Medio ambiente

Italia cierra el grifo ante la mayor sequía de su historia

Algunos municipios prohíben llenar piscinas, regar jardines o lavar más de una vez el pelo en la peluquería

RomaNunca un nombre había sido más acertado. Apocalipsis es como han bautizado en Italia la ola de calor asfixiante que disparó los termómetros los últimos días y dejó máximas de hasta 42 grados en el centro y el norte del territorio, donde los incendios se propagan por la falta de lluvias y la peor sequía en 70 años. Aun así, el país transalpino no es una excepción.

La falta de precipitaciones y las altas temperaturas en toda Europa en uno de los veranos más calurosos a escala mundial desde que existen los registros amenazan con poner en riesgo las reservas hídricas nacionales. Y muchos países se afanan en cerrar el grifo. Casi la mitad del territorio de la UE se encuentra en riesgo de sequía y un 11% en estado de alerta, según el informe Sequía en Europa, publicado por la Comisión Europea. Entre ellos está Italia. El gobierno del país decretó a principios de julio el estado de emergencia en cinco regiones y anunció que destinará 36,5 millones de euros a hacer frente a la sequía que azota la llanura Padana, al norte del país.

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La escasez de precipitaciones ha provocado una carestía de agua histórica, que pone en riesgo el suministro de agua potable en los grandes centros urbanos y en las centrales hidroeléctricas, puesto que estas instalaciones se encuentran en los macizos montañosos del norte, donde producen cerca del 20% de la energía del país. Desde el inicio del verano, varias ciudades han anunciado medidas restrictivas, como Verona, que ha empezado a racionar el uso de agua potable, o Milán, que ha decretado el cierre de sus fuentes públicas y ha prohibido llenar piscinas o regar jardines. En otros municipios se han impuesto medidas más drásticas. Es el caso de Castenaso, en la provincia de Bolonia, donde las autoridades locales multan con hasta 500 euros a las peluquerías que laven más de una vez el pelo a sus clientes. "No nos lo podemos permitir", lamentó el alcalde de la localidad.

Una cosa parecida pasa en Francia, que se enfrenta a su peor sequía desde 1958 y ha impuesto restricciones en el consumo doméstico, urbano, agrícola o industrial en 90 departamentos del país, entre los cuales no está incluida la capital. Algunas poblaciones del interior han empezado a alcanzarse con camiones cisterna para garantizar el consumo de agua potable en sus habitantes. Incluso en Alemania empiezan a notar la falta de precipitaciones en la disminución del agua de sus lagos, especialmente en los alrededores de Berlín. En cualquier caso, la situación está lejos de ser tan dramática como lo es en el sur de Europa. En Portugal, por ejemplo, las autoridades locales advierten que la sequía que azota el 97% del territorio amenaza seriamente la producción agrícola.

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Impacto en la agricultura

Las consecuencias para la agricultura serán catastróficas también en Italia, donde podrían registrarse pérdidas de hasta 1.000 millones de euros, según calcula la asociación de agricultores Coldiretti. Con sus más de 650 kilómetros de largo, el río Po, que alimenta un tercio de todos los cultivos del país, está en su nivel más bajo desde hace casi 100 años. Los expertos aseguran que el caudal se ha reducido hasta un 80% en algunos puntos y las aguas saladas del mar Adriático ya han subido hasta 40 kilómetros tierra adentro y han causado graves daños en el ecosistema.

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En Italia, sin embargo, no es solo la sequía lo que ha puesto de rodillas a los agricultores. Del total de agua potable que circula por los 500.000 kilómetros de la red de distribución, más del 36% se pierde debido al sistema de almacenamiento y el mal estado de las cañerías, según el Instituto Nacional de Estadística. Un desperdicio que en algunos municipios roza el 70%. La falta de manutención y la antigüedad de la red hídrica (el 90% se instaló hace casi medio siglo) han convertido el país transalpino en un colador.