¿Qué hay detrás del "mínimo histórico" de consumo de drogas entre los adolescentes?
El culto al cuerpo, los cambios de socialización y el impacto de la pandemia han influido
BarcelonaEl 51,8% de los estudiantes de 14 a 18 años en España dicen haber bebido en el último mes, frente al 68% que lo hacían en el 2015. Sólo uno de cada cuatro ha probado el tabaco, cuando hace una década eran cuatro de cada diez. Y el 21% reconoce haber fumado cannabis alguna vez frente al 29% de hace diez años. Hace treinta años que se realiza la Encuesta sobre el uso de drogas en la enseñanza secundaria (Estudes) y nunca se había constatado una bajada del interés por el alcohol, el tabaco y las drogas entre los adolescentes como en la actualidad.
El ministerio de Sanidad habla de "mínimos históricos" de consumo de diferentes tipos de drogas "convencionales" entre los más jóvenes, pero los datos todavía son bastante elevadas. Los expertos consultados por el ARA señalan una combinación de factores detrás de este cambio de tendencia, destacando tres: las diferentes formas de socialización de la nueva generación, una mayor conciencia sobre la salud y el aspecto físico –alimentada por las redes sociales–, y los efectos de la pandemia, que ha evitado o aplazado la exposición de un grupo.
"Creo que la forma que tienen los jóvenes de relacionarse y el tipo de ocio que eligen ha cambiado significativamente respecto a generaciones anteriores", plantea la psicopedagoga y profesora colaboradora de los estudios de psicología y ciencias de la educación de la UOC, Laura Cerdán. Para el investigador del departamento de psicobiología y de metodología de las ciencias de la salud de la UAB y experto en ciencias del comportamiento, Albert Espelt, es cada vez más habitual que los jóvenes sean más individualistas, que se queden más en casa y que cambien el patrón de comportamiento.
Según los especialistas, muchos jóvenes ya no necesitan salir de casa para estar con sus amigos ni quedarse en un parque para beber o fumar como ocurría antes. Ahora pueden jugar a videojuegos o hacer videollamadas, cada uno desde su habitación. Cerdán señala también la oferta cada vez más reducida de discotecas o locales de ocio, incluso en ciudades como Barcelona. "Seguramente tienen otra forma de salir, y los espacios donde antes se consumía alcohol o se probaba el tabaco y el cannabis se han ido diluyendo", añade.
Mensajes de autocuidado
El culto al cuerpo y la voluntad de cuidarse físicamente también desempeñan un papel clave. "Si el adolescente opta por hacer running el fin de semana, no saldrá cada noche…", comenta Espelt. Cerdán añade: "Por salud propia, y por la imagen y la estética que proyecta en las redes". Los referentes actuales son a menudo influencers que promueven el gimnasio, los viajes o el té macha. "Quizá de forma indirecta, estos mensajes van en contra de la borrachera de fin de semana, del cigarrillo o del cannabis. «Tener tiempo para mí» se relaciona más con el autocuidado que con irse de fiesta", razona.
Los padres también tienen más información, y la publicidad de sustancias "hasta ahora normalizadas" ha caído drásticamente, dice Cerdán. El bajón del tabaco hace tiempo que se da por políticas públicas y porque "está cada vez peor visto socialmente", apunta Espelt. Con todo, recuerda que aumenta de forma preocupante el uso de cigarrillos electrónicos. "Se ha sustituido el tabaco por estos cigarrillos, que no son inocuos y que pueden ser la puerta de entrada al tabaco en un futuro", añade.
Según Espelt, cuanto más se aplaza el inicio del consumo, más difícil es desarrollar un consumo problemático. "Creo que aquí la copido ha desnormalizado un determinado consumo, concretamente del cannabis", dice. Sin embargo, advierte que estos comportamientos no evidencian un cambio social y estructural, sino "una tendencia" que puede revertirse si las autoridades no lo aprovechan para hacer mejores políticas públicas. Por ejemplo, un 25% de los jóvenes todavía realiza un consumo de riesgo del alcohol. "Debemos conseguir que beber sea más caro, que haya un control efectivo y que las fiestas mayores no estén siempre patrocinadas por marcas de alcohol", concluye.