Medio ambiente

Ni rastro del agua: Doñana se seca del todo

La falta de lluvias y la sobreexplotación del acuífero reducen la principal laguna del parque nacional a un "pequeño charco"

BarcelonaLa laguna de Santa Olalla, la última masa de agua permanente que quedaba en el Parque Nacional de Doñana, se ha secado del todo. Era la más grande de este paraje natural protegido, pero ha acabado sucumbiendo a los estragos de la sequía y, también, a la sobreexplotación del acuífero subterráneo que tendría que alimentarla. Hoy solo es un "pequeño charco" incapaz de alimentar a las aves acuáticas que acostumbran a habitarla, explica al ARA el director de la Estación Biológica de Doñana, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Eloy Revilla.

La desaparición del agua en este lugar emblemático es especialmente grave porque confirma los peores presagios: ya no queda ninguna laguna donde se acumule agua dulce en este área de humedales de alto valor natural. La situación es insólita para los investigadores, que hablan del "peor episodio de estrés ambiental" que se ha visto en la zona desde hace décadas y piden a los gobiernos –a la Junta de Andalucía y al ministerio de Transición Ecológica– un acuerdo que evite pérdidas que pueden ser irrecuperables si no se actúa inmediatamente.

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Detrás de esta situación, que el mismo Revilla dice que ha visto precipitarse en los últimos meses, hay varias causas que han coincidido en el tiempo, pero se arrastran desde hace años. Por un lado, la sequía extraordinaria que afecta a buena parte del Estado y que está castigando especialmente a Andalucía: "Hace diez años que las precipitaciones aquí están por debajo de la media, que no llueve de manera normal", avisaba Revilla hace unos días a la agencia Efe. De hecho, añadía que hace años que las lagunas temporales ya no se llenan.

Además de las condiciones meteorológicas adversas, está la sobreexplotación que soporta el acuífero subterráneo a raíz de unos pozos ilegales que riegan explotaciones intensivas de fresas y frutos rojos y de la necesidad de abastecer a la población de la cercana macrourbanización de Matalascañas, un pueblo de pocos miles de habitantes, pero que supera los 100.000 durante la temporada de veraneo. "La captación de agua para todos estos usos en la cabecera de la laguna hace que no llegue ni una gota a la parte baja, a las lagunas permanentes como Santa Olalla, que son en condiciones normales puntos de descarga del acuífero", explica el responsable de la estación biológica.

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No es la primera vez que el Parque Nacional de Doñana sufre una situación crítica. Ha vivido periodos de sequía extrema en 1983 y 1995, pero Revilla insiste que España tiene desde el año pasado una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la UE (TSJUE) que la condena por no haber protegido lo bastante este espacio de humedales, tesoro de la biodiversidad. De hecho, las autoridades europeas ya han enviado un ultimátum antes de las sanciones si el gobierno andaluz mantiene sus planes de aumentar el regadío a la zona legalizando las explotaciones que todavía hoy riegan sin autorización.

La factura ambiental de esta situación ya es notoria para los científicos, que han visto desaparecer especies habituales en la zona como los flamencos. "Las aves y especies acuáticas, si los humedales se secan, buscan, si pueden, otros refugios", apunta Revilla. La falta de agua también afecta a la vegetación y se observa, por ejemplo, en un matorral denso y muy representativo de la zona, el monte negro, que se está secando con rapidez. La producción de arroz en la zona también se ha resentido: "Este año se ha plantado solo un tercio de las hectáreas que se plantaban habitualmente porque ya se veía que la cosecha no era viable".

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Los científicos de la estación biológica del parque y las entidades naturalistas insisten en pedir a las administraciones acciones inmediatas para afrontar una situación urgente. "No puede ser que mientras se continúa regando el césped de Matalascañas las lagunas de Doñana se sequen completamente", lamenta Revilla, que pide una hoja de ruta clara y que comprometa a todas las administraciones en la preservación del espacio. El proyecto de desconectar la urbanización de Matalascañas del acuífero y abastecerlo de otras fuentes lleva tiempo sobre la mesa de las administraciones. Además, a pesar de que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ha cerrado decenas de pozos ilegales, no han desaparecido. Esto, unido a la proposición de ley para aumentar el regadío de fresa y frutos rojos que entraron en el Parlamento andaluz a propuesta del PP, Vox y Cs la legislatura pasada, quita el sueño los defensores de Doñana. Aun así, de momento con la nueva cámara no se ha vuelto a presentar ninguna propuesta similar.

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El consejero de Sostenibilidad y Medio ambiente andaluz, Ramón Fernández-Pacheco, hacía un llamamiento este lunes a llegar "a un gran acuerdo" por Doñana. Defendía que hay que garantizar el abastecimiento de agua para el regadío y para la población cercana al parque, un agua que hoy se saca del acuífero, y lanzaba la pelota al tejado del ministerio. "Se necesitan obras, infraestructuras hídricas, que son responsabilidad del gobierno español", decía. Sobre el proyecto de ley para ampliar el regadío, Fernández-Pacheco echaba pelotas fuera: "Se inició en el Parlamento y será allá donde se tendrá que dilucidar". Aun así, el responsable de Medio ambiente del gobierno del popular Juanma Moreno sí que matizaba que el ejecutivo "no aprobará nunca ninguna ley ni ninguna iniciativa que suponga minar el valor ecológico de Doñana".