Salud

50 drogas nuevas cada año: "Son muy lucrativas y algunas, con pocos miligramos, letales"

La Unión Europea vigila de cerca el avance de las catinonas sintéticas, estimulantes conocidos como 'sales de baño'

BarcelonaEl junio pasado, la Guardia Civil confiscó 3,2 toneladas de catinonas sintéticas en el puerto de Barcelona que tenían un valor de 61 millones de euros, la cantidad más grande requisada de esta nueva droga en Europa. Son un ejemplo de estupefaciente nuevo, que se conoce popularmente como sales de baño porque se presentan en forma de cristales blancos, y es un tipo de droga que la Unión Europea vigila de cerca. Las catinonas sintéticas se promocionan como sustitutos asequibles de otros estimulantes, como las anfetaminas y la cocaína, porque actúan sobre los mismos receptores cerebrales y producen efectos parecidos, hasta el punto que a veces cuesta distinguirlas en los laboratorios más especializados. Aun así, su composición es bastante diferente para no figurar en el listado de drogas controladas por las autoridades internacionales y, por lo tanto, para escabullirse de aquellas legislaciones estatales más laxas.

La jefa de acción de drogas nuevas del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías, Ana Gallegos, alerta que la disponibilidad de drogas es muy elevada y cada vez se añaden al mercado más sustancias potentes y peligrosas de producción sintética. Solo el año pasado se notificaron 52. "Se introduce una droga cada semana de media y esto nos indica que los productores tienen conocimientos de química y farmacología, puesto que se las ingenian para obtener productos con efectos psicoactivos en el cerebro, es decir, que puedan afectar al comportamiento del consumidor como lo harían drogas ya controladas y muy perseguidas", explica.

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En los últimos 25 años la Unión Europea ha identificado cerca de 900 drogas nuevas mediante el sistema de alerta precoz, pero el ritmo de introducción de sustancias es muy superior, con 50 tóxicos nuevos cada año. Esto pasa porque no todos los países controlan las mismas drogas. La red de alertas europea se nutre de las notificaciones de los diferentes sistemas nacionales de alertas rápidas y, cuando las autoridades sanitarias y los cuerpos de seguridad de un país detectan la circulación de una nueva droga, a menudo como resultado de confiscaciones (porque se hacen recogidas de muestras a usuarios o porque se detecta en el organismo de personas que ingresan en un hospital o que mueren por intoxicación), remiten un informe detallado a la agencia, que recogerá la información y emitirá rápidamente una alerta.

"Cuando tenemos evidencias de problemas para la salud, iniciamos una evaluación de riesgos: examinamos la droga al por menor, investigamos sus propiedades toxicológicas, documentamos qué posibles usos legítimos puede tener y preguntamos por la cifra de confiscaciones que se han podido hacer en los países para preparar un informe", resume Gallegos. El organismo envía la información a la Comisión Europea para que, si lo considera necesario, se desplieguen medidas concretas para controlar específicamente la entrada o la producción del tóxico. Por ejemplo, obligar a los Estados miembros a notificar de manera inmediata toda la información sobre confiscaciones de esta droga, en vez de hacerlo a finales de año como se suele hacer. Esto ahora se está haciendo con un opioide que se denomina benzimidazol, pero estos protocolos no siempre se activan: el año pasado solo se activó para dos tipos de catinonas, la 3-MMC y la 3-CMC.

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Confiscaciones "desorbitadas"

El Observatorio avisa que actualmente todo lo que pueda tener estas propiedades psicoactivas –como por ejemplo medicinas o elementos destinados a la investigación– se está utilizando o adulterando para obtener una nueva droga. Una de las maneras que tiene la agencia europea para monitorizar la aparición y el grado de penetración en el mercado son los datos de confiscaciones. Entre 2020 y 2021 Gallegos asegura que se han visto cantidades récord, con cerca de 7 toneladas de nuevas drogas requisadas. "Se trata de un pequeño número de operaciones, pero con cargamentos de grandes cantidades, sobre todo de estimulantes", añade la experta. De hecho, de las sustancias confiscadas, 3,3 toneladas eran catinonas sintéticas, la mayoría de las cuales procedían de India, lo que probablemente refleja la adaptación del mercado a los controles legales y las interrupciones del suministro que se han impuesto en el país tradicionalmente productor de estos tóxicos, China, también debido a las restricciones en el transporte durante la pandemia.

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En el ámbito de las drogas nuevas, una tonelada es una cantidad desorbitada porque, en algunos casos, se trata de productos muy potentes. "Si algunas drogas asentadas requieren medio gramo para hacer efecto, algunas de estas drogas nuevas, con pocos miligramos, pueden ser letales. Y este es uno de los principales riesgos asociados", afirma Gallegos. A diferencia de la cocaína u otras drogas consideradas duras, que están muy estudiadas y se sabe a partir de qué cantidades pueden provocar sobredosis, de las nuevas se desconocen las propiedades.

"La escalada continuada de la producción de drogas sintéticas en la UE nos muestra el impulso incesante de los grupos de delincuencia organizada para sacar provecho del tráfico ilegal de drogas, poniendo en peligro la salud pública y la seguridad", afirma la Comisaria Europea de Interior, Ylva Johansson. Las nuevas drogas son baratas de producir, se pueden sintetizar fácilmente en laboratorios caseros y, como no están controladas, las repercusiones para los traficantes suelen ser menos severas.

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Además, las cantidades para hacer dosis son más pequeñas: con la compra de 10 gramos de una nueva droga, si es muy potente, se puede obtener un rendimiento altísimo, de miles de dosis. "Por muy cara que sea la inversión inicial que haga un productor o un traficante, esta sustancia le proporcionará un rédito económico muy grande. El negocio de las drogas nuevas es muy lucrativo y se escapa de los circuitos del narcotráfico, que son más complejos a la hora de acceder", resume Gallegos.