Muere a los 97 años el emblemático cura y periodista Josep Bigordà
Acogió la fundación de CCOO en la parroquia de Sant Medir y el encierro de inmigrantes en la iglesia del Pi
BarcelonaDespués de una vida plena marcada por la religiosidad y el activismo social y catalanista, el emblemático cura progresista Josep Bigordà ha fallecido en Barcelona a los 97 años. Su funeral es hoy jueves, a las 11.00 h, en la parroquia de Sant Medir, donde se convirtió en un referente del antifranquismo y de la iglesia más abierta y popular, un talante que después replicaría en la iglesia de Santa Maria del Pi, en el corazón del barrio Gòtic.
Nacido en 1927 en Ullastrell, Josep Bigordà y Montmany se ordenó sacerdote en 1952, durante el Congreso Eucarístico de Barcelona, un hito de homologación internacional del régimen franquista que, paradójicamente, él después tanto contribuiría a combatir desde los márgenes de la Iglesia. Dotado de una sólida formación intelectual, se había licenciado en Comillas en teología y derecho canónico. Siempre tuvo dotes comunicativas, con facilidad y gusto por la palabra y por la escritura, habilidades que le llevaron al periodismo. Durante muchos años escribió en las páginas de religión deEl Correo Catalán, el histórico diario conservador carlista que en los años finales de la dictadura transitó hacia posiciones progresistas.
Su labor pastoral la inició en Rubí y Cornellà de Llobregat, donde se topó con la realidad de la inmigración y la precariedad y donde pronto dio muestras de su talante abierto y social. La llegada del Concilio Vaticano II coincidió con su incorporación a la parroquia de Sant Medir, un barrio también popular, donde coincidió con el cura Josep M. Vidal Aunós. Allí acogieron, en 1968, la creación del sindicato Comisiones Obreras de Catalunya (CCOO). De hecho, Sant Medir fue una de las parroquias insignia para el cobijo del antifranquismo político y asociativo. También creó el premio de poesía en catalán Amadeu Oller, en homenaje al primer cura de Sant Medir, y dio una gran vitalidad y apertura a la comunidad creyente.
Su dimensión mediática –también fue profesor en la escuela de periodistas del CIC–, su conexión con la gente, la práctica de un cristianismo antidogmático y social y su catalanismo progresista le convirtieron, durante décadas, en uno de los curas más seguidos y queridos del país. Era un referente, como volvió a verse con el encierro de inmigrantes que acogió en enero del 2001 en el Pi, cuando durante 47 días cobijó a un millar de personas amenazadas con ser expulsadas del Estado. Tres años antes, en 1998, el Ayuntamiento de Barcelona le había concedido la Medalla de Honor por su trayectoria cívica y de servicio en la ciudad.
"Mossèn Bigordà es, para aquellos que tuvimos el privilegio de conocerle y tratarle durante años, una de esas personas que te permiten mantener viva la fe en la humanidad. Gracias a su fe, ha encarnado a lo largo de su vida los mejores valores de la persona humana", ha dicho de él el político Toni.