Sexualidad

"El sexo se ha convertido en una competición"

Expertas en sexualidad apuntan posibles repercusiones de contenidos como el de la actriz que publicó cómo tenía sexo con 1.057 hombres

Barcelona"La cantidad de hombres me importa relativamente poco. Me gustaría poder conversar con ellos y preguntarle qué le aporta presumir de hacer esto, convertirlo en una competición. Parece que es por dinero y popularidad, que es por lo que se mueve el mundo ahora", advierte la sexóloga Elena Crespi ante el auge de contenidos sexuales extremos en plato (Tía Billinger de nombre real) que publicó un vídeo de cómo había practicado sexo con 1.057 hombres en doce horas.

Crespi descarta cuestionar el consentimiento en el caso concreto de Blue –"tenemos que confiar en que si una mujer de 26 años dice que quiere hacerlo, es porque quiere"– pero advierte que su contenido "puede estar viciando otros consentimientos" por su influencia. "Nos está dando un concepto del sexo que no es real", añade la sexóloga.

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"En la pornografía no existe la figura del consentimiento. Es difícil que veas una escena en la que se plantea de forma explícita si queremos hacer esto o aquello", advierte Ester Barrios, pediatra y coautora de un estudio sobre la influencia de la pornografía en el consentimiento sexual en la adolescencia. Lo comparte Júlia Sánchez, directora de la cooperativa especializada en educación sexual La Ciranda: "En general, es un relato donde el y el no no existen". Y también Montse Esquerra –que junto a Barrios publicó el estudio Consentimiento sexual en la adolescencia. Influencia del consumo de la nueva pornografía en la toma de decisiones–: "Buena parte de la distorsión que provoca la pornografía está muy vinculada a la ausencia de consentimiento, hasta el punto de que un componente de violencia se ve como algo positivo". Añade que esto alimenta la idea de que una chica "dice que no, pero en realidad sí quiere".

Para Barrios no hay margen para considerar conductas como la de Blue como un acto de empoderamiento: "Cualquier conducta, por voluntaria que sea, si roza la dignidad de la persona, no debería considerarse válida". En cambio, alerta de que en estas plataformas sí hay muchas escenas de trato humillante: "Hay un objetivo y el camino para llegar es indiferente. Ella quería llegar al récord de mil hombres, y el camino, que es cosificarse, es secundario", dice sobre la actriz.

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Banalizar la pornografía

De las revistas eróticas de hace unas décadas se ha pasado a los perfiles de Onlyfans en los que la pornografía ya no es solo de actores y actrices profesionales. La evolución del formato del porno ha implicado más cosas, advierten las expertas consultadas. Por un lado, apunta Barrios, cuando existe una empresa detrás de la producción puede haber "más control legal, sobre todo de lo que ocurre entre actores y actrices", pero esto desaparece cuando se trata de usuarios individuales en una red social. La gran diferencia de redes sociales como esta en comparación con los formatos anteriores, advierte Esquerda, es que la pornografía "ya no depende de un grupo de actores y actrices que se dedican a ello", y para ella esto ha abocado a "banalizar el hecho de dedicarse a la pornografía". Por otra parte, según Esquerda, en plataformas como Onlyfans hay "una parte de incitación" a crear pornografía: "En cierto modo dicen: «Dedícate, el dinero es muy fácil»".

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El objetivo de conseguir más audiencia conduce a una escalada de violencia en los contenidos, coinciden las tres expertas. "Muchas veces, la transgresión de determinadas conductas supone un atractivo, lo que hace que acaben captando a más personas", apunta Barrios. De hecho, la misma plataforma Onlyfans expulsó a Blue cuando tras practicar sexo con más de un millar de hombres anunció un nuevo reto, en el que estaría encerrada en una caja "lista para ser utilizada" por 2.000 hombres.

"Si te atrapas en la vorágine de hacer más y más dinero seguramente acabarás haciendo cosas que no coincidan del todo con lo que tú de entrada querías", dice Crespi, que ve a Blue como "una víctima más de este sistema". Sánchez añade que incluso en algunas grabaciones en las que se evidencia el sufrimiento, principalmente de una mujer, "se considera que está asociado al placer porque está en el marco de un contenido audiovisual vinculado a la sexualidad". Esto, advierte, influye "en la construcción del placer, del deseo y el consentimiento".

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Salud mental

La sexóloga también detalla cómo las prácticas extremas pueden llegar a tener efectos en la salud mental, como por ejemplo trastornos del estado de ánimo. "Nunca sabemos qué pasa en los pensamientos de una persona. Esta chica oficialmente está presumiendo del reto, pero quizás en algún momento puede tener sus contradicciones", dice en referencia a Blue: "Sin caer en el paternalismo de decir que más tarde se arrepentirá, porque quizás toda la vida esté orgullosa, pero por los aprendizajes que tenemos de sexual".

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Lo que ve más claro Crespi es que "una de las cosas que puede desestabilizar mentalmente a esta persona es estar pendiente de la validación, de la repercusión social de las redes y los retos". En este sentido, dice que hay ciertas personas "con rasgos más narcisistas, histriónicos o límites de la personalidad que más pueden caer en todo esto, y además la industria está pensada para captar perfiles que caigan en las engañas de estos retos".

Además, Sánchez aún apunta a un problema más: "Se aprende mucho más rápido a través de las imágenes que de los discursos". Esta dinámica sumada a que el consumo es más frecuente entre los hombres que las mujeres puede acabar haciendo que "la construcción del deseo o de la cultura del consentimiento que se va generando en unos y otros sea muy distinta".