguridad en el municipio porque han aparecido algunos narcopises. La policía ha aumentado los operativos y ha frenado a una veintena de empleos en cinco años y medio. "Ellos tensionan la paz con su presencia, y nosotros les tensionamos a ellos con la presión policial", resume Caballero.

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Una de las formas de presión más eficientes son los llamados Tridents, operativos de prácticamente treinta agentes de todos los cuerpos policiales: Mossos, Guardia Civil, Policía Nacional y Policía Local. Hacen un mínimo de dos al mes. Entre el 2024 y los diez primeros meses del 2025, han detenido a 43 personas, han retirado 254 vehículos y han puesto 500 denuncias por temas de salud pública –armas, peleas y drogas–. También se han realizado 135 test de droga para que los clientes no consuman en La Jonquera. "Compran y se van, ya no se quedan de fiesta porque las multas pueden ser de 600 euros o pueden quedarse sin coche", relata Caballero, que lamenta las pocas herramientas que tienen para atacar a los facilitadores, los que captan a los clientes en la calle y los llevan a los narcopisos.

Los controles policiales también se realizan fuera del pueblo. A la salida de la autopista tres coches de la Guardia Civil y uno de la Gendarmería francesa detienen a los vehículos sospechosos. Cada día realizan, al menos, un par de controles. La policía canina inspecciona un camión y un coche con matrícula francesa. El perro no detecta nada y puede seguir su trayecto. Sin embargo, cada mes la Guardia Civil detiene a cuatro o cinco personas relacionadas con drogas en estos controles. También los Mossos. El último, un joven de treinta y tres años que llevaba seis kilos de marihuana en dirección a Francia. Iba de pasajero en un taxi y los nervios le delataron. Un agente explica que los controles no son aleatorios: saben qué tipo de vehículos detener y qué matrículas son sospechosas. Los coches de alquiler, por ejemplo, les dan pistas.

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Falta de recursos

Pese a los Tridents y los dieciocho policías locales, todo el mundo coincide en señalar la falta de recursos para combatir el narcotráfico y sus derivadas en una localidad fronteriza con tanta movilidad como la Jonquera. El perro de la unidad canina de la Guardia Civil, por ejemplo, debe cubrir toda la demarcación de Girona. Además, el hecho de que los peajes de la AP-7 hayan desaparecido dificulta que la policía pueda realizar controles; sólo pueden realizarlos en los vehículos que transitan fuera de la autopista. Y muchos narcotraficantes, además, utilizan un coche lanzadera–que va por delante del vehículo que lleva la droga– para evitar los controles policiales.

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También la alcaldesa de La Jonquera, Míriam Lanero, reclama más "recursos policiales". La política de Junts pone el foco también en la multirreincidencia, uno de los problemas derivados del narcotráfico. "Existe el peor de cada casa", ironiza un agente de la Guardia Civil. No son casos aislados. Por el constante tráfico de sustancias que existen a diario, todas las fuentes policiales coinciden en señalar que hay una o varias organizaciones criminales operando en el territorio. "No es flor de un día. Para llevar la droga, almacenarla y revenderla, necesitas una organización", afirman.

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La droga ha provocado que haya peleas, algunos drogodependientes que viven en la calle y mayor sensación de inseguridad. "Yo no dejaría que mi limpia saliera a jugar a la calle a partir de las ocho de la tarde", asegura una vecina. "La gente no sale de noche, el pueblo ha cambiado, en los últimos diez o quince años ha empeorado", explica Inés, que trabaja en uno de los comercios del centro del municipio. Sin embargo, está convencida de que no hay riesgo para los vecinos porque todo el mundo se conoce. Es lo que intenta defender a Caballero: hay hurtos, como en cualquier otro sitio, pero, en cambio, apenas hay robos con violencia ni entradas a domicilios.

"Parece que la Jonquera sea el Oeste, porque hay prostitución y droga, pero ocurre como en otros lugares. Todo nuestro problema está relacionado con la salud pública", argumenta el jefe de la policía local. "Si a La Jonquera le quitas la droga, parece Port Aventura", resume un alto cargo policial.