La Ricarda, el tesoro natural amenazado por la ampliación de El Prat

Los científicos avisan que el espacio, por su riqueza, es insustituible

El Prat de LlobregatHectáreas de espesos carrizales, pinares y una frondosa vegetación litoral que esconden una laguna y que se extienden hasta tocar el mar. El mosaico verde de La Ricarda, un espacio natural protegido en el delta del Llobregat, sobrevive milagrosamente bien conservado en un enclave donde parecería que todo le es hostil: la presión de millones de personas y de infraestructuras viarias, la actividad del puerto de Barcelona en un flanco y, al otro, y muy cerca, el aeropuerto de El Prat, que ahora quiere volver a crecer invadiendo su espacio de humedales.

La polémica ampliación de la tercera pista que propone Aena amenaza con “la destrucción total” del sistema de especies vegetales y animales que viven permanentemente o en temporadas, como los pájaros migratorios, advierte Narcís Prat, profesor emérito de ecología de la UB y experto en sistemas acuáticos. La opción que ha puesto sobre la mesa el gestor aeroportuario para compensar la pérdida de biodiversidad, que pretende generar otros espacios protegidos en la zona, es un objetivo irrealizable en los ojos de los científicos. “Todo esto no se puede reproducir, podemos hacer cosas parecidas, pero no una Ricarda”, insiste.

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"No se puede reproducir un espacio vivo de tres siglos de antigüedad. Podemos hacer lagunas nuevas, pero los valores naturales maduros no estarán", añade Maria José Albaladejo, la gerente del Consorcio del Delta del Llobregat. Alerta que tocar este lugar, uno de los más vírgenes y consolidados a nivel de hábitats, puede ser fatal para todo el conjunto del delta.

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Todavía cuecen entre los científicos algunas de las consideraciones que han oído durante los últimos días, como que se trata de una laguna artificial o de una balsa donde viven patos. “Quien diga esto, es que sencillamente es un ignorante”, ha soltado Prat. La singularidad del paraje, rico en biodiversidad y con algunas especies que solo se encuentran aquí, se basa en un equilibrio entre el agua dulce –de la lluvia y del freático– y la salada que entra desde el mar. Esto hace que en los diferentes extremos de la laguna se encuentren especies totalmente diferentes en función del grado de salinidad, describe el ecólogo. “Esta es la gracia y la complejidad del ecosistema”, añade.

“El debate hasta ahora está siendo interesadamente simplista, y se están obviando los servicios ambientales de este paraje”, corrobora Joan Pino, doctor en biología y director del CREAF. La Ricarda, reivindica, tiene un papel importante en la regulación hídrica (ofrece zonas de evacuación para que en caso de grandes inundaciones el agua llegue al mar) pero también provee muchos municipios de agua para el consumo doméstico, y el covid-19 ha certificado que es un espacio de ocio para millones de personas de la zona.

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Prat señala que las propuestas de las administraciones hacia La Ricarda tendrían que ir, de hecho, en sentido contrario, es decir, hacia aumentar una protección que “nadie se ha tomado seriamente”. Este espacio ya quedó tocado con la anterior ampliación de El Prat, que obligaba a hacer unas compensaciones medioambientales que la Comisión Europea ha tenido que reclamar porque todavía están pendientes. Recordando al ecólogo catalán Ramon Margalef, que conoció y estudió el lugar, Prat asegura que para salvar La Ricarda hay que garantizar la llegada de agua dulce a la laguna: “Una pista tiene que estar siempre seca y esto quiere decir mantener el nivel de las aguas subterráneas bajo. Esto hace que haya más riesgo de salinización de los pozos, porque cuando el nivel del freático es bajo, el agua del mar entra más fácilmente y esto puede ser el final del sistema".

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En el corazón de La Ricarda todavía hay otro tesoro escondido, la Casa Gomis, un referente arquitectónico encargado por la familia Bertrand Gomis al arquitecto Antoni Bonet, que hoy se ha convertido en un referente de la arquitectura racionalista en Catalunya. Los descendentes de la familia todavía hoy propietaria de la finca ven con perplejidad los planes que pueden comprometer también el futuro de la casa, inhabitada pero abierta a visitantes y expertos. La también conocida como Casa de Vidre, declarada bien cultural de interés nacional recientemente por la Generalitat, "no se entiende sin el territorio al que está ligada", reivindica Marita Gomis, una de las copropietarias de la finca de La Ricarda. Si la ampliación de la tercera pista sigue adelante, su futuro es más que oscuro: "Pasaria a tener unos escasos 300 metros. Si ahora ya no es habitable por el ruido de los aviones que la sobrevuelan cada pocos minutos, entonces será también más inaccesible", asegura. El arquitecto Jordi Roig, que se encarga de su conservación, todavía va más allá: “La ampliación de El Prat convertirá la Casa Gomis en un cadáver”.