Salud

Adicción, resaca y peor salud: el precio de abusar de los fármacos para dormir

España es el tercer país del mundo con mayor consumo de medicamentos para conciliar el sueño, el primero de Europa

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Un hombre con insomnio tumbado en la cama.

BarcelonaTener dificultades para dormir trastorna la vida personal y laboral. Las personas que lo sufren van cansadas, les cuesta más concentrarse durante el día, tienen dolor de cabeza e, incluso, están más irascibles. El camino más corto para acabar con esta situación, y también el más económico, son las benzodiacepinas, unos fármacos que tranquilizan e inducen el sueño. Nacieron por mitigar los episodios de ansiedad, pero también se utilizan de forma generalizada contra el insomnio y otras alteraciones que no dejan dormir. España es el tercer país del mundo con mayor consumo de estos medicamentos, el primero de Europa, y los expertos alertan de que su prescripción está indicada por un máximo de un mes y que alargar el consumo puede acarrear riesgos para la salud. "Cuando se hace un uso prolongado se genera un círculo vicioso que desemboca con dependencia", avisa el director de AdSalutem Institut del Son, Antoni Esteve, que aconseja revisar el diagnóstico si los síntomas que han motivado el consumo de estos fármacos, como Orfidal o Valium, persisten a los treinta días de tratamiento.

El camino hacia la adicción es la tolerancia. La neumóloga y coordinadora de la unidad del sueño del Hospital Parc Taulí de Sabadell, Laura Vigil, explica que, cuando una persona toma estos fármacos más allá de la prescripción, se acostumbra y, finalmente, ya no puede dormir sin tampoco puede dejarlos. Son pacientes que se vuelven dependientes y, si tratan de eliminarlos de repente de su día a día, tienen el síndrome de abstinencia, que puede ser muy grave en aquellos casos con un alto nivel de adicción. Para dejarlos es necesario seguir una pauta decreciente de la medicación, es decir ir disminuyendo el número de dosis con el paso de los días para que el cuerpo, que se ha habituado a los fármacos, no deje de recibirlos del día por la noche . Esteve explica que esto ocurre porque, con el uso continuado, las benzodiacepinas van perdiendo eficacia y los pacientes necesitan más dosis para conseguir el efecto deseado; una situación que ve preocupante si se sigue tomando el medicamento sin tener en cuenta la prescripción del médico que lo ha recetado.

La adicción es el efecto más adverso del abuso de estos medicamentos, pero otros también suponen un empeoramiento de la salud de los pacientes y que dificultan su vida cotidiana. Las personas que lo toman tienen cuadros de somnolencia diurna: se despiertan con la cabeza enturbiada, van más cansados ​​e, incluso, pueden dormirse cuando no toca. Tanto Esteve como Vigil coinciden en que es una sensación similar a la resaca. Además, existen trastornos del sueño como la apnea que no se pueden tratar con benzodiacepinas, de hecho, están contraindicadas. La respiración de las personas que tienen este problema de salud se detiene y vuelve a empezar repetidas veces mientras duermen y si toman estos fármacos, se incrementa la disfunción, ya que son relajantes musculares. Todo esto puede desembocar en cuadros graves de salud e incrementar la probabilidad de sufrir problemas cognitivos y demencia a la larga.

Un millón de prescripciones de media en Cataluña

En Catalunya, a diferencia del conjunto del Estado, la prescripción de benzodiacepinas para tratar el insomnio permanece estable desde el 2018 en un millón de personas con dispensación de estos fármacos. Según datos del departamento de Salut al que ha tenido acceso el ARA, hace cinco años al menos 1.102.097 catalanes los utilizaban, mientras que en el 2023 fueron 1.124.966. Si bien la cifra ha aumentado ligeramente respecto a hace seis años, el número de prescripciones en Catalunya ha descendido en comparación con 2022 y 2021, cuando hubo un repunte. El motivo: la bajada de dispensaciones en el año de la pandemia. Esteve remarca que son unos fármacos "extraordinarios" para tratar un cuadro de ansiedad o un trastorno del sueño, pero insiste en que no debe hacerse un uso continuado e ir a un centro sanitario si perduran los síntomas para revisar el diagnóstico.

También Vigil explica que un 80% de los pacientes que derivan a la unidad del sueño del Taulí, que atienden a pacientes con trastornos como insomnio y apnea, ya toman benzodiacepinas para dormir cuando llegan. Además, es una situación que a su juicio se ha agravado desde la pandemia y cada vez hay más pacientes que toman esta medicación antes de recibir tratamiento en la unidad, que el año pasado realizó unos 2.600 estudios del sueño en nuevos pacientes. También cree que se está incrementando su consumo entre pacientes más jóvenes, de entre 50 y 60 años. La coordinadora de la unidad cree que los profesionales deben ser "más cuidadosos" a la hora de prescribir estos medicamentos porque ahora "hay demasiada manga ancha".

Un alto nivel de adicción

En Projecte Home Catalunya, que se dedican a luchar contra las adiciones, tratan a personas que abusan de estos fármacos. Si bien el motivo de consulta por el consumo de benzodiacepinas en la entidad es muy infrecuente, muchos de sus usuarios toman en combinación con otras sustancias como el alcohol. De hecho, el perfil de usuario que recibe tratamiento y que es adicto a las benzodiacepinas es una persona que lleva tiempo consumiendo, lo ha intentado dejar varias veces, está dentro de la red de atención y en algún momento le han recetado alguno de estos medicamentos. Son personas que han detenido el consumo de sustancias como la cocaína o la heroína, pero las han sustituido por benzodiacepinas y alcohol. "La mezcla de las dos sustancias, que es bastante común, provoca estados muy agresivos y paranoia", advierte la psicóloga y miembro del equipo directivo de Projecte Home, Marta Berenguer.

La gente que lleva muchos años consumiéndola, además, tiene un deterioro emocional y de memoria. En los casos más graves, con un alto nivel de adicción, el síndrome de abstinencia que provocan las benzodiacepinas es el más difícil de solucionar. De hecho, en algunos casos concretos puede ser letal si se dejan de tomar de un día para otro, avisa Berenguer. Ahora bien, no existe una percepción de riesgo entre la población y hay personas con un consumo elevado y diario de estos medicamentos. La psicóloga aclara que no son la puerta de entrada a consumir otras sustancias, pero, aun así, cree que es necesaria más formación sobre los efectos derivados del abuso de benzodiacepinas y más inversión en otros abordajes, como la ayuda psicológica. "No podemos recurrir a una solución rápida siempre. La medicación, bien tomada, funciona muy bien, pero debería invertirse mucho más en otros ámbitos para poder ayudar de otra manera", ha argumentado.

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